miércoles, 30 de noviembre de 2011

Incógnito, malas influencias de Ed Brubaker y Sean Philips.

De la mano de Panini llega el segundo tomo de la colección que recopila los cinco números de la miniserie original, Incognito: Bad Influences, nueva colaboración de un dúo artístico que hasta ahora ha sido sinónimo de calidad: Ed Brubaker y Sean Philips.

Brubaker en los guiones y Philips en los lápices forman a día de hoy una de las parejas creativas más interesantes y poderosas de las que trabajan al otro lado del Atlántico. Recordando en cierta medida a dúos míticos que han producido obras cumbres en el cómic americano (pienso, salvando las distancias en Lee/Kirby, O´Neil/AdamsThomas/Buscema), la pareja formada por Brubaker y Philips parece contar con una sinergia que hace que sus trabajos tengan un aura especial donde predomina el equilibrio entre ambos autores, lo que les hace mucho más atractivos que otros dúos contemporáneos como el de Ennis y Dillon (donde el guionista es claramente la estrella) o Loeb y Sale (donde el dibujante capta casi todo el interés). Esta sinergia se observa especialmente en el caso del guionista, y es que ahora que Brubaker se encuentra en su peor momento creativo dentro del ámbito del cómic de superhéroes mondo y lirondo, sus trabajos con Philips permiten sacar lo mejor del guionista de La Escena del Crimen, que en estas colaboraciones vuelve a recordar a los lectores porqué alcanzo el estatus de superestrella siendo uno de los escribas más interesantes del nuevo milenio.

En lo que aún a día de hoy sigue siendo el mejor trabajo del dúo, la monumental Sleeper, los autores de Incógnito ya probaron con acierto la formula utilizada aquí, esto es la mezcla de dos géneros tan distintos como compatibles entre si: el noir y los superhéroes. En la medida en que el género de superhéroes puede calificarse como género de géneros, en el sentido de su capacidad de absorción y mimetismo con los elementos más clásicos de otros géneros (desde el terror al western pasando por la ciencia-ficción), esta mezcla propuesta por los autores de Criminal no tiene nada de extraño, aunque es cierto que pocas veces se había plasmado con tanto acierto como en Sleeper.

Si ya en el primer tomo de Incógnito asistíamos a una especia de reflejo invertido de aquella obra (ahora era un supervillano, Zack Overkill, quien por diversas circunstancias se integraba en una organización heroica), en este segundo tomo las cosas van mucho más lejos cuando Overkill, asentado a duras penas en su nuevo papel heroico, se ve obligado a infiltrarse de nuevo en la comunidad de villanos para sacar a un agente encubierto (quien bien pudiera ser Holden Carver el protagonista de Sleeper) del que hace demasiado que no se tienen noticias. Un entramado más propio tal vez del género de espiás que del noir, pero que los consabidos recursos de la voz en off, la sordidez de los ambientes en los que se moverá Overkill, la ambigüedad de los todos los personajes que conforman el drama y el dibujo, oscuro, sucio por momentos feista de Philips, terminaran enlazándolo claramente con los anteriores trabajo del dúo, estando el tebeo mucho más cerca de Criminal que no del Nick Fury de Jim Steranko por ejemplo.

Siendo interesante la enrevesada trama, y gozando de una ambientación, una“puesta en escena” por así decirlo decirlo llena de fuerza, los momentos tal vez más interesantes del cómic parten de las reflexiones internas de Overkill. Un Overkill que solo encuentra sentido a lo que hace cuando esta en acción, el resto del tiempo teniendo que amoldarse a una anodina “identidad secreta” se muestra absolutamente incapaz de adaptarse a una vida normal, a un trabajo normal a convivir con el resto de una humanidad a la que cree despreciar. Y decimos cree puesto que cuando obligado a asumir de nuevo el rol de villano, gozando de la libertad de poder hacer lo que quiera sin frenos ni limites, descubre que cosas que antes aceptaba como normales (violaciones, combates a muerte entre niños y toda otra serie de barbaridades) se han vuelto para él insoportables. La moralidad, la conciencia adquirida por su paso al lado de los ángeles le impide encontrarse agusto donde antes era su territorio. Así las cosas Overkill aparece como un personaje atrapado en un limbo, incapaz de adaptarse a su nuevo rol heroico y aun más incapaz de regresar al mundo de donde vino. En este sentido el cruel destino que le deparará el devenir de los acontecimientos no será más que el resultado lógico para un ser incapaz de pertenecer a ningún bando.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Asterios Polyp, a veces en el diseño esta el mensaje.

Vamos terminado el repaso por los cómics que quedaron pendientes del top del año pasado, hoy con Asteryos Polyp de David Mazzuchelli obra que hace buena la mítica frase pronunciada por Ridley Scott a cuento de Blade Runner: “A veces en el diseño esta el mensaje”.

David Mazzucchelli, artista de brillante trayectoria en el género superhéroico (dibujante ni más ni menos que de Año Uno y Born Again, dos de las obras maestras del género) ejemplifica en si mismo la búsqueda de la independencia artística y creativa. Resulta evidente que Mazzuchelli podía haberse refugiado en su estatus de superestrella del genero, haberse quedado allí para buscar vivir de las rentas, no sería el primero en hacelo. Por contra, Mazzuchelli tomo el camino difícil, busco explorar el medio, hacer su propio trabajo sin más condicionantes que lo que él mismo quisiera ponerse. Su búsqueda culminada con éxito, le ha llevado a convertirse en uno de los autores independientes más respetados y admirados, aunque bien es cierto que su trabajo, demasiado dilatado en el tiempo le hacía correr el riesgo de caer en un olvido sin duda inmerecido. En este sentido Asteryos Polyp, su primera novela gráfica y trabajo que se presuponía monumental habida cuenta el tiempo que el artista llevaba en ello, era esperado con un mezcla de expectación y curiosidad ante lo que todo parecía indicar sería el trabajo más relevante de Mazzuchelli hasta la fecha.

Leído el cómic, y valorado con la perspectiva que da el año transcurrido desde su publicación, cabe constatar que pocas veces la forma condiciona y define tanto el fondo como en esta obra. Concebido para aprovechar al máximo los recursos del medio, Asteryos Polyp resulta en ocasiones excesiva. Excesiva en la forma que apabulla al lector con soluciones gráfica sorprendentes en su complejidad y excesiva sobre todo en el fondo, aunque por desgracia más por lo que pretende conseguir, que por lo que en realidad termina consiguiendo. Mazzuchelli narra en el obra, el auge, caída e intento de redención del personaje central, Asteryos Polyp a través del cual trasmite su forma de ver la vida e intenta en cierto sentido llegar a la VERDAD así en mayúsculas sobre el sentido de la misma.

Demasiado ambiciosa tal vez, casi nacida con la obligación de ser una obra maestra absoluta y por ello fallida en el fondo, lo cierto es que cabe agradecer la valentía con la que el dibujante de La Ciudad de Cristal afronta el reto auto impuesto. Un reto claro, imposible de conseguir pero que pese a todo trae consigo una obra visualmente brillante, en al que todo esta condicionado en función de su plasmación en el papel donde Mazzuchelli homenajea y extrae recursos de los más grandes del medio y donde la página aparece como vehículo narrativo sobre la que se aposenta la obra. Destaca también en este aspecto el color, convertido en el elemento narrativo de primer orden y que transmite en todo momento tanto el estado mental de su protagonista como el lugar físico en el que se haya.

Más allá del plano visual sin embargo es donde resulta fallida la obra: tratar temas universales, jugar con los mitos griegos en clave moderna, hablar de la dualidad del hombre y la vida (elemento este sin duda clave en el cómic) requiere ir mucho más lejos de lo que Mazzuchelli lo hace en esta obra. Una obra que si, es un espectáculo digno de contemplarse.....pero que al final resulta poco más que eso, y es que cuando el autor verbaliza lo que quiere contar, cuando la palabra trata de imponerse sobre el dibujo, es cuando el cómic parece perder fuerza y desinflarse, cayendo en no pocas ocasiones en el tópico, pecado nada venial para una obra concebida para ser rupturista. Y es que si como decíamos más arriba el ser ambicioso es algo digno de admirar, lo cierto es que si se quiere ir por los caminos que Mazzuchelli transita en esta obra tal vez fuera necesario ser aún más radical. En todo caso sigue siendo una de las obras visualmente más estimulantes que se ha visto en años, lo que sin duda le hace merecedora de los muchos parabienes recibidos a la par que la señalan como uno de los mejores cómics editados durante el pasado año.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Desde la nostalgia, series para el recuerdo IX.

Acaba con este la lista de post dedicados a aquellas series que más impacto causaron en mi infancia/adolescencia, al final la cosa ha quedado bastante completita y creo que no se me ha faltado  ninguna.

Muchas y muy variadas han sido las series que han pasado por aquí, las ha habido de todo tipo, policíacas, de acción, noir, de aventuras, de adolescentes, comedias, dramas etc, etc sin embargo y con la excepción de unas pocas series de animación apenas si mentadas, no ha habido series españolas ¿por qué?

Bueno, realmente si tengo en la memoria alguna serie española que podría haber tendido su espacio aquí, series como Verano Azul o Curro Jiménez tienen un aire mítico, y realmente tengo la sensación de que estaban bien, que de chaval me gustaban, aunque siendo sincero apenas si me acuerdo de ellas, y he de decir que no son series que apetezca revisitar demasiado. No se, creo que realmente el motivo por el que no ha entrado ninguna serie española se debe a que en mi mente no hay ninguna que merezca realmente la pena, si hago un esfuerzo si recuerdo más o menos series como Al salir de clase, mala con avaricia, o Compañeros, algo mejor, pero en todo caso émulos sin gracia de la ya escasamente relevante Sensación de Vivir. Dentro de las comedias me saldría series como Farmacia de guardia, tan conservadora como Los problemas crecen pero sin ningún tipo de encanto o Ay señor, señor, casposa a más no poder. Otras series que si recuerdo haber seguido con mayor o menor interés como Periodistas (ya bastante tardía) o Las chicas de hoy en día no las tengo en mente con especial cariño, en realidad no creo que sean series de las que vuelva a ver algún día un episodio.

Realmente no me viene a la mente ninguna serie española que marcara mi infancia o mi adolescencia de verdad, no quiero hablar de falta de calidad, ya que obviamente ni las vi todas, ni muchas de las que si me marcaron andan sobradas de la misma, pero lo cierto es que aún incluso hoy en día, más allá de comedias bufas construidas en torno a una formula que al menos resultan simpáticas (pienso sobre todo en Aquí no hay quien viva, de clara inspiración comiquera por otra parte), solo hay dos series españolas que me atrevería a recomendar a alguien: 7 Vidas, la serie española (al menos que yo haya visto) que mejo ha sabido captar el espíritu de las mejores sitcom americanas y ¿Qué fue de Jorge Sanz?, una rara avis en nuestro país que merece mucho la pena, pero que por su misma condición no es un más que una excepción.

Me dicen que Crematorio esta muy bien, el amigo Paco Hernández habla maravillas de La Pecera de Eva, y me cuentan quienes siguen Águila Roja que es una serie de aventuras desenfada y sin complejos que resulta la mar de divertida, no lo se.  Lo que si es que cuando pienso en series como Dexter, 24, Lost o incluso una formula ya tan agotada como House, no encuentro nada en España que se le pueda acercar bajo ningún parámetro imaginable, desde luego tampoco en la comedia veo nada que roce si quiera a Friends o The Big Bang Theory, y como digo todo esto viene de lejos y no se si es problema mio que no consigo conectar con la ficción televisiva española o problema de esta que no consigue hacer productos a la altura de lo que se hace en otros países, porque claro, la diferencia económica será notable, pero el verdadero talento siempre se ha impuesto a estas cosas.

En fin que como digo no hay series españolas (salvo las dos excepciones mentadas) que me interesaran en el pasado y tampoco veo ahora ninguna (salvo quizá Crematorio) que me llame en exceso, de ahí su ausencia a lo largo de esta serie de posts, ausencia que en todo caso he querido paliar en parte mentando por lo menos algunas series que si no significativas, si forman parte de aquellos años de formación.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Invencible y el género superheroico: todavía en pie.

Aunque a cuenta gotas y en una edición claramente mejorable, Invencible sigue publicándose en España, lo que es sin duda motivo de alegría no en vano sigue siendo una de la colecciones de superhéroes más atractivas que se pueden leer hoy en día.

Lo que empezó como una mezcla de elementos propios de Spiderman con la noción de legado del Universo DC ha terminado por adquirir una marcada personalidad propia que parece intentar llevar al extremo tanto la estética como la ética del superhéroe. Si ya con anteriores giros argumentales, Kirkman había conseguido dar la vuelta a multitud de tópicos relacionados con el género, el cómic que abre el último tomo publicado por ahora en España, va un paso más allá al resolver en un solo número y de una sola colección un concepto que parecía destinado a ser un crossover multitudinario que afectase a todo el universo de ficción de Image.

Lo que se nos narra en ese tebeo es la invasión de la Tierra por parte de un grupo de Invencibles malignos de multitud de tierras alternativas en un diabólico plan orquestado por un antiguo enemigo del héroe. La magnitud de la amenaza lleva a todos los héroes de la editorial (por ahí vemos el Spawn de McFarlane, el Savage Dragon de Larsen o los Youngblood del recientemente rehabilitado Liefeld) a unirse para tratar de frenarla. Lo dicho, un argumento diseñado casi a posta para un evento de proporciones épicas se resuelve en solo número dejando abiertas además ideas para el futuro. Lo revolucionario de un planteamiento así en un contexto como el que vivimos actualmente en el género (marcado por la casi obligatoriedad del evento anual y alargamiento de las tramas hasta más allá de lo recomendable), muestra a las claras por que Invencible con más de sesenta números a sus espaldas sigue siendo una de las propuestas más recomendables y frescas del género a día de hoy.

Tan remarcable como esto es el hecho de que, sin apenas respiro enseguida tenemos encima la siguiente amenaza, tan grande que casi empequeñece lo anterior. Ahora por contra, la aventura dura cinco números y suena a ya vista ya que no es más que una repetición de lo sucedido números atrás con todo el asunto de Omniman, eso si, sin la carga emocional de aquella. Sin embargo todo lo que falta en dramatismo emocional, se suple con la fisicidad ultraviolenta de uno de los combates superhéroicos más potentes que jamás se hayan presenciado en un cómic book de superhéroes al uso. Acostumbrado a llevar las cosas al limite, y aunque ultimamente la violencia ha tenido cada vez más importancia en los universos superhéroicos más clásicos. Invencible lleva tiempo yendo más lejos de lo que se suele ver en el genero (excepciones como The Authority a parte) y es que, aunque este es por su propia naturaleza violento, la violencia que se suele encontrar en los cómics más clásicos de Marvel o DC no tienen nada que ver con la que se ha venido reflejando en esta colección, donde las peleas duelen de verdad y las heridas casi se pueden palpar.

Cabria destacar en todo caso, que si bien es Kirkman quien, por sus planteamientos se suele llevar tal vez demasiado merito por la calidad de la colección, si algo viene a demostrar este tomo es la potencia visual de Ryan Ottley, capaz de trasmitir en sus páginas la espectacularidad de un combate (que casi dura tres números) más propio de Dragon Ball con el inmenso dolor que tanto Invencible como su oponente sienten en una batalla tan brutal como bien planificada.

Supongo que al no formar parte de un universo de ficción con tanta historia y el ser un personaje relativamente nuevo facilita que en Invencible se hagan las cosas que se hacen, aunque uno puede ver que por encima de todo esto el éxito de esta colección radica en unos autores talentosos que sin cortapisas editoriales y sabiendo en el género y el formato en el que trabajan , dan lo mejor de si. Tal vez sea esta la lección que deberían aprender las grandes editoriales en lugar de recurrir a relanzamientos absurdos y burdos trucos de marketing sin sustancia.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Other Lives de Peter Bagge o el destino de la generación X.

Poco a poco voy completando las reseñas de los cómics que incluí en mi top del año pasado, ahora le toca el turno a Other Lives, una novela gráfica de Peter Bagge publicada en España por La Cúpula.

¿Que configura nuestra identidad?, ¿quienes somos y quienes queremos ser son realidades compatibles?, ¿somos conscientes que las decisiones que tomamos van a configurar nuestras vidas? Estas preguntas son, entre otras las que asoman en el horizonte tras la lectura del último trabajo del creador de Odio visto por estos lares. Con su habitual socarronería y su dibujo caricaturesco y expresivo, Bagge nos cuenta una historia sobre personas que se niegan a asumir quienes son, que buscan encontrar vías de escape a su anodina realidad ya sea mediante un juego de rol virtual, tapando con alcohol desordenes alimenticios y un profundo odio a si mismos, inventándose pasados misteriosos o mintiéndose directamente sobre lo que se pretende conseguir.

El tema de la configuración de la propia identidad ya estaba presente en Odio, más que nada por que a medida que avanza la serie vemos crecer a Buddy y su entorno y asistimos de primera mano a la decisiones que harán que su vida sea como termino siendo. En Other Lives, Bagge es mucho más directo, o mejor dicho se centra más en este tema y lo hace a través un grupo de cuatro treintañeros que, en una edad en la que ya debían haber constituido sus vidas siguen jugando a ser adolescentes siendo aún incapaces de asumir su propia existencia. Todo esto claro, solo puede terminar en desgracia, teniendo en general la obra un tono mucho más pesimista y oscuro. Así si Odio suponía en cierta medida un reflejo de la generación X mezclado con tintes autobiográficos, Other Lives muestra el panorama de lo que ha pasado con los componentes de esa generación con el transcurrir de los años, dibujando un retrato desolador, que el tono de la obra, marcadamente ácido, no hace si no incrementar. Y es que el humor es aquí mucho más incomodo e incluso hiriente que lo que nunca resulto ser en la andanzas de Buddy y compañía.

El cómic, estructurado en forma de cuatro historias cruzadas que terminan creando un todo más grande y constituyendo un relato coral, puede ser visto, así y en cierta medida como una suerte de epilogo pesimista de Odio. Un Bagge con muchas menos ganas de bromas parece decir que si bien es divertido y hasta necesario hacer el tonto a los 20, seguir haciéndolo superados los 30 puede tener consecuencias desastrosas. Una lectura tal vez demasiado moralista y algo conservadora, pero que el autor consigue hacer funcionar a lo largo del relato, lo que no deja de tener su merito y más ante la sucesión de situaciones incomodas que el creador de Studs Kirby va presentando. Situaciones en todo caso pensadas para provocar una reacción en el lector, lo que sin duda consigue resultando complicado permanecer impasible ante lo que Bagge no esta contando.

Cabría destacar también, más como elemento anecdótico, pero no del todo desdeñable, el formato de publicación, que como no, es el de la tan traída y llevada novela gráfica., algo tal vez condicionado por la editorial tras la historia, ni más ni menos que DC, aunque eso si, a través de su sello Vertigo (realmente me cuesta pensar en este cómic como un cómic Vertigo, pero bueno ese es otro tema), que con este movimiento tal vez buscara un poco más de prestigio para una obra tan especial. El formato decía, es relevante desde el momento que el propio autor declara no sentirse muy a gusto con el mismo, pero en el que, por motivos comerciales se ve “obligado” a trabajar (¿esta es la libertad que traía consigo la novela gráfica?). La elección de este formato configura claramente la disposición del relato que pese a todo adopta por momentos una estructura capitular, como si el autor, consciente de que si quiere tener viabilidad comercial ha de adaptarse a lo que hoy pide el mercado, pero aún así listo para revindicar su parcela de libertad y dictando el ritmo de la obra como si esta se hubiera constituido en formato comic-book, un formato tan lleno de posibilidades como por desgracia, herido de muerte hoy en día. No hay más que ver la lujosa edición del clásico Death Ray de Daniel Clowes, publicado originalmente en comic-book y ahora reeditado a todo lujo para que pueda ser considerado, ahora si, una novela gráfica por derecho propio.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Occupy Frank Miller

Calificar de sorprendente el escrito de Frank Miller sobre el movimiento Occupy de los USA no sería ajustarse del todo a la realidad, y es que la deriva ideológica del genio de Maryland ha resultado por desgracia bastante palpable en los últimos años. Resulta evidente que el Miller que a comienzos del siglo XXI decía no entender el patriotismo poco tiene que ver con el Miller que ahora parece refugiarse en el, como único camino a la victoria en la presunta guerra que esta librando su país.

En fin, que si no sorprende que Miller se posicione claramente en contra del movimiento Occupy, si resulta más sorprendente el tono, tremendamente agresivo e irrespetuoso con el que lo hace, y más teniendo que el contexto en el que se produce no es de una conversación de barra de bar, si no en su propio blog donde la constancia de sus palabras es imperecedera. Tal vez eso sea la clave de todo, Miller, consciente de que Holy Terror (pese a que sus ventas no han sido malas) no había llamado la atención lo que él pensaba que debía hacerlo, quiso elevar la voz y crear polémica para centrar el debate en torno a lo que piensa que es la clave de todo: la supuesta guerra de su país contra el radicalismo islámico.

Lo que no tengo del todo claro es si Miller valoro el que, la polémica que iba a crear se iba a centrar más en su persona y su obra que no en el tema sobre el que pretendía llamar al atención y precisamente aquí es donde quería pararme. Para mi (ojo recalco, para mi), las palabras de Miller no tiene justificación alguna, son más propias de un barriobajero cualquiera de Intereconomía que no de una persona sensata que quiere expresar su oposición a un determinado tema. Es más, es triste que Miller tenga que recurrir a esto para llamar la atención, algo para lo que hasta ahora le había bastado y sobrado con su obra, no en vano estamos ante uno de los maestros claves del 9º Arte. Sin embargo todo esto parece haber servido de excusa para que muchos, que parecían todo sea dicho, tenerle muchas ganas a Miller, hayan saltado al cuello y cuestionado no el Miller actual, si no su obra, su trayectoria con frases como “siempre ha sido un facha” o “nunca fue para tanto”. Frases simples cargadas de atrevida ignorancia que por un lado soslayan (por desconocimiento, o peor aún, porque aún sabiéndolo es mejor no mentarlo ya que si no se cae el discurso) la ambigüedad con la que Miller ha reflejado su posicionamiento político a lo largo de su carrera y por otro desprecian al que ha sido uno de los renovadores más relevantes que jamás ha conocido el medio.

Que Miller siempre ha estado más escorado a lo que en España podríamos llamar la derecha es muy matizable, pero se puede entender que la defensa del individualismo y el rechazo a cualquier intervencionismo gubernamental se pueda ver así, pero decir que Miller siempre ha sido un facha ignorando los cambios producidos en su forma de ver las cosas es simplemente mentir, y aunque es cierto que Miller se ha ganado a pulso el linchamiento verbal al que se le esta sometiendo, no es menos cierto que se lo ha ganado el Miller de ahora, no el que escribió Born Again, Año Uno o Give Me Liberty, o dibujo y escribió DK, DK2, 300, Ronín o Elektra Lives Again.

Para acabar voy a dejar por aquí una serie de enlaces sobre el tema que me han resultado interesantes:

Primero claro el propio post de Miller, que no merece más comentario, por desgracia se descalifica por si mismo.

Aquí dejo un par de enlaces a medios generalistas que se han hecho eco del tema, en España y en UK, curioso que en España se hable de Miller como productor de 300 y codirector de Sin City, y UK se le señale como novelista gráfico, el camino a la normalización es todavía largo.

Post muy interesante de Pepo, y otro del blog del maestro Rafa Marín.

De las diversas reacciones al tema que desde dentro del medio se han producido, me quedo con las de Mark Millar que viene a señalar que Miller puede decir lo que quiera (aquello de la libertad de expresión y tal) que sus grandes cómics seguirán siendo cojonudos y con las de Ann Nocenti que prefiere centrarse en lo que ha llevado a la creación del movimiento Occupy, en lo que es y en lo que significa, visión con la que, por otra parte estoy bastante de acuerdo.

Por su parte Neal Adams también ha hablado del tema, y no es el único.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Nemesis, villanos de nuestro mundo.

De la mano de Panini, nos llega en un bonito a la par que caro tomo, la recopilación de la miniserie de cuatro números que en el sello para adultos de Marvel, Icon ha producido uno de los enfant terribles más interesantes a la par que enervantes del cómic americano actual: Mark Millar. Acompañado para la ocasión por una de sus habituales parejas de baile, Steve McNiven.

He de reconocer que me acerque al último trabajo de Mark Millar con ciertos prejuicios. Por un lado era una nueva colaboración con Steve McNiven dibujante de corte realista, algo abigarrado y estático para mi gusto y cuyas anteriores colaboraciones con Millar (Civil War y Old Man Logan) había resultado cuando menos discutibles. Por otro lado Millar, sin duda un interesante guionista, se había alejado hace tiempo de sus prometedores inicios, donde siguiendo la estela de su amigo Grant Morrison, se había mostrado como un guionista moderno e inteligente, que sabía ir a la esencia de los personajes con los que trabajaba a la vez que conseguía dejar marcado su sello.

El espectacular éxito de The Authority y su posterior irrupción en el Universo Ultimate marvelita tornaron a Millar en el amo del “comomolismo”, a saber: personajes sobrados de actitud, frases “molonas” y cortantes, villanos despiadados y héroes que parecían desconocer el significado de esa palabra, todo envuelto con el dibujo más espectacular posible del dibujante hot del momento con el objetivo de que su trabajo fuese algo que “había que leer”, lo de menos, claro, era que este fuera bueno o malo, lo importante era que “molara”. Esto, que funcionaba muy bien en las ya mencionadas The Authority o en la reescritura de los mitos marvelitas, se tornaba en problema cuando Millar lo convirtió en una especie de marca de fábrica que pasaba por encima de la historia o de los personajes con los que trabajaba, para el escoces lo importante era mantener el tono, lo demás era secundario.

Nemesis parecía entrar de lleno dentro de este lote, vendido con un “¿y si Batman fuera el Joker?” como si esa idea fuese original, y concebido con la adaptación cinematográfica en mente, como si ese fuera el fin y no el resultado de la calidad o el interés del cómic en si. Nemesis tenía toda las papeletas para ser otra barrabasada violenta sin sentido en la que Millar intentaba sin éxito emular la violencia salvaje y la incorrección política de Garth Ennis. Leído el cómic he de reconocer que me he llevado una grata sorpresa, con una obra que ha resultado estar mucho más cerca de la estimable Kick-Ass que no de la deleznable Wanted, y es que si bien en Nemesis vemos muchas frases molonas, muchas poses y mucha violencia desmedida, lo cierto es que el cómic lo necesita para trazar el relato que se esta contando, y eso es la clave de todo.

Millar tiene muy claro lo que quiere contar, y sabe quien es el dibujante con el que esta trabajando, el que Nemesis vista de impoluto blanco, el que el cómic apueste decididamente por la espectacularidad desenfrenada, con una composición de página que recuerda a la velocidad narrativa del manga, no es baladí. El guionista pretende embotar al lector con un planteamiento y enfoque en apariencia superficial, para disimular las enormes cargas de profundidad que contiene la obra. Bajo este prisma el espectacular pero vacuo trabajo de McNiven cumple con creces lo que demanda el cómic.

No hace mucho leía que que un alto ejecutivo tenía hasta cuatro veces más posibilidades de ser un psicópata que el resto de la sociedad. Visto como esta el panorama, y como es la gente la que esta(mos) pagando los desmanes de unos pocos, parece claro que, por desgracia en nuestro mundo es mucho más fácil creerse un Nemesis que un Bruce Wayne o un Tony Stark y con esta idea juega Millar. Así, si en Kick Ass ya había tocado la eterna pregunta del género superhéroico: ¿como sería un superhéroe en el mundo real?, en Nemesis da su visión de como sería un villano, y lo hace de formar que resulta bastante incontestable: en nuestro mundo, una persona que tuviese los recursos, el entrenamiento y la inteligencia de Bruce Wayne estaría mucho más cerca de ser un psicópata desalmado que no un bienintencionado aventurero. Leyendo estas dos obras en sus conjunto, Millar viene a decir que en nuestro mundo, alguien capaz de ponerse una mascara ocultando su identidad con el objetivo de combatir ya sea el crimen, ya sea el aburrimiento, ha de ser o un friki descerebrado (Kick Ass) o un perturbado sin corazón (Nemesis). Una lectura interesante y más de manos de un guionista que guste o no ha sido clave en el género en lo que llevamos de siglo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Lecturas pendientes: El Eternauta de H.G. Oesterheld y Solano Lopéz.

Por fin he podido resolver una de mis más prolongadas asignaturas pendientes: leer El Eternauta un clásico indiscutible del medio y una de sus más revindicadas obras cumbres.

Hay cómics míticos cuyo prestigio es tan grande que uno se acerca a ellos por primera vez con cierto recelo. Ya sea por miedo a quedar decepcionado como por la intimidación que pueda ejercer un cómic de tamaño calado y repercusión, ciertas obras ejercen a la vez un poder de fascinación y reparo hasta que por fin pueden ser leídas. Si El Eternauta forma parte de esas obras es algo que enseguida queda relegado a un segundo plano ante el inicio de una lectura tan apasionante como adictiva.

Y es que más allá de las disquisiciones políticas hechas a posteriori cuando el devenir de los acontecimientos trazaron el cruel destino final de H.G Oesterheld. El Eternauta es un cómic de ciencia ficción, concebido con una tremenda humanidad, en el que en un genial juego metalinguistico, un hastiado y perdido viajero temporal narra al propio guionista su lucha por sobrevivir ante una insólita invasión extraterrestre, un juego que por cierto tendrá en cierta medida su reflejo en su genial e inesperado final. Con ese comienzo, los autores ya tiene al lector ganado para su causa y a partir de ese punto solo queda crecer.

Con personajes llenos de humanidad y una brillante planificación de la obra, heredera sin duda de su origen folletenisco en la revista Hora Cero Semanal. El Eternauta, siguiendo los parámetros ya ensayados por H.G. Wells en la mítica “La Guerra de los Mundos”, nos acerca a la invasión desde un punto de vista intimo, de los afectados por la misma, y no de los grandes poderes que tratan de combatirla. A diferencia del clásico decimonónico, aquí son un grupo de amigos los protagonistas, un grupo que en circunstancias extremas forjaran vínculos más fuertes que los de la sangre. Este punto de vista grupal, es precisamente una de los elementos más interesantes de una obra que pese a que juega con la idea de que “el hombre es el lobo para el hombre” tan manida ya en este tipo de historias, termina revindicando nuestro carácter social y la necesidad de la colaboración como elemento clave en la supervivencia. Así las cosas la obra hace una decida y optimista apuesta por la esencia misma de la humanidad, con personajes llenos de vida y fuerza que se niegan a rendirse y que incluso están dispuestos a sacrificarse por los demás. Una concepción coral que, en definitiva dota a la obra de otra dimensión que la aleja de los tópicos y la hace mucho más atractiva.

El dinamismo de la historia, la sabia dosificación de la información y el que pocas veces las cosas sean lo que parecen, enmascaran con acierto una critica atroz a la guerra como mecanismo resolutor de conflictos. Critica no a los que hacen la guerra en el campo de batalla, si no a aquellos que están en las sombras, siempre ocultos, manejando a unos y a otros en defensa de sus propios intereses. Destacan en este aspecto el papel que juegan los invasores y los elementos que vamos descubriendo sobre “Los Ellos” (sobrenombre con el se conoce al misterioso y esquivo enemigo), un papel que tiene una carga metafórica tan fuerte que incluso tiene relevancia hoy en día cuando no es difícil imaginar esos “mercados” que nos manejan en las sombras como una suerte de “Ellos” que con múltiples agentes, más o menos conscientes, están invadiendo nuestras vidas.

Destaca el trabajo de Solano López, poderosamente realista, que consigue captar la terrible claustrofobia que implica estar encerrado primero en tu propia casa, cuya intimidad parece violada al tornarse en cárcel y ya después en los icónicos trajes de buzos caseros que mantiene a salvo a los protagonistas a la vez que le impide acceder a la libertad plena y al verdadero contacto humano. Es sobre todo, que no solo, en estos momentos cuando el cómic parece apostar decididamente por el terror, un terror a lo desconocido, al otro, a dejar la seguridad del hogar, pese a que este se ha tornado en prisión. Sensaciones todas que Solano López consigue transmitir con la atmósfera que crea su trabajo y que completan una obra a la altura de su fama.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Desde la nostalgia, series para el recuerdo VIII.

Segundo y último post dedicado a las series de animación más relevantes de mi infancia/adolescencia. Nos vamos acercando ya al final de esta ciclo de post, en este caso con tres serie indiscutiblemente míticas.


Los Caballeros del Zodiaco: En aquellos lugares donde la ausencia de televisión autonómica retraso la llegada del fenómeno Dragon Ball (que llego, todo hay que decirlo, ya bastante diluido). Los Caballeros del Zodiaco era el anime (dibujos japoneses en mis años mozos que esto del anime es muy moderno) por excelencia. Tremendamente violentos y con multitud de elementos homoeróticos resulta sorprendente que esta serie se emitiese tanto tiempo en horario infantil sin que los de siempre pusiesen el grito en el cielo, eran otros tiempos supongo, tal vez con todo, incluso más libres. En fin, en su momento Los Caballeros eran un autentico fenómeno: cromos (complete el álbum que aún tengo por casa), muñecos (que en su momento eran carísimos...y frágiles, recuerdo que me cargue el primero que tuve sin hacer gran cosa), posters y más tarde el manga (que recuerdo me decepciono mucho). Era una serie de la que siempre se hablaba en el colegio, cada uno tenía su caballero favorito (los míos eran Cisne y Fénix, claro que Fénix le gustaba a todo el mundo), y le tengo especial cariño a la saga de los Caballeros Dorados que seguí con adicción. Hace poco intente revisitar la serie desde el principio y la verdad es que me resulto algo cansina, aún y así siempre quedara para el recuerdo como una serie realmente especial.




Ranma ½: La echaban por la mañana en Antena 3 y además de ser extremadamente divertida y adictiva, también he de reconocer que la veía porque de vez en cuando se escapaba alguna teta lo que en aquellos años siempre era de agradecer, La verdad es que no la he vuelto a ver, ni he leído el manga, pero en su momento si que era un gran fan, nunca me perdía un episodio y por casa deben andar todavía los VHS que regalaban con la Hobby Consolas. Nunca llego a gustarme tanto como Los Caballeros, pero después de esta sigue siendo en anime del que mejor recuerdo guardo, supongo que hoy seguirá siendo igual de divertida.




Los Simpson: Esto ya son palabras mayores. Todavía en antena más pendientes de conseguir algún ridículo récord de longevidad que no en recuperar la inmensa calidad que durante tantos años significaron, Los Simpson son todo un símbolo de la televisión cuya repercusión e influencia supera en mucho los limites de estos breves apuntes. Solo decir que aún tengo vivido el recuerdo de cuando los vi por primera vez, hace muchos años, si no equivoco todavía estaba en la EGB, los daban por La 2 y a la noche, ya que se supone que eran dibujos para adultos, pero precisamente su condición de dibujos hacía que toda la gente de mis edad los viera sin ningún problema. Ese primer episodio fue el de la babysitter ladrona y ya desde el principio dejaba claro que Los Simpson no eran una serie normal. Desde entonces sus episodios más míticos, repuestos una mil veces nos los sabemos casi de memoria, sus anécdotas se han incorporado a nuestra vida cotidiana (quien no ha dicho alguna vez eso de “esto es como cuando Homer.....”) y lo cierto es que por mucho que hayan bajado su nivel, Los Simpson con su permanente incorrección política, sus entrañables personajes y su extravagante dinámica familiar, forman ya parte ineludible de nuestra acervo cultural y eso se lo han ganado a pulso.



Hay muchas más series aparte de estas claro, algunas incluso recuerdo que de chaval me impactaron mucho como David el Gnomo, con cuyo final llore a moco tendido y cuyo opening tiene también un aura especial, por supuesto también están Benji y Oliver con sus ovalados e infinitos campos de fútbol, la ya mencionada Dragon Ball que vi por primera vez en gallego durante las vacaciones de verano, D´Artacan y los tres mosqueperros que conocí antes de saber nada de Alejandro Dumas, Willy Fog y su silbame, Chico Terremoto y su obsesión por las braguitas blancas, la mítica serie de El Quijote, las Pato Aventuras y el Pato Darwing de las tardes Disney, Los Diminutos de los que recuerdo una colección que hice de calcamonias, Los Pitufos de los que no supe que salían de un cómic hasta mucho más tarde, Dragones y Mazmorras a la que muchos años más tardes rememore jugando al rol, el Inspector Gadget y su infinita, pero afortunada torpeza y tantas otras. Pero realmente creo que la selección que he realizado cubre a la perfección las series más especiales para mi en aquellos años tan importantes.

Fuente videos: Youtube.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Esto si que es Batman Holy Terror.

Antes de que a Miller se le ocurriera aquello de Batman: Holy Terror a alguien ya se le había ocurrido hacer un cómic con ese nombre...aunque me da a mi que poco tiene que ver lo que planeaba Miller.

Gracias a Int he podido leer este prestigio concebido bajo el epígrafe Otros Mundos. El cómic con guiones de Alan Brennert y lápices de Norm Breyfogle nos sitúa a Batman en un Estado teocratrico pero de eminente corte fascista en el que el Estado se ha apropiado del control absoluto de la vida y la muerte de los ciudadanos con la excusa de tener a Dios de su parte. En este contexto Batman, tras descubrir la verdad sobre el asesinato de sus padres, se alzará como principal foco de esperanza de aquellos que ansían libertad. Un cómic entretenido, que tiene algunas segundas lecturas muy interpretables como una critica frontal al Estado casi como concepto en defensa de la libertad del individuo. Cuenta además, con algún momento impactante, como el descubrimiento de como el estado logro frenar el advenimiento de una edad heroica y los crueles experimentos que llevo a cabo, además de tener ideas interesantes, aunque no explotadas como ese Superman crucificado. Pero ante todo desataca por dos cosas: el dibujo de Breyfogle (autor de una más que notable etapa con el personaje en los 90, recientemente recopilada por Planeta en cinco tomos), que consigue dotar de gran dinamismo a sus páginas y que dibuja a un Batman por momentos aterrador, y la enésima constatación del poder de un concepto como Batman, capaz de funcionar en mil y un escenarios sin que el personaje sufra daño alguno.

He de reconocer que hasta hace poco desconocía la existencia de este cómic, y que no creo que me hubiese llamado mucho la atención si no llega a ser por el proyecto de Frank Miller que surgió bajo el mismo epígrafe: Batman: Holy Terror para luego transformes en algo no demasiado distinto. Todavía prefiero esperar a leerlo, pero la cosa tiene muy mala pinta (la tenía desde el principio, supongo), tenía la esperanza de que los años transcurridos desde el inicio de la obra y su culminación hubieran templado al autor dando lugar a una obra si ,visceral, al fin y al cabo estamos hablando de Miller, pero más reflexiva, más sutil. Parece que no ha sido y la única esperanza que albergo es que al menos visualmente el cómic sea interesante., las paginas que he podido ver hasta ahora apuntan en esa dirección.

El motivo de todo este rollo es porque no paro de preguntarme como hubiera sido el Holy Terror de Miller si al final lo hubiera protagonizado Batman y si hubiera salido en el contexto en el que nació. Ahora todo es especulación, pero la capacidad adaptación de un personaje (una idea, ya) como Batman a múltiples contextos y su carácter de icono mundial podría haber dotado de fuerza e interés a un cómic en el que no termino de entender porque Miller se limito a cambiar el nombre del personaje y redibujar cuatro cosas . Más cuando a todas luces parece que la obra fue sigue pareciendo un tebeo protagonizado por Batman....o alguien que se le parece mucho vaya, si no iba a usar a Batman tal vez el cambio debió ser más radical.

No se, parece raro ver a Miller equivocándose tanto de tiempo, de contexto y de enfoque, además tantos años después ni siquiera se puede ver a Holy Terror como una obra nacida de la rabia, lo que en su momento hubiera tenido otro significado hoy parece una metedura de pata que no viene mucho a cuento. En fin a estas alturas solo queda por responder preguntas morbosas, del tipo: ¿fue Miller quien desecho la idea de Batman como protagonista para sacar más por royalties?, o por contra ¿fue DC quien dijo que ni de coña Batman iba a protagonizar semejante cómic? En cualquier caso el que Holy Terror haya sido un éxito de ventas y el que una productora cinematográfica haya creado un sello de cómics solo para sacar Holy Terror habla y mucho del estatus y el peso de Miller no solo en la industria del cómic. Lastima que justo ahora haya decido dejar de comprometerse y dejando tirados a los (muchos también) lectores de All Star Batman y Robin, cómic que será lo que sea, pero al menos resultaba tremendamente divertido además de adelantado a su tiempo, miren si no el Catwoman 1 del rollo este New 52 Dcita.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Releyendo a Morrison: Los 4 Fantásticos 1 2 3 4.

Uniendo un poco las dos series que han protagonizados lo lunes de las últimas semanas en el blog (Morrison y los 4F) y agradeciendo a Quemero que en los comentarios de los 4F de Hickman me recordó este cómic, que he de reconocer tenía bastante olvidado, he aprovechado para releer esta miniserie de cuatro números que unió los destinos de Morrison y la primera familia marvelita.

Antes de entrar en la obra en si creo que conviene contextualizarla un poco. Estamos en el año 2001 y se acerca el 40 aniversario de los 4F, la Marvel que asomaba a principios del nuevo siglo parecía sin embargo muy distinta a aquella que surgiría de las paginas del mítico trabajo de Stan Lee y Jack Kirby. A la altura del 2001 Joe Quesada apenas si llevaba un año como editor en jefe y Bill Jemas uno de los presidentes más intervencionistas en el aspecto creativo que se recuerda en la historia de Marvel, estaba empeñado en convertir la antigua Casa de la Ideas en una suerte de Vertigo que diera cabida a todo tipo de autores e ideas que jamas se hubieran asociado con Marvel. A cambio eso si de prescindir de cosas por entonces tan mal vistas como la continuidad o el concepto de universo compartido. Todo esto que hoy parece muy lejano (lo que vuelve a dejar claro la naturaleza cíclica de esta industria) permitió atraer a guionistas que era difícil imaginar en Marvel, entre ellos claro, estaba Grant Morrison.

El guionista de Animal Man venía de hacer una laureada y exitosa etapa en la JLA y mientras se disponía a hacer historia en los X-Men recibió el encargo de hacer una miniserie sobre los 4F que se suponía debía redefinirlos por completo en su cuarenta aniversario. La serie enclavada dentro del sello Marvel Knights (definido entonces como sello para “lectores maduros”, signifique lo que signifique eso) daría plena libertad a Morrison y contaría con lápices de Jae Lee. Un dibujante por entonces muy asociado al sello y que dejando atrás sus noventeros orígenes en obras como Factor X, había alcanzado un estilo fiesta, sucio y algo farragoso que si bien era adecuado para los Inhumanos se hacía algo difícil de digerir en un cómic de los 4F. Pero claro era, o parecía ser, un dibujo “alternativo”, distinto a lo que uno espera en un cómic de superhéroes y eso era justo lo que buscaba la editorial.

A medida que se iba anunciando el proyecto la expectación crecía, se decía que Morrison iba a marcar un antes y un después, que incluso iba a dar la vuelta a los 4F. Todas estas expectativas ignoraban  quien era el escoces y como solía ser su trabajo. Acostumbrado a realizar etapas largas que le ayudan a hacer suyos personajes ajenos, construyendo complejos relatos-ríos que partiendo de la esencia de los personajes y respetando siempre a estos, consigue hacerlos crecer;  se antojaba complicado que en una minserie de cuatro números Morrison diera la vuelta a un concepto con cuarenta años de historia. Y llego la miniserie y las expectativas se vieron defraudadas. No es que 1 2 3 4, sea un mal cómic, que no lo es, (aunque el dibujo de Lee, perjudicado por un color demasiado oscuro que daña su ya compleja narrativa, no ayuda), es que simplemente es un buen cómic de los 4F sin más. Un nuevo enfrentamiento entre estos y el Doctor Muerte, con la participación de Namor y El Hombre Topo, en el que Morrison lejos de revolucionar nada (apenas si tiene tiempo) traza un relato que si de algo puede ser acusado es de excesivamente conservador.

Morrison ahonda y exacerba en la características individuales de cada miembro: la auto compasión de Ben, la egolatría e inmadurez de Johnny, el sentimiento de alienación de Sue (genial el número dedicado a ella en el que esta casi todo el rato invisible reflejando sus estado de animo ante el desapego de su esposo) o la tendencia al aislacionismo y el egoísmo intelectual de Reed. Elementos todos ellos que Muerte usa para trazar lo que pretende ser su victoria definitiva (again). No es este el único tópico en el que cae Morrison. A lo largo de la miniserie, el Hombre Topo vuelve a la sempiterna búsqueda de una reina para su mundo subterráneo y Namor traza una débil y fugaz alianza con Muerte mientras que se vuelve a insistir en la evidente atracción mutua entre Sue y el Principe Submarino. Tópicos todos con los que Morrison pretende homenajear los 40 años de historia de un grupo de imaginautas que al final encuentras su fuerza en aquello que les une frente a los intentos de división de Muerte. Se puede acusar a Morrison de ser demasiado convencional, tal vez poco ambicioso (algo muy poco habitual en su carrera) pero no de no ser fiel a si mismo y a lo personajes con los que trabaja, y es que si algo falla en 1 2 3 4 es tanto la campaña de marketing de una editorial que alimento unos rumores infundados, creando así falsas expectativas, como la elección del dibujante, ya que este cómic pedía un artista de corte mucho más clásico.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Desde la nostalgia, series para el recuerdo VII.

Habiendo ya finalizado el repaso por las series de imagen real más relevantes de mi infancia/adolescencia le toca ahora a las de dibujos animados. Como no quiero que esto se eternice demasiado aquí voy a seleccionar mucho más y solo voy a señalar siete series divididas en dos post. Hay muchas más claro, pero creo que estas son las más relevantes.


Batman TAS: El Batman de Bruce Timm, Paul Dini y su equipo sigue siendo aún a día de hoy una de las series de animación más recordadas y respetadas. No faltan motivos para ello, claro. Batman TAS tal vez sea la representación más clara de los elementos más reconocibles del personaje y su entorno, incluso por encima de la mayoría de sus cómics. Aquí Batman es tan detective como superhéroe, consigue ser un sombrío héroe a la vez que hace funcionar a Robin o a Batgirl a su lado, la relación con Gordon, con Alfred, la espectacular galería de villanos...Todos los elementos que han hecho grande y reconocible a Batman, están presentes aquí y lo están de la mejor de las formas posibles, tanto que incluso algunos personajes como Mr. Frio jamás han encontrado un tratamiento tan adecuado como el esta serie. Serie que además tuvo el merito de crear a personajes como Harley Queen o Renee Montoya que luego tanta relevancia han alcanzado en los cómics, incorporándose de lleno al mito del personaje. Además a todo esto hay que sumar una animación ágil, minimalista y elegante que sigue funcionando a la perfección hoy en día. Todo un clásico por méritos propios.




X-Men de los 90: Por regla general, aunque supongo que habrá excepciones ya que hoy estoy bastante desconectado del mundillo, siempre me ha parecido que los productos de animación de DC eran bastante superiores a los de Marvel, y creo que la comparación de esta serie (al menos en los que a términos de animación se refiere) con la de Batman lo muestra a las claras. En todo caso aún tengo el recuerdo vivido del grito de alegría que pegue cuando en Tele 5 anunciaron que emitirían esta serie, en mi casa me miraron como si estuviera loco, je, je. Luego la verdad es que la serie no la seguí tanto como quería (la tardes estaban para otras cosas) pero si recuerdo que la serie estaba bastante bien, era relativamente fiel a los cómics y tenía un opening cuya melodía no se muy bien porqué se me quedó pegada a la cabeza asociada siempre a los superhéroes. En fin una serie que en su momento me ilusiono mucho y aunque luego la ilusión se desinflo pronto si es verdad que para mi sigue siendo una serie especial de la incluso conservo algún VHS y todo.




Spiderman de los 90: Recuerdo que la daban en Antena 3 por la mañana los fines de semana por lo que en su momento si la pude ver más o menos de seguido, Era una serie bastante fiel a la esencia del personaje, que tenía una buena animación, fluida y ágil, aunque de nuevo me parecía bastante lejos del Batman TAS. Tengo especial cariño a un par de episodios en los que salia Daredevil, al que conseguían captar muy bien, los episodios no eran especialmente llamativos, la típica confrontación entre los héroes por una confusión que sin embargo termina en alianza y amistad, pero como digo reflejaba muy bien a Daredevil y construía una interesante relación con Spiderman. En fin otra serie mítica que de nuevo tenía el merito de respetar al personaje y su esencia a la par que conseguía encontrar su propia identidad.




Gárgolas: Esta la daban por La 2 a eso del mediodía más o menos por lo que la podía seguir bastante bien. La tendría que revisar pero la recuerdo como una serie de animación impecable, llena de personajes carismáticos (en especial el líder de las Gárgolas, Goliath) y con un trasfondo realmente llamativo, con un clan de Gárgolas medievales traicionadas y hechizadas que tras pasar más de mil años en “hibernación” despiertan en New York en pleno siglo XX. Bastante dramática y con una violencia si no excesiva si patente, Gárgolas parecía una serie más “adulta” por decirlo de algún modo (aunque no se si esta sensación se mantendría hoy en día), de las pocas americanas que en estos términos podía competir minimamente con las japonesas. Me gustaba especialmente por como sabía mezclar elementos mitológicos con otros más actuales, como sabía jugar con su estructura temporal (con historias ambientadas en el pasado, flashback...) y como parecía que detrás de todo había una gran historia. Una serie que tendría que revisar completa un día de estos.



Fuente Videos: Youtube.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Criminal: Los Pecadores.

Hace poco se ha anunciado el proyecto de llevar al cine el primer arco argumental de Criminal de de Brubaker y Sean Philips, resulta interesante que un cómic con tantas referencia filimicas, tanto en guión como en dibujo termine siendo adaptado al medio del que tanto bebe. En fin aprovechado la noticia y que tenía pendiente la reseña desde el año pasado he releído el quinto y por ahora último tomo de la serie, Criminal: Los Pecadores.

Criminal ha sido casi desde el principio un manual de estilo sobre el noir. Lejos de la descarnada pero irreal violencia del Sin City de Frank Miller, del posmodernismo de 100 Balas de Brian Azzarello y Eduardo Risso o de la actualización en otro contexto del Scalped de Jason Aaron y R.M. Guéra; Brubaker y Philips han optado por un enfoque eminente clásico en fondo y forma que en ocasiones ha resultado ser demasiado repetitivo precisamente por su excesivo clasicismo que ha llevado a la serie hacia caminos previsibles. Dentro de este contexto, este quinto tomo tal vez sea el que más se aleja de los esquemas más conocidos del noir para, aún siendo un relato claramente enmarcable en el genero, que cuenta con la mayor parte de sus ingredientes, contar una historia distinta a las que se han podido ver hasta ahora.

Criminal: Los Pecadores recupera a Tracy Lawless, personaje que protagonizará el segundo tomo de la colección, para mostrarnos que paso después de verse obligado a asumir el destino que había querido evitar durante toda su vida, y lo hace en una historia que se adentra a su manera en las posibles causas y consecuencias del vigilantismo y el seguidismo sin limites a un líder carismático. Brubaker cuenta la historia a través de una investigación detectivesca clásica en la que nada es lo que parece y Philips por su parte consigue transmitir la suciedad y la desesperanza en la que se mueven unos personajes limites que solo intentan encontrar un poco de felicidad en un mundo en el que siquiera soñar con algo así es ya todo un desafio.

La historia contada en todo momento desde el punto de vista de Lawless nos muestra un hombre atrapado entre su sentido del honor y el deseo de alcanzar una libertad que parece que nunca conseguir, al estar su camino siempre a expensas de otros, ya sea su padre, el ejercito, su hermano o Hyde, el bastardo capo con el que se ve obligado a colaborar para saldar las deudas contraídas. Incapaz de convertirse en un mero sicario sin cerebro; Lawless es alejado de los trabajos más físicos y recibe el encargo de investigar la muerte de varios gansteres a lo largo de toda la ciudad.. La investigación irá por caminos inesperados y tendrá consecuencias tanto para Lawless como para todos aquellos que le rodean.

El desarrollo de la historia, el dibujo, los personajes y el enfoque dado a la misma, enlazan directamente con los elementos que se suelen manejar en Criminal, sin embargo es el tema elegido el que permite que este cómic sea en cierto modo distinto a lo que hasta ahora había venido siendo la colección, lo cual sin duda es de agradecer. Más ahora, claro, estando como estamos en un época en la que el guionista parece haber perdido parte de su toque, su Capitán América hace demasiado tiempo que ha perdido la intensidad y la fuerza que llegó a tener y los Vengadores Secretos son como poco decepcionantes, lo que convierte esta serie (o Incognito también para el sello de adultos Icon de Marvel) en el refugio del mejor Brubaker. Que este busque nuevos enfoques, que trate de que la colección no se estanque es una buena noticia, la mala claro es lo poco que se prodiga esta serie, aunque si siempre que lo haga es con esta calidad no hay mucho por lo que quejarse.