martes, 28 de abril de 2009

Lo mejor del 2008: Promethea de Alan Moore y John H. Williams III.

Finalizando ya el repaso (a falta de un balance global) a lo que para mí ha sido lo mejor del 2008 en el mundo del comic le toca el turno ahora a Promethea, cuyos últimos números permanecieron inéditos por años en España hasta que Norma por fin los recopilo el año pasado.

Si toda obra en cierta medida nos dice algo de sus autores, en Promethea tenemos una aproximación muy clara al pensamiento filosófico-mágico de Alan Moore, a su forma de ver la realidad y a su creencia en la capacidad del hombre para transformarla con sus acciones.

Acompañado por un deslumbrante John H. Williams III; Moore realiza en Promethea uno de sus trabajos más personales; en ocasiones desbordante, en ocasiones difícil de seguir, pero siempre brillante, Promethea, avatar de la imaginación pura, es el vehículo que el genial barbudo inglés usa para guiarnos por la cábala, el Tarot, el mundo de la imaginación (tan “real” para el autor como lo que nosotros percibimos como realidad, condicionada siempre por la acción del hombre) y su particular visión del cielo y el infierno.

Usando con descaro y alegría la estética más puramente superhéroica (mezclada con cierto aire pulp tan propio de la línea ABC), Promethea es ante todo un viaje de conocimiento que culmina en un apocalipsis que no es sino un nuevo comienzo, Moore cierra en Promethea el universo que trato de construir con la línea ABC Comics solo para dejar entreabierta la posibilidad de que otros autores tras él sigan su legado, algo que salvo ocasiones puntuales, apenas si se ha producido y que el propio autor, antes de su enésimo enfrentamiento con DC, (propietaria de Wildstorn), no descarto.

Sea como sea, la grandeza de Promethea, más allá de la fuerza del concepto de base (un legado transmitido de generación en generación que simboliza la imaginación pura), radica en la facilidad con la que Moore consigue presentarnos su modo de ver la vida sin tratar de aleccionar a nadie ni mostrarse como un profesor creído que se dirige a sus ignorantes alumnos, Promethea es un comic fantástico, lleno de momentos dramáticos, acción superhéroica, caracterización de personaje y buenos diálogos, además de estar excepcionalmente bien dibujado por un John H. Williams III lleno de garra y elegancia, que convierte cada página en un diseño conceptual y que le da el tono justo para convertirla en una autentica maravilla visual, con un enfoque y un diseño muy distinto a lo que normalmente estamos acostumbrados a ver en el comic comercial americano, convirtiendo Promethea en una obra que tanto en forma como en fondo busca la innovación de manera continua.

A lo largo de los 32 números que componen la colección, Moore y Williams nos enseñan el origen del legado de la protagonista, sus distintas encarnaciones a la lo largo de la historia, enfrenta a una Promethea con otra por la posibilidad de ser la Promethea del siglo XXI y convierte al personaje en heraldo de un apocalipsis que no es lo que parecía ser, todo esto mientras acompañamos a las protagonistas en un viaje en busca de sí mismas, de su destino y de la compresión de dos mundos, el material y el inmaterial, el de la imaginación, del que Promethea es símbolo y estandarte, y el que a las claras Moore parece preferir.

En fin un comic que como todas las buenas obras de Moore (y Promethea está sin duda entre sus mejores trabajos) está cargado de matices y gana con cada relectura, aunque (y como viene siendo habitual en el autor inglés), en ocasiones la excesiva “perfección” que busca el comic hace difícil, si no empatizar si cuando menos emocionarte con la obra, de nuevo Moore apela a la cabeza y se olvida del corazón, lo que no quita que Promethea sea una de las obras más interesantes salidas del comic comercial americano en lo que va de siglo

Criminal, los muertos y los moribundos.

La que fue sin duda una de las mejores lecturas del 2008 tiene su continuación en esta tercera entrega de una colección que de momento se sitúa entre lo mejor que he leído en lo que va de 2009.

Ambientado en los años 70, Criminal, los muertos y los moribundos se estructura en torno a tres relatos independientes que se entrecruzan para formar una historia global, de nuevo y al igual que sucedía en anteriores ocasiones el relato tiene relación directa con los otros dos arcos argumentales de la colección ya que aquí conocemos de donde vienen algunos personajes secundarios de esos arcos.

La primera de las tres historias se centra en la figura de Jake “Gnarly” Brown (quien luego será propietario del emblemático bar Undertow, clave en las dos entregas anteriores), prometedor boxeador que ve condicionadas su carrera tanto por las decisiones de su padre (algo recurrente en Criminal) como por enamorarse de la mujer equivocada, Danica Briggs. El segundo relato cuenta con la presencia central de Tegg Lawless (padre de Tracy, protagonista del segundo tomo), un veterano de guerra, extremadamente violento y de vuelta de todo que se verá metido en un lío más grande de lo que puede manejar al robar a la persona equivocada (es curioso, el mismo error que años más tarde cometería su hijo, de nuevo las relaciones paterno-filiales aparecen como claves en la colección). El tercer relato se centra precisamente en Danica Briggs, una inocente muchacha tornada en mujer fatal que termina pagando muy caro el error de haber elegido el hombre equivocado años atrás.

Las tres historias funcionan independientemente, pero juntas completan un fascinante puzle de relaciones humanas torcidas, anhelos inalcanzables y venganzas nunca conseguidas. Danica pudo elegir en su momento a Jake, pero se enamoro de su mejor amigo Sebastian Hyde, hijo del líder mafioso local, al que el padre de Jake ayuda de manera vital a llegar allí. Jake pudo olvidar a Danica y no humillar a Sebastian en público. Tegg Lawlees pudo haber investigado a quien quería robar Danica antes de meterse en algo que le venía grande, ninguno lo hizo y su destino quedo sellado y entrelazado.

De nuevo y al igual que en los tomos anteriores, Criminal, los muertos y los moribundos es ante todo un comic de género negro en el sentido más clásico del término, Brubaker y Philiips trabajan y se mueven con convenciones, con tópicos, con cosas que suenan a ya leídas, no hay nada nuevo en Criminal…y sin embargo resulta cada vez más impactante lo bien que esta contado todo, lo bien que Bru define a un puñado de perdedores que saben que su destino es trágico, pero que aún así lo asumen e incluso tratan de combatirlo, lo bien que Philips recrea el ambiente sórdido y de decadencia en unas viñetas plagadas de fuerza y buen hacer.

En fin un comic magnifico para los amantes del género negro, que como siempre viene complementado por interesantes artículos, sobre películas, autores o libros que han hecho del género lo que es hoy en día.

miércoles, 22 de abril de 2009

El Flash de Mark Waid.

Aunque ahora parezca una broma (visto lo que DC está haciendo con el personaje), hubo un tiempo en que Flash significaba calidad, un tiempo en el que Flash era sinónimo de superhéroes de toda la vida, un tiempo que se inicio con la llegada de Mark Waid a la colección del velocista escarlata.

Es curioso la perspectiva que da el tiempo, el Flash de Mark Waid es uno de esos comics míticos situado junto al Superman o los 4F de Byrne, el Thor de Simonson o la Wonder Woman de George Pérez en el Olimpo de los comics de superhéroes de los 80 (solo que escrito en los 90), leído hoy en día, no deja de ser un buen comic de superhéroes bien escrito, a veces bien dibujado, clásico en forma, fondo y espíritu que situado en otro contexto no hubiese sido tan revolucionario como parece que fue en su momento.

Y es que el Flash de Mark Waid se sitúa en los 90, una época de la que ya hemos hablado mucho por aquí, y en la que la corriente general entre las majors americanas, arrastradas por las especulación y el éxito de Image fue la del “héroe” duro, oscuro y con los dientes apretados que en gran medida fue también producto de la mala interpretación de obras cumbres como DK o Watchmen, en fin en este desolador panorama, apareció un por entonces semidesconocido Mark Waid, y desde las páginas de una serie regular demostró que los comics de superhéroes podían seguir siendo eso, comics protagonizados por gente disfrazada con superpoderes, que no dudan en usar sus habilidades para ayudar a los demás, combatiendo villanos sin necesidad de matarlos; si podemos hablar de que mantienen el status quo, de que se repiten de que si patatin patatan, pero el tema es ese, gente disfrazada dotadas de superpoderes haciendo cosas heroicas a la vez que tratan de vivir una vida más o menos “normal”.

Esto es esencia el Flash de Mark Waid; en los 80 hubiese sido un buen comic sin más, en los 90 se convirtió en un clavo ardiendo al que se agarraron los seguidores del género para sentir que todavía había esperanza.

Contextualizando un poco el asunto, Waid se hace con el personaje en torno al número 60 de la colección, cuando Wally West, el heredero de Barry Allen (que sacrifico su vida para salvar el universo durante las Crisis en Tierras Infinitas) había tomado el papel de Flash, durante los 60 números anteriores, Wally no había terminado de asentarse como héroe ni había asumido por completo su legado, así que la labor de Waid fue clara, demostrar que Wally West era Flash, y desterrar si no el recuerdo si la permanente sombra de Barry Allen sobre el personaje.

Para conseguir esto Waid asentó su larga etapa sobre unos pilares muy claros: su relación con Linda Park que culminaría en boda, su relación con la “familia Flash” (Jay Garrrick, su tía Iris, Max Mercury…) a la que incorporaría a Bart “Impulso” Allen, sobrino de Barry llegado del futuro, y la exploración de un concepto creado por el propio Waid, el de la fuerza de la velocidad, una especie de energía mística de al que provenían los poderes de todos los velocistas, y con la que Wally llegaría a sintonizar tanto que terminaría por convertirse en Flash más poderoso de todos los tiempos y épocas.

La etapa, Waid (primero en solitario luego en compañía del antiguo editor Brian Augustyn, y con un descanso de más o menos un año de por medio, donde se encargarían de los guiones Grant Morrison y Mark Millar), se estructura en grandes sagas, con números intermedios de descanso, en los que Flash y sus aliados harán frente a amenazas tan diversas como Cobra, Azul Cobalto o la Galería de Villanos, viajarán al corazón de la fuerza de la velocidad y saltaran de época en época como quien cambia de autobús; el Flash de Mark Waid es así, un comic de superhéroe puro, con una buena caracterización de personajes, una evolución continua de sus protagonistas principales (el Wally que empieza su etapa poco o nada tiene que ver con el que la termina, mucho más sabio en todos los aspectos), acción a raudales, sorpresas monumentales, vueltas de tuerca y giros argumentales que aunque casi siempre dejan las cosas como estaban (cambiar todo para que todo sigua igual), permiten disfrutar con intensidad del viaje.

A los dibujos contamos con una gran cantidad de artistas donde destacaran los españoles Carlos Pacheco, Oscar Jiménez o Salvador Larroca (en alguno de sus primeros trabajos para el mercado americano) el añorado Mike Wieringo o veteranos de la solvencia de Paul Ryan, también hay artistas bastante más mediocres pero en general el nivel es bastante alto.

En fin una serie muy interesante, enormemente beneficiada por el contexto en el que surgió y que sin duda merece la pena leer, en cuanto a la edición de Planeta en los polémicos minitochales, la verdad es que hubiera preferido que la sacaran en plan JLA/JLE/JLI, tampoco había prisa, pero bueno no me parece una mala edición, siempre y cuando se adquiera poco a poco y con paciencia.

martes, 21 de abril de 2009

Se presenta la candidatura de Carlos Giménez para los premios Príncipe de Asturias.


Me pasan la siguiente nota de prensa:

“El próximo viernes 24 de Abril, tendrá lugar la presentación oficial de la candidatura de Carlos Giménez al premio Príncipe de Asturias de las Artes, propuesta por Carlos Pacheco y Rafa Marín y presentada oficialmente por la Semana Negra de Gijón.

Esta candidatura viene avalada por la Universidad de Cádiz, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada, la Semana Negra de Gijón, los salones internacionales del cómic de Barcelona, Madrid, Granada y Avilés, así como destacadas figuras del arte y la cultura de diversos países.

La proyección de Carlos Giménez en el mundo de la historieta es universal. Su aportación al desarrollo y la evolución artístico-social del medio está fuera de toda duda. Se trata de uno de los mejores autores de la historia mundial del cómic de todos los tiempos y su trabajo a lo largo de toda su carrera en obras tan significativas como Paracuellos 36-39, Barrio o Los Profesionales, ha marcado a toda una generación con su magnífica narrativa, por lo que no es de sorprender que toda la industria del tebeo se haya volcado en dar su apoyo de este genial artista.

El acto tendrá lugar el día 24, a las 11:30h en el Pabellón de Las Naves del Español, en el Matadero de Madrid, que ha sido cedido por el Ayuntamiento como muestra de interés por la candidatura de este autor nacido en el barrio de Embajadores.”


Pues nada una alegría, y a ver si se consigue, Carlos Giménez se lo merece sin ninguna duda.

Daredevil: Historia de un hombre sin miedo: Parte CIII: Dibujantes sin miedo III.

Tercera parte de los post dedicados al hombre sin miedo, en este caso con algunos de los dibujantes más importantes y talentosos que han pasado por las páginas del personaje, que por otra parte no puede quejarse en este aspecto.



Klaus Janson: Entintador durante la primera etapa de Miller en la colección, Janson se ocuparía de acabar los bocetos y finalmente del lápiz completo en los últimos números de esta etapa además de ser el dibujante de los primeros números de la etapa O´Neil, en concreto Janson dibujaría los Daredevil volumen I números 173-190 y 192-197.

Más conocido en su faceta de entintador (donde realiza una excelente labor, aunque al dejar tan marcada su impronta no es un entintador para todos los dibujantes, adaptándose como un guante a gente como Miller o Romita Jr.) que no en la de dibujante, su nombre en la industria estaría, al menos en sus inicios, ligado al de Miller además de por su colaboración en Daredevil por ser el entintador de DK.

Dibujante dotado de una solida narrativa, con un trazo feista en apariencia descuidado y con gran dominio de los juegos de luces y sombras, su labor como dibujante además de al cuernecitos se asocia sobre todo a Batman(a lo largo de diferentes miniseries y en su variadas series regulares, destacando sobre todo “Gotico” en Legends of Dark Knight con guiones de Grant Morrison)y Punisher.

Willian Johnson: Dibujante de la colección en el “interregno” que supuso la marcha de Janson y la llegada de Mazzuchelli, Johnson sería el encargado de dibujar el mítico Daredevil 2000 que con una gloriosa portada de John Byrne supuso el regreso de Bullseye, bajos sus lápices encontraríamos los Daredevil volumen I 197-202, el 205 y el 207.

Autor de esquiva y oscura trayectoria, sus lápices pueden ser vistos en colecciones tales como GIJOE, Amazing Spider-man o Conan el Barbaro, autor gris aunque eficaz su labor como dibujante si bien no ha pasado a la historia si merece ser recordada como uno de esos artistas que pulularon por las grandes editoriales y que sin llegar a hacerse un hueco en la industria si realizaron un digno trabajo.



David Mazzuchelli: Dibujante de los Daredevil volumen I números 206, 208-217, 220-223, y 225-233, ver su evolución en las páginas del hombre sin miedo fue un autentico privilegio, su presencia, contribuiría de manera decisiva a convertir Born Again en el mejor comic de la historia del personaje.

Curioso lo de este artista, encumbrado al éxito por su labor en Daredevil y posteriormente (de nuevo junto a Miller) con Batman: Año Uno, Mazzuchelli abandono el comic comercial para iniciar una prometedora carrera como autor independiente de la que apenas si saldría diversas páginas para antologías y la adaptación de un relato de Paul Auster llamado City of Glass, demasiado poco para un artista lleno de talento y dotado de una inmensa capacidad narrativa.

Louis Williams: Dibujante de los Daredevil volumen I números 237, 239-240 y 243-244, fue lo más parecido a un dibujante regular con lo que contó Ann Nocenti antes de la llegada de John Romita Jr., lo cual no es mucho decir habida cuenta la cantidad de números que dibujo.

De nuevo en la línea de Willian Johnson nos encontramos ante un artista de escasa y difusa carrera en esto de los comics cuyos trabajos más destacados precisamente sea su colaboración con Nocenti en Daredevil, autor de estilo clásico fue el dibujante de gran parte de los comic del personaje que permanecen inéditos en España.



Rick Leonardi: Dibujante de los Daredevil volumen I 248-249, 277, 354, 356 y 377, su colaboración con el personaje dice mucho (al igual que en el caso de Sal Buscema) de su carrara entre las grandes del comic americano.

A pesar de innegable talento, y de que no es un dibujante lento, lo cierto es que Leonardi, más allá de Spiderman 2099 junto a Peter David y en menor medida Capa y Puñal con Bill Mantlo apenas si ha tenido la posibilidad de realizar una etapa más o menos amplia en alguna colección, autor por tanto que ha pasado por mil y un colecciones, bajo sus hábiles lápices (cargados de angulosidad, buen ritmo narrativo y excelente dominio de la composición de página) han pasado coleccioness como Amazing Spider-man, Uncanny X-Men o Nightwing.



John Romita Jr.: No deja de ser curioso que un dibujante (y un apellido) tan explícitamente ligado a Spiderman haya realizado (aún a día de hoy) uno de sus mejores trabajos para Daredevil (por otra parte el personaje favorito de su padre), Romita Jr. sería el encargado de dibujar los Daredevil volumen I números 250-257, 259-263, 265-276, y 278-282, además de ser el dibujante de la miniserie de cinco números Daredevil: El hombre sin miedo, donde bajo guiones de Miller se recontaba el origen del personaje.

Ser hijo de un artista tan legendario como John Romita Sr. puede ser tanto una ventaja (de cara a abrirte puertas) como una desventaja (la eterna comparación, y más si no se da la talla), el que a Romita padre se le haya añadido el Sr. después del nombre muestra a la claras la importancia y calidad de su hijo, que le han llevado si no a superar si cuando menos a igualar la importancia su importancia para la Casa de las Ideas.

Tras unas primeras (y algo verdes todavía) colaboraciones en Spiderman, Romita Jr. se haría un hueco en la industria gracias a su magnífica etapa en Iron Man junto a Micheline y Layton (cuyo entintado realzo sus lápices), después regresaría a Spiderman para marcarse una brillante etapa junto a Roger Stern para pasar a los X-Men de Claremont, donde su estilo anguloso y algo sucio en ocasiones no termino de convencer del todo en su momento, sería Daredevil la colección a la que acudiría a lamerse las heridas y consagrarse definitivamente como una superestrella, y a partir de ahí apenas si ha habido personaje Marvel que no haya tocado: de nuevo Iron Man(con guiones de Byrne) y los X-Men (dibujando el mítico Uncanny X-Men 300), multitud de etapas en Spiderman (especialmente significativa su colaboración con JMS), Hulk (destacando su etapa con Bruce Jones o World War Hulk), Thor (en los inicios de la larga etapa de Dan Jurgens en la colección), Los Eternos (junto a Gaiman) etc, etc.

Un autor polifacético y cargado de fuerza, cuyo trabajo recuerda más a Kirby que a su padre; sin Romita Jr. sería imposible imaginar la Marvel no ya de los últimos años, si no de las últimas décadas un autor que a lo tonto ya lleva 30 años dando lo mejor de si en cada proyecto y siendo aún hoy uno de los mejores artistas de la editorial.

jueves, 16 de abril de 2009

Panini muestra una vez más su verdadera cara.

Como dice Guevillos en los comentarios del blog de Yota, es la naturaleza del escorpión, no debería sorprendernos de que pique, pero la verdad es que jode y bastante.

No hace mucho alababa yo por aquí lo bien que Panini estaba haciendo las cosas últimamente, vale se habían cargado las BM, los coleccionables, habían sacado una nota donde aducían no haber subido los precios en cinco años cuando solo llevaban dos en España (¡incluso la metieron en las BM que habían subido tres veces en un años!), sacaban comics editados una sola vez hace casi 20 años en tomos de superlujo…y luego dejaban tirados a sus compradores etc, etc, etc, sin embargo en los últimos tiempos las cosas parecía tomar, no sé, otro aire, habían salido los Marvel Gold, buenos comics, en buenas ediciones a buenos precios, había escuchado un poco a la gente pasando de los tomos de tres números y sacándolos en grapa con lo que el ahorro era claro, los BOM se habían reducido a la mínima expresión y solo para reeditar cosas editadas hace relativamente poco tiempo, y en teoría más fáciles de pillar en otros formatos, habían mejorado enormemente (aunque por vía indirecta) su comunicación con el lector, en fin que la cosa pintaba bien.

Una de las ideas más brillantes fue la del nuevo formato económico, a medio camino entre la grapa y el tomo, el formato consistía en sacar series a periodicidad fija (cuatrimestrales), con los mismos números (4) y al mismo precio (5,95), una idea cojonuda, alguna mente malpensante (vale yo) dijo aquello de “ey, si sacan pasta a 5,95, ¿nos han estado timando con esos bonitos tomos de 4 números a 7,75?”, pero en general la idea era buena, así que un mini punto para Panini….pero claro la cosa se ha ido al garete cuando resulta que en el segundo número las coles implicadas pasan a valer los clásicos 7.75 (caso de Cable o Jóvenes X-Men), o les suben el número de páginas (caso del Capitán Britania), y las tratan como tomos “normales”, lamentable, realmente lamentable, lo jodido del tema es que cuando sacaron la línea nueva bien que se vanagloriaron "el precio será de 5,95 € por 96 páginas, lo que deja cada episodio alrededor del euro y medio. Piensa que un tomo convencional de 96 páginas suele tener un precio de 7,75 €, con lo que el ahorro es evidente, sobre todo para el lector que está tan enganchado a Marvel que no deja escapar ninguna serie. Ese lector se merece todo nuestro apoyo con medidas como ésta", decían entonces, y ahora, ¿dónde están?

En fin es espera de que todo se trate de un error (ja) o de que den una respuesta convincente en alguna futura entrevista (más ja todavía), lo cierto es que no encuentro motivo razonable ni siquiera en las ventas (¿no dijeron, cuando ya habían pasado meses y meses y meses del fin de la BM: Motorista Fantasma que todavía estaban recabando datos sobre sus ventas?, ¿es que ahora en un par o tres de meses ya saben cómo va el percal?), así que nada otro palo para Panini, a reducir gastos, fuera Cable, fuera Jóvenes X-Men, y de paso fuera Guardianes de la Galaxia y fuera Bill Rayos Beta, ya los leeré por “otros medios”, cuanto menos tomo Paniniesco mejor que mejor, estoy harto, realmente harto.

miércoles, 15 de abril de 2009

Lo mejor del 2008: Lost Girls.

Continuando el repaso a lo mejor del año pasado llegamos al segundo escalón del podio con la obra de Alan Moore y Melinda Gebbie, Lost Girls, una de los comics más polémicas del barbudo inglés.

Hacer un comic porno teniendo como protagonistas a tres de las féminas más conocidas de la literatura universal (Alicia de Alicia en el Pais de la Maravillas de Lewis Carroll, Dorthy del Mago de Oz de L. Frank Baum y de y Wendy del Peter Pan de James Barry)puede no ser algo demasiado novedoso pero claro si Alan Moore está detrás del asunto uno puede esperar algo más que mero sexo sin pausa…además claro de tener la excusa de que no estás comprando porno sin más diciendo aquello de: “no si es de Alan Moore, y es muy profundo -je,je- y tal”.

Bromas aparte, Lost Girls se antoja como una obra típica de Moore, o al menos del Moore de los últimos tiempos, una obra que enlaza en cierta medida con la Liga de los Caballeros Extraordinarios, en el sentido de que Moore usa personajes clásicos a los que adapta a sus necesidades para mostrar su habitual discurso de tolerancia y denunciar la hipocresía de muchos de los valores de la sociedad occidental actual.

Así Lost Girls narra el encuentro de las tres protagonistas en un lujoso hotel de la Europa previa a la I Guerra Mundial (contexto este que al final tendrá su importancia), allí y con la complicidad del regente del hotel y su personal, los tres personajes centrales narrara su despertar a la sexualidad a través de historias que aportan un punto de vista muy distinto a los relatos clásicos de donde proceden las protagonistas; Moore mueve con habilidad las piezas y nos presenta unas formas de afrontar y ver el sexo muy distintas y no por ello incompatibles, así nos muestra una Alicia fuerte y segura de sí misma, pero que tuvo una primera experiencia sexual cuando menos traumática, una Wendy tímida y apocada y que se aún hoy tiene problemas para superar su represión y narrar sus primeras experiencias, y una Dorothy desatada, una autentica fuerza de la naturaleza dispuesta a probar de todo para satisfacer sus enorme apetito sexual.

A partir de aquí Lost Girls se torna en un relato donde se muestra el sexo con naturalidad, se habla de su fuerza liberadora, de su capacidad para eliminar las barreras, e incluso se tocan temas polémicos como el incesto o el sexo con menores de edad, Moore transmite un mensaje de respeto y de defensa de la libertad (mensaje que fácilmente puede ser malinterpretado y es que en ocasiones Moore juega con fuego) mostrando el contraste con el triste final cuando la guerra llega al hotel, una guerra que causara millones de muertos por nada, y que sin embargo la gente parece aceptar mejor que la libertad sexual que cada cual quiera ejercer.

En lo que al trabajo de Melinda Gebbie respecta, bueno realmente es funcional y adecuado para lo que Moore quiere contar, no es un trabajo preciosista aunque si transmite cierta elegancia, y en general no desentona con una obra de carácter optimista pese a su oscuro final.

Realmente Lost Girls es un relato sencillo, bien construido (aunque tal vez alargado en exceso) con el que Moore parece querer decir que cualquier género(incluso el porno) es válido para transmitir una idea para contar una historia, siempre y cuando haya voluntad de ello, en este caso se juega con la idea de cómo algo tan natural como el sexo es casi tabú mientras que la violencia salvaje (representada en este caso por una cruel guerra) es casi universalmente aceptada.

En fin no es la mejor obra de Moore, pero si es un relato interesante que merece la pena…siempre y cuando estés dispuesto a ser esquilmado por Norma y su incomprensible política de precios.

martes, 14 de abril de 2009

Los 7 Soldados de la Victoria.

Aprovechando que por primera en mucho tiempo estoy totalmente al día de mis lecturas comiqueras (en lo que sin duda influye que la pasta que dedico a ello se ha visto reducida de forma considerable) y antes de ponerme con el segundo libro de Canción de Fuego y Hielo, he decidió practicar ese placer tan en desuso (al menos por mi parte, con la excepción de Daredevil, claro está) pero tan gratificante como es el de la relectura, en concreto dos son las obras que me apetecía releer (y sobre las que quería escribir), la primera; estos 7 Soldados de Morrison y compañía.

A la altura del 2005 (creo recordar) el UDC tenía una pinta magnifica, el impacto de Crisis de Identidad había traído consigo toda una inercia positiva que hacía que por entonces DiDio “molase” y algunos marvelitas de pro incluso deseasen que acabara en Marvel, sea como sea, por aquella época y en medio del percal (o antes ahora no lo recuerdo muy bien) que al final fueron las Crisis Infinitas, Morrison (que casi siempre que va a su bola demuestra porque esta a años luz de meros artesanos como Johns, Busiek o Waid) se le ocurrió montar su particular evento en torno a los 7 Soldados de la Victoria.

Morrison aficionado confeso a la época más clásica de la editorial, recuperaba de esta forma un viejo concepto hace mucho tiempo en desuso y del que le llamaba la atención sobre todo (según sus propias declaraciones), la evidente sonoridad del nombre (Seven Soldiers of Victory en inglés, sin duda suena muy bien), así las cosas y tras un poco de investigación Morrison pergeño el evento con una serie de premisas, un número prologo de presentación del concepto, siete miniseries de cuatro números, que se podían leer independientemente pero que formaban parte de un todo global, y un número final de resolución de la trama, a esto se unía la particular idiosincrasia del grupo en cuestión: siete héroes (alguno no tan héroe, alguno héroe a su pesar) enfrentados a una amenaza gigantesca, que solo se encontrarían (si se encontraban) al final, y cuyo elenco escondería un traidor y una futura víctima.

La publicación del comic en España (sin duda hubiera sido mejor la grapa, pero no se le pueden pedir peras al olmo) se hizo mediante los dos correspondientes especiales, y una miniserie mensual en tomo que recopilaba los cuatro números USA del personaje en cuestión, no se siguió así el camino tomado en los USA al menos en un principio donde se recopilo todo por orden de salida lo que llevo a mezclar miniseries, esto que no deja de tener sentido (al fin y al cabo se trata de un evento global), se mostro como un error desde el momento en que Morrison se esforzó por que aquello de que las minis “se podían leer independientemente” no fuese una mera frase publicitaria si no una realidad, lo que demuestra a las claras que Pda acertó en su decisión aunque tal vez no tanto en el orden, ya que Zatanna no parecía la mejor candidata para el primer número, pero claro se entiende al ser el personaje, (junto a Mr.Milagro, que por fuerza había de ser el último), más conocido.

Entrando ya en el tema, Morrison no se anda con rodeos y ya en el primer número (dibujado, al igual que el último número, por el magnífico, aunque a veces algo confuso, J.H Willians III) plantea la premisa sobre la que se basa la serie, jugando con algo tan común en su obra (y que pocos autores dominan tan bien como él), como es la ruptura de la cuarta pared, Morrison nos presenta un grupo de siete héroes que al final solo son seis (mal augurio sin duda) que tratando de derrotar lo que creen es una simple araña gigante, acaban siendo vendidos y asesinados por algo mucho más grande, los Sheeda, que después de milenios llegan para recolectar lo que otros han sembrado: Morrison crea aquí un concepto brillante, una raza de insondable poder(al principio no canceremos su origen, cuando lo sepamos no podemos si no alabar la genialidad del escocés), de la que parecen provenir los cuentos y leyendas sobre hadas, elfos y demás (resultado de un arraigado recuerdo racial), que cuando una civilización humana llega a su apogeo, acude a recolectarla, haciéndose (absorbiendo), todas sus creaciones , toda su magia y toda su esencia, y dejando unos pocos supervivientes solo como semillas para iniciar un nuevo ciclo, así habrían caído la primera época de los héroes o el primigenio Camelot y ahora le toca el turno al siglo XXI.

A esta brutal amenaza habrán de enfrentarse los 7 Soldados de la Victoria, claro que la mayoría de ellos sin saberlo, aquí es donde tal vez Pda debería haber empezado por el Caballero Brillante y no por Zatanna, ya que es en esa miniserie donde el concepto y la trama global se ve más a la claras.

A lo largo de las distintas miniseries, Morrison juega tanto con la idea del superhéroe posmoderno (terapias de grupo para supertipos, convenciones de superhéroes para secundones, pornografía superhéroica, el superhéroe como fenómeno social etc), como con la del héroe más clásico (caso sobre todo del Caballero Brillante, Mister Milagro o en menor medida, Zatanna), esto es el bien contra el mal, el héroe dispuesto a darlo todo por algo más grande que él mismo, etc, todo ello aderezado por una actualización de multitud de conceptos de la prehistoria de DC, que toman otro matiz y otra grandeza bajo la desbordante imaginación morrisoniana (la banda de repartidores sería solo un ejemplo).

Si vemos el evento miniserie a miniserie, lo más destacable, además de la ya mencionada solidez con la que se desenvuelven por sí mismas, está en la elección del dibujante, ya que se antoja como la exacta para el personaje en cuestión, así Ryan Sook refleja a la perfección la sensualidad y belleza de Zatanna, a la par que muestra su fragilidad, ya que la mini se ambienta poco después de lo acaecido en Crisis de Identidad y Zatanna no está nada segura de sí misma, Cameron Stewart aparece como elección ideal para la serie tal vez más surrealista (¿piratas en el metro de New York?, ¿un periódico sensacionalista escrita por sus lectores y que crea su propio superhéroe?) de las que componen el evento, la protagonizada por el Guardián una actualización del personaje kirbiniano, en la que Morrison destila imaginación, lo mismo pasaría con el Caballero Brillante, donde un tal vez menos dotado para la narrativa, Simone Bianchi realiza un trabajo visualmente esplendoroso, en el que un Caballero superviviente a la cosecha de Camelot, intenta destruir a los Sheeda y salvar el siglo XXI, Klarión, que supone otra actualización de un concepto kibiniano, se torna en manos de Morrison en hijo rebelde de una sociedad de puritanos perdida del siglo XVI, y que en tiempos remotos mantuvieron relaciones con los Sheeda, el dibujante de la mini, es Frazer Irving, quien nunca debería acercarse a un comic de superhéroes, pero que al no serlo este, realiza en Klarion un magnífico trabajo reflejando lo opresivo de la sociedad puritana, a la par que el carácter indómito de Klarion y su mascota, quedan así apenas dos miniseries por mencionar, la primera Bulleteer, nos narra el origen de una superheroina a su pesar, cuya participación en el evento será más casual que otra cosa, y que cuenta con lápices de Yanick Paquette, artista ideal para dibujar una mini en la que la sexualidad explicita (o todo lo explicita que puede ser en un comic de super de la DC de hoy en día), y reprimida, juegan un papel fundamental, para el final queda Mr. Milagro, la mini al parecer más importante de todas, ya que lo en ella narrado parece que va a tener mucho que ver con la Crisis Final que llegara a España este Mayo de la mano del propio Morrison y diversos dibujantes; la mini que narra la implicación de Apokolips en la trama y su secreto pacto con los Sheeda, tenía como dibujante original a Pascual Ferry quien realiza un primer número sobresaliente, sin embargo la tardanza de los guiones y una firma en exclusiva con Marvel impedirían a Ferry terminar un trabajo que tenía una pinta magnifica, y que sería acabado por un correcto Fredie Willian III.

Queda solo ya mencionar el episodio final, magnifico, lleno de imaginación desbordante y fuerza a raudales (tanto por parte del dibujante como del guionista), y que da lo que promete, una brutal batalla final, un encuentro a medias y de casualidad, un traidor y un muerto entre los soldados y un futuro lleno de posibilidades.

Siete Soldados de la Victoria se antoja así como el último gran trabajo de un Morrison hasta el momento, un trabajo que demuestra a las claras que dentro del comic comercial actual, y habida de la práctica desaparición de gente como Miller, Moore o Gaiman, el escocés es el mejor guionista con una enorme diferencia sobre los demás, solo su desbordante imaginación y su capacidad de sacar petróleo donde no hay nada le hacen sin duda merecedor de tan rotunda afirmación.

jueves, 9 de abril de 2009

Y, the last Man, cómos y porqués.

Con este tomo (que recopila los números USA 55 al 60) finaliza una de las series más exitosas e interesantes de la Vertigo en los últimos tiempos, Y the last man, que con guiones de Brian K. Vaughan y dibujos de Pia Guerra (y en menor medida de José Marzan Jr.) nos ha narrada las desventuras de Yorick Brown, el último hombre vivo de la Tierra.

La última vez que hablamos por aquí
de esta colección ya había quedado claro que esta se centraba más en el desarrollo de los personajes a través de una típica estructura de road movie, que en la exploración de un mundo en el que el hombre se había virtualmente extinguido.

Partiendo de esta base, uno tiene la impresión de que en Y, the last man, Vaughan ha exorcizado alguno de sus demonios y que el personaje de Yorick Brown tiene mucho del propio guionista, llegados a estas alturas, y con todo el percal descubierto (los cómos y porqués a los que alude el titulo no hacen referencia al misterio que rodea la extinción del hombre, eso ya se sabía hace varios números, sino más bien a los cómos y porqués de la actuación de determinados personajes), el interés que le quedaba a la obra estribaba sobre todo en conocer el destino del viaje de Yorrick en busca de su amor, más idealizado que realmente deseado, y la culminación de la relación de Yorick y 355, la agente que le ha protegido durante todo ese viaje, relación que hace tiempo que había trascendido la mera amistad, lo cual, habida cuenta de los derroteros que ha seguido la serie (como decíamos antes, más centrada en el desarrollo de personajes que en otra cosa), no es poca cosa.

Así las cosas, este último tomo viene a ser un buen compendio de lo que es la serie y el mensaje que muchas veces ha parecido querer mostrar, no siempre lo que se busca es lo que realmente se quiere una vez esto se consigue, y a veces lo que realmente queremos es algo que tenemos a mano y no lo sabemos hasta que ya es tarde, en este sentido el destino de 355 aunque cruel e incluso injusto (tanto nadar para ahogarse en la orilla), no deja de enlazar con el cierto tono pesimista y el carácter de “perdedor” del propio Yorick, al que se le niega un final feliz (o al menos un primer final feliz, ya que la serie tiene dos finales, el 59 donde se cierran todas las tramas, y el 60, una suerte de epilogo, ambientado años después), a la par que se descubre él porque de la persecución a la que este había sometido por parte de un alto mando del ejército israelí.

Teniendo todo esto en cuenta, el brillante final (esta vez si el final de la serie en su conjunto), aunque esperanzador en algunos aspectos, no deja de tener un aire de tristeza por todo aquello que se ha perdido, Yorick ha pagado un alto precio por sus errores y por los errores de los demás, ha crecido como persona y es alguien muy distinto al que empezó esta particular odisea, sin embargo en el fondo no deja de ser un solitario escapista que busca un gran truco final que le permita vivir su vida como él quiera vivirla, sin tener que estar atado a una responsabilidad que le viene grande, ni buscar un destino (el amor en una relación que en pese a que no quiere reconocerlo, sabe muerta desde hace tiempo) que por bonito que se antoje, parece más una quimera que una realidad.

En fin han sido sesenta números de un bonito viaje, que tal vez no haya sido lo que esperábamos en un principio, pero en el que sin duda el camino ha terminado por merecer la pena, se libre Yorick Brown, te lo has ganado.

martes, 7 de abril de 2009

Daredevil: Historia de un hombre sin miedo: Parte CII: Dibujantes sin miedo II.

Segunda parte de la serie de post dedicadas a los dibujantes del hombre sin miedo, en este caso pasada la inestabilidad de los primeros tiempos llegamos ahora a una época caracterizada por dos nombres propios: Gene Colan y Bob Brown, lo cual no impido la colaboración de otros creadores.



Gene Colan: El dibujante que más veces ha plasmado a Daredevil a lo largo de su historia, no en vano se ocuparía de los Daredevil volumen I números 20 al 49, 53 al 82, 84-98, 100, 112, 116, 124, 153-154, 156-157, además de volver a la colección en los 90 y dibujar los números -1, 363, 366-368, 370, a esto se le deben añadir sus colaboraciones en el volumen II como la historia de complemento del número 20, o páginas sueltas en el 50 y en el 100, a lo que se suma su participación en el primer anual del personaje como dibujante de la historia principal; además de por cantidad al contribución de Colan al personaje está marcada por la indudable calidad de la misma, y es que con su magistral dominio del contraste de luces y sombras y su maestría narrativa, fue el primero en ver el potencial del personaje para la oscuridad, así mientras los guiones seguían caminos convencionales y apenas si dejaban entrever el potencial del personaje, Colan demostró su enorme poderío visual e hizo que Daredevil pareciera en muchas ocasiones un autentico demonio en la oscuridad más que un colorido y alegre superhéroe, sin duda la visión de Frank Miller del personaje debe mucho a la calidad con al que Colan visualizo el mismo.

Hablar de Gene Colan es hablar de uno de los grandes del comic americano, y aunque no solo de Marvel (su colaboración para Warren es más que interesante, al igual que su trabajo en Batman por poner solo dos ejemplos), si especialmente para la Casa de la Ideas, y es que Colan formaría parte de esa “segunda oleada” de dibujantes marvelitas (en la que encontraríamos a gente como Romita Sr. o los hermanos Buscema) que (casi todos ellos con una dilatada experiencia profesional a sus espaldas) mantuvieron el nivel a medida que Ditko se alejaba de la editorial y Kirby se centraba en Thor y los 4F, así Colan colaboraría en largas etapas con personajes como el Capitán América, Iron Man o Namor, pero donde destacaría su trabajo por encima de todo sería en la mítica La Tumba de Drácula, donde con guiones de Marv Wolfman y tintas de Tom Palmer alcanzaría cotas de calidad elevadísimas y le serviría para ganarse el reconocimiento internacional.

Alejado de los tableros de dibujo salvo ocasiones puntuales, por sus problemas de visión, últimamente su salud se ha visto resentida, contando sin embargo (y al contrario que en otras ocasiones), con el apoyo de Marvel, editorial que le debe tanto y que por una vez parece haber reaccionado a tiempo.



Barry Windsor Smith: Su colaboración inicial con Daredevil data de sus primeros pasos como dibujante cuando aún imitaba a Jack Kirby y su trabajo estaba lejos de la maestría que alcanzaría luego, así Smith se ocuparía de los Daredevil volumen I números 50-52, caso diferente sería el del Daredevil volumen I 236, donde con guión de Ann Nocenti, y con un estilo ya plenamente prerrafaelista, realizaría una pequeña joya que merece ser recordada.

Dibujante de origen inglés, el caso de Windsor Smith no deja de ser curioso, ya que de pasar a imitar de manera casi obsesiva a Jack Kirby en series como la ya mencionada Daredevil o X-Men, a convertirse en un autor con un estilo propio claramente diferenciado, cargado de estilismo y elegancia y caracterizado por una obsesión por los detalles que se encuadra perfectamente dentro del llamado prerrafaelismo, media un abismo; tal transición, tendría como epicentro la colección de Conan el Bárbaro, cuyos primeros 25 caería bajos los lápices de Windsor Smith, y que se convertirían en un clásico instantáneo ante la enorme calidad de su labor, después de Conan y con un prestigio ganada a base de su buen hacer, Windsor Smith ha realizado trabajos más bien puntuales, aunque siempre con calidad sobresaliente, a veces bajo guiones de otros (sus diferentes colaboraciones con los X-Men de Claremont, con una historia centrada en Tormenta y prologada a lo largo de diferentes números sueltos), como propios, como es el caso de la que tal vez sea su obra más conocida, Arma X, que cuenta el verdadero origen de Lobezno y que es un autentico prodigio de dominio narrativo.

Más allá de Marvel(donde cabría mencionar también su trabajo con el kirbyniano, Hombre máquina), Windsor Smith ha realizado diversos trabajos independientes, destacando sobre todo sus labor para Valiant Comics.



Don Heck: No todo en los primeros tiempos marvelitas fue dibujado por Jack Kirby o Steve Ditko, y Don Heck es la prueba de ello, aunque su trabajo con el hombre sin miedo, date de los Daredevil volumen I 103-106 y 118, lo que demuestra la importancia de este artista en la Casa de las Ideas y lo longeva de su colaboración.

Llegado del comic romántico, Heck, autor clave para entender Marvel en sus comienzos destaco siempre por su enorme capacidad para reflejar escenas cotidianas y rostros que se diferenciaban por algo más que por el pelo, sin embargo su trabajo se vio siempre lastrado por la falta de dinamismo de sus páginas lo que hacía que pareciera un autor que no terminaba de acostumbrarse al tipo de dibujo que requerían el comic de superhéroes, aún y así, Heck, además de dibujar infinidad de números sueltos, sería el autor de los primeros números de Iron Man o de una larga etapa en los Vengadores tras la marcha de Kirby, por lo que su aportación a la editorial no es ni mucho menos desdeñable, y más teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que estuvo colaborando con la misma, siempre realizando un trabajo si no especialmente vistoso, si al menos profesional.

Bob Brown: Otra dibujante clave en la historia del personaje no en vano se ocuparía del mismo durante los números del volumen I 107-109, 111, 113-115, 117, 119-123, 125-135 y 141-143, etapa en la que el cuernecitos compartiría en su mayoría protagonismo con la Viuda Negra y estaría en San Francisco.

Autor con un estilo que recordaba de lejos al de Gil Kane, con Brown Daredevil saldría de las sombras sin por ello perder potencial visual, su carrera que se prolongaría desde los años 40 hasta finales de los 70 le llevaría a trabajar tanto en Marvel (Vengadores, Warlock...), como sobre todo en DC (Investigadores de lo Desconocido, Detective Comics, Doom Patrol…), dejando impronta de su calidad y buen hacer que se vería interrumpido por su triste muerte victima de la leucemia a la altura de 1977.



John Buscema: Aunque la huella de este prolífico y genial autor en Daredevil es escasa, ya que apenas si colaboraría en los Daredevil volumen I 136-137 y en el 219, si merece ser rescatada por que este último número contaría con los guiones de Frank Miller en una historia en la que con el tiempo se ha querido ver un antecedente lejano de Sin City.

Autor legendario donde los haya, su nombre esta intrínsecamente ligado a Marvel, donde pese a odiar los superhéroes colaboraría por décadas y sería incluso el autor del manual sobre como dibujar comics de la editorial, su larguísima trayectoria, en la que prácticamente toco todos los personajes de la casa excede con creces los limites de este escrito, por lo que solo mencionaremos sus estancia en los Vengadores (muy prolongada en el tiempo y en diferentes fases, a lo largo de varias décadas), Thor(tal vez el superhéroe con el que más comodo se sintió, tal vez por su carácter mixto entre la lo superhéroico y la fantasía heroica), y Conan, personaje que definió como pocos para varias generaciones de lectores y donde permaneció en torno al centenar de números.

Dotado de un estilo clásico que rara vez se salía de las seis viñetas por página, Buscema era un autor cuyos dibujos, aunque fueran meros bocetos transmitían fuerza y calidad aunque el trabajo que realizara no fuera del agrado del autor; autentico maestro de la narrativa, y tal vez a su pesar, del comic de superhéroes, Buscema es en cierta medida el canon a seguir cuando se habla de este genero.



Sal Buscema: Hermano pequeño de John, su trabajo en Daredevil no es mucho más representativo que el de este, ya que apenas si estuvo en los Daredevil volumen I números 139-140, 218, 238, 356, pero merece ser mencionado ya que su trabajo en la serie del cuernecitos dice mucho de su labor en la editorial.

Ser hermano de un pilar de la Marvel no impidió que Sal encontrase su propio camino y se convirtiese en uno de los artistas más destacados de la editorial durante décadas, fill-inero oficial de la casa, su nombre estaría asociado en mayor o menor medida a todos los personajes de la editorial, de ahí la representatividad de su labor en DD, para el que realizaría fill-in en tres décadas distintas, sin embargo su nombre está ligado sobre todo a tres personajes donde demostraría su enorme capacidad como artista: el Capitán América, donde junto con Steve Englehart realizaría uno de los trabajos más destacados de la historia del personaje, Hulk, al que dibujaría durante años, destacando su colaboración con Bill Mantlo y Spiderman, con el que también colaboraría durante años en la serie Spectacular Spider-man, destacando su trabajo con Gerry Conway; en los últimos años y ante la ceguera de Marvel que dejo escapar a uno de los artistas más representativos de la casa, habría colaborado más en DC sobre todo en su faceta de entintador.



Gil Kane: Su trabajo en Daredevil no sería en muchos más números que el de los hermanos Buscema, ya que se limitaría a los Daredevil volumen I números 141, 146-148 y 151, sin embargo dada la importancia del artista merece la pena una mención aunque sea breve.

Autor de dilatadísima trayectoria tanto en Marvel como en DC, destacaría en la primera por haber sido el dibujante de la famosa trilogía de las drogas en Spiderman o la no menos famosa muerte de Gwen, amén de ser el portadista oficial de la casa durante los 70, para la segunda destacaría su larguísima trayectoria en el Green Lantern de la Silver Age del que sería creador gráfico.

Dotado de un peculiar estilo de narrativa ágil y angulosidad exacerbada en los personajes y diseños de página, Kane sería un autentico innovador en el mundo del comic desarrollando el formato magazine o siendo el autor de la que muchos consideran primera novela gráfica (en el sentido de historia con principio y final en un único tomo no serializado) de la historia con su Blackmark.

lunes, 6 de abril de 2009

Lo mejor del 2008: Fábulas, El Buen Príncipe.

Siguiendo con el repaso a lo mejor del 2008 no podía faltar el segundo tomo de Fábulas que salió publicado a finales del año pasado y es que si Hijos del Imperio era bueno, El buen Príncipe se sitúa incluso por encima.

Por regla general Fábulas en un buen comic por su original planteamiento, por su gran desarrollo y caracterización de personajes, porque nada parece realmente sagrado y porque dentro del comic de vocación comercial (y por mucho que trate de disfrazarlo eso es lo que, en la mayoría de los casos es Vertigo, lo cual, todo sea dicho, no tiene nada de malo) es una lectura amena, entretenida, y agradable, todo esto es ya muy interesante de por sí; sin embargo a veces Fábulas se supera a sí misma, sobrepasa el mero entretenimiento y se convierte en algo más, ahí tenemos las maravillosas historias de las 1001 y una Noches o esa gloriosa historia titulada El Último Castillo, pues bien, El Buen Príncipe entra en esta categoría.

La historia arranca precisamente de las 1001 y una Noches donde descubrimos el pasado de Ambrose, el cual no pudo hacer nada ante la violación y asesinato de su mujer e hija a manos de los esbirros del Imperio y su implacable conquista, y es que Ambrose lastrado por una maldición que le convertía en rana cuando se ponía nervioso tomo tal forma ante el ataque imperial, lo que le impidió realizar cualquier tipo de acción, sin embargo por suerte para Ambrose, todo esto había quedado bloqueado en su memoria durante años y años…hasta los hechos narrados en Hijos del Imperio.

Recuperar su memoria sumió en la más honda de las tristezas a Ambrose, al borde de la desesperación y dispuesto a emprender una suicida y solitaria acción de represalia contra el Imperio, Ambrose, encontró una respuesta donde menos la esperaba y es que Willingham jugando con habilidad sus cartas, supo mezclar los mitos artúricos con el mundo que había construido y convirtió a Ambrose en príncipe de un ejército de desesperados que buscaban una imposible victoria en el corazón del Imperio.

Así Ambrose, armado con una poderosa armadura mágica una mítica espada, y una fe inquebrantable en lo que había de hacer, se convirtió en líder de un ejército de olvidados (aspecto este que recuerda poderosamente a Aragorn y su ejército de malditos en el Señor de los Anillos) que iba a poner en jaque al Imperio e igualar el equilibrio de poder con Villa Fábula.

Willingham juega con temas clásicos, sacrificio, redención, destino, lucha ante un enemigo en apariencia invencible, y lo hace con la suficiente habilidad como para que el planteamiento y su desarrollo no resulten ni manidos ni aburridos, al que contribuye un gran Buckingham que sabe reflejar a la perfección tanto la epicidad que la historia transmite cuando es necesario como también los rigores del sacrifico al que Ambrose ha de someterse, un comic lleno de fuerza que tiene un arranque algo lento, pero que una vez pisa el acelerador no frena hasta llegar a su asombroso destino, que consigue realmente sorprender ante la importancia de este para el status quo de la serie, y que deja esta con un futuro tan esplendoroso como difícil de prevé, sin duda una magnífica noticia para una serie que con casi 70 entregas consigue reinventarse a sí misma sin repetirse y no solo mantener sino incluso incrementar el interés que despertó en sus comienzos.

miércoles, 1 de abril de 2009

Hellblazer de Warren Ellis.

En un tomillo muy majo (10 números por 16 € no está nada mal) Planeta ha tenido a bien recuperar la corta pero polémica etapa de Warren Ellis en la colección de John Constantine, etapa que abarca los números 134 a 143 USA.

Si uno analiza un poco la trayectoria de Warren Ellis como guionista de comics, es curioso constatar cómo tanto en proyectos de creación propia como en trabajos por encargo, siempre que puede introduce a “su propio Constantine”, así lo hizo en su ya lejana etapa en Excalibur donde creó a Pete Wisdom, un cinco (y fumador) agente secreto británico, lo mismo sucedería en su breve (apenas cuatro números) pero intensa saga en Thor, donde de nuevo un cínico (y fumador) en este caso periodista británico investigaba Asgard y sus orígenes, otro tanto tendríamos en Authority donde una cínica (y fumadora) supermujer lidera un grupo de supertipos más que dispuesto a destrozar el status quo y a desafiar al poder (vamos una Constanine con tetas), incluso si miramos a Spider Jerusalen, y a Planetary (sobre todo a medida que avanza la trama), no podemos dejar de ver la enorme influencia que Constantine ejerce en alguno de los principales personajes creados por Ellis, teniendo todo esto en cuenta, lo cierto es que leer el trabajo de Ellis con el personaje original, se antojaba cuando menos como algo interesante.

La etapa de Ellis en Hellblazer se circunscribe a apenas diez números, ya que la polémica desatada por la censura de DC a un número ambientado en una matanza en un instituto, cuando la tragedia de Columbine apenas si acaba de suceder llevo a Ellis a dejar una colección en la que apuntaba muy buenas maneras, de los diez números de Ellis siete están dibujados por el gran John Higgins (el colorista de Watchmen), y 6 forman parte de una misma saga llamada “Atormentado”.

La saga no destaca por su originalidad, ya que ahonda en dos de los temas más veces vistos en la colección: el pasado de Constantine siempre regresa para atormentarle de una forma u otra y la magia es peligrosa y tiene consecuencias, y más si Constantine anda de por medio; así las cosas la trama gira en torno al brutal asesinato de una exnovia de Constantine, asesinato en la que la magia anda de por medio, Constantine, consciente de que es uno de los responsables de haber jodido la vida a la pobre chica, inicia una investigación para descubrir a su asesino y castigarle; como vemos la trama suena a ya leída, pero Ellis demuestra haber nacido para escribir este tipo de personaje y consigue que nos olvidemos de lo demás, Constantine parece más Constantine que nunca, un maldito bastardo que sin embargo no quiere que gente que no lo merece pague por sus errores, tanto la ambientación como los diálogos nos muestran un personaje creíble, inteligente, lleno de recursos y al que pese a recibir una brutal paliza nunca le ves que deje de controlar la situación, a esto contribuye en perfecta armonía el trabajo de Higgins, que juega muy bien con la colocación de las viñetas y los espacios en blanco y que de paso refleja con crudeza las en ocasiones escatológicas descripciones de Ellis.

Finalizada esta saga quedan cuatro números auto conclusivos, destacando el segundo de los cuales que se supone que iba a ser la historia censurada y que iba a contar con lápices de Phil Jimenez, sin embargo termino siendo un número dibujado por el habitual portadista de la colección (Tim Bradstreet) que nos muestra como las leyendas urbanas a veces terminan siendo verdad cuando entra por el medio la magia y la autosugestión, destacar también la presencia del español Javier Pulido en una historia corta de las dos que componen el número 142 USA, o la primera colaboración del argentino Marcelo Frusin (Hellblazer 143 USA) en la colección de la que luego con Mike Carey a los guiones sería dibujante semiregular, una historia que sirve para despedir a Ellis y que nos muestra una vez su gusto por la leyendas urbanas y las conspiraciones, aunque en este caso para reírse de ellas, con un Constantine que no duda en tomar el pelo a un pobre e impresionable periodista que se convierte en un títere en sus manos.

En definitiva, la breve etapa de Ellis con el personaje no pasara a la historia como una de las más importantes del mismo, más que nada por su brevedad en una colección acostumbrada a que el guionista permanezca largo tiempo al frente de la misma, sin embargo si tiene todos los ingredientes necesarios para que se convirtiera en un clásico sobre todo teniendo en cuenta el dominio de Ellis del personaje y su entorno, con lo cual uno no puede dejar de lamentar que algo que prometía tanto al final se quedara solo en eso, en una promesa, eso sí, una promesa muy bien escrita.