viernes, 30 de diciembre de 2011

Un 2011 de cine.

Bueno se acaba el año y como todavía tengo pendientes algunas lecturas, antes de los típicos post sobre los mejores cómics del año voy a repasar un poco las pelis que he visto este año y seleccionar de paso las cinco que más me han gustado.


Este año ha resultado ser bastante interesante cinematograficamente y he terminado viendo muchas películas en la gran pantalla. Haciendo un breve repaso la verdad es que la cosa empezó espectacular ya que las tres primeras películas del año me parecieron magnificas. Más allá de la vida con el señor Eastwood demostrando una vez más su inmenso talento en una conmovedora y compleja película que me llego al corazón. Seguimos con Valor de ley, de unos Coen que me parecieron mucho menos posmodernos de lo habitual y que contaron con un gran Jeff Bridges y continuamos con Cisne Negro, la película del año para mi, me dejo pegado al asiento y me impacto de manera brutal, vuelta a ver la verdad es que no impacta tanto y se le ven más los trucos aún así no puedo olvidar como me hizo sentir en el cine.

Tras este magnifico trío entramos ya en lo que podíamos llamar al época del blockbuster o más bien del cine de superhéroes que domino claramente desde mayo hasta el final del verano. Empezaríamos con Sucker Punch de Zack Snyder que no se si calificar de película o de videojuego llevado a la gran pantalla. Tiene cosas espectaculares y escenas poderosas pero es tan deslavazada, caótica y hueca que no me termino de convencer. Entrando ya los superhéroes propiamente dichos empezaríamos con X-Men First Class, sin duda la mejor peli de este tipo del año, la dirección no es muy allá, bastante plana y convencional, pero la fuerza del conflicto entre Xavier y Magneto esta presente desde el principio y los actores rinden a gran nivel, además técnicamente es impecable. Lo dicho que me gusto mucho. Todo lo contrario que Thor (que aunque se estreno antes la pongo ahora que así enlazo mejor el discurso, xd) que tras un magnifica primera media hora decae en comedia romántica absurda con un final anticlimático.


La vedad es que pienso que el problema de las pelis de Marvel, es que más allá de Iron Man (por aquello de ser la primera del estudio la que realmente sorprendió), parecen hechas con un molde en el que el sello lo pone el estudio no el director. Son películas pensadas en pequeñito, enfocadas para el gran estreno de The Avengers y que como tal carecen de personalidad propia. Algo de eso hay en el Capitán América. Me parece mejor que Thor y desde luego ese aire retro le sentó muy bien, pero de nuevo me parece muy poquita cosa sin apenas amenazas creíbles y con una final bastante endeble que no trasmite la angustia del sacrifico del Capi. Estas pelis apenas si llegan a prologo, es lo que tiene pensar en pequeño que la película sale pequeña, entretiene si, pero estos personajes tienen mucho más potencial.

En medio de la orgía marvelita se estreno Green Lantern la apuesta de la Warner para desmostar que tiene más que ofrecer en la gran pantalla aparte de Batman y Superman y lo cierto es que la cosa salió de esa manera. La película tiene el problema de querer abarcar demasiado, querer contar demasiadas cosas comprimiendo la complejidad del mundo de Green Lantern en apenas dos horas, y claro ahí falla estrepitosamente. Recurre a la consabida voz en off para explicar de que va todo (lo que denota inseguridad y falta de confianza en el material que manejan por parte de los responsables de la película) sin que además consigan su objetivo ya que la peli tiene momentos que no se entienden si no conoces los cómics (o así me lo han confirmado varias personas), a todo esto se añade que la película es demasiado digital y se nota. La perdida de fiscidad le resta fuerza al conjunto y hace que no termine de funcionar. Con todo no creo que estemos ante un film mucho más mediocre que el de Thor por ejemplo.


Aparte de esto habría que situar a Conan autentico fracaso de taquillas y vapuleada a diestro y siniestro. La peli de Marcus Nispel me gusto y mucho, creo que aquí el director si deja su sello, que la película tiene fuerza que es enormemente física y que más allá del guión, bastante simple, la película ofrece una personalidad propia que la situá por encima de los blockbuster antes mencionados salvo del de X-Men. Hablando de blockbuster no creo que Super 8 por presupuesto e intenciones entre dentro de estos parámetros (es más no creo que Conan lo haga), la película todo un revival ochentero enormemente entretenido y que te deja con una sonrisa en la boca ha sido uno de los estrenos más placenteros del año.

Tras esto entramos en un terreno más variado donde blockbuster se mezclan con películas de autor y donde no quería dejar de mencionar la nipona Confessions que aunque no tuvo estreno comercial a nuestro país llego este año vía mercado domestico. Una película visualmente impactante que combina el esteticismo mas descarnado con la dureza de una de las venganzas más crueles vistas en la pequeña pantalla, toda una joya sin duda. Y hablando de impacto visual que decir de El Árbol de la vida, el esperado retorno de Malick. Película compleja y brutalmente ambiciosa que por eso mismo puede resultar algo fallida pero que es toda una experiencia cinematográfica.


Después pasamos ya al cine español del que este año solo he visto dos pelis, pero ambas magnificas, la primera La piel que hábito de Almodovar que demuestra la ambición y falta de complejos de su director el cual en una peli siempre al borde de caer en el mayor de los ridículos mantiene un magnifico equilibrio que hace que te consigas meter en una historia no por inverosímil menos disfrutable. Muy distinta es No habrá paz para los malvados de Urbizu donde un magnifico José Coronado da vida a un personaje, Santos Trinidad que ya ha pasado a formar parte de lo mejor de nuestro cine. Una historia tensa, de silencios, con un inteligente uso de la banda sonora, una historia que no te deja respirar de principio a fin. De lo mejor del año.

Volvemos al terreno del blockbuster con Tintin donde Spielberg se nota que se lo pasa pipa con su juguete nuevo (aunque a veces se le va de las manos) y nos lo hace pasar pipa a los demás (al menos yo disfrute un montón). Y de ahí volvemos al cine de autor con tres estrenos muy diferentes entre si, primero con Melancolía de Von Trier que me aburrió bastante y de la que por muchos matices que se le quieran dar no pude aguantar al personaje de Kirsten Dunst. Luego llega Polanski con la divertídisima Un dios salvaje o como cuando las convenciones sociales, las mascaras que nos ponemos para interactuar con los demás se caen nos convertimos en poco más que salvajes que no pueden resolver lo que unos niños arreglan en segundos. Por último estaría Un método peligroso de David Cronenberg y aquí ya son palabras mayores. Película cargada de matices, con un reparto brillante y que transmite un mal rollo una violencia larvada que en cierto sentido me recuerdo a La edad de la inocencia de Scorsese, una de sus películas más violentas sin que allá un solo ataque físico. Sin duda uno de los films del año.


Un año que acaba con otro blockbuster, en este caso Misión imposible IV, una saga espectacular con dos primeras partes maravillosas una tercera bastante buena y una cuarta que creo no desmerece en nada la de Abrams. Muy dinámica, con mucha y buena acción Misión imposible IV cumple los mínimos que se le han de pedir a este tipo de películas....aunque es innegable que la película y la franquicia se han alejado de la genialidad de las dos primeras partes.

PD: Mi top personal de este año esta ordenado en forma de los posters que ilustran el post, que si no esto se alarga demasiado.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cerebus Iglesia y Estado II.

Con tres tomos publicados ya en España parece que Cerebus se va consolidando en nuestro mercado, una buena noticia sin duda habida cuenta de la calidad del material que hemos podido leer hasta ahora.

Leyendo los dos tomos que componen Iglesia y Estado a uno se le hace bastante difícil imaginar a Dave Sim convertido en una suerte de fanático religioso extravagante que funde elementos del judaísmo, el islam y el cristianismo para dar lugar a su propia religión (¿el “davesimanismo”?). A lo largo del tebeo, plagado de metáforas Dave Sim realiza una dura critica a la organización religiosa, más preocupada a lo largo de la historia por obtener el poder que por difundir un mensaje netamente religioso, pero más allá de eso Sim también se cuestiona acerca de la naturaleza misma de Dios, el libre albedrío y el origen de la vida. Todo con una visión más llena de preguntas y dudas que de las respuestas de las que ahora Sim parece tan seguro.

A diferencia del primer tomo, que fue, por decirlo de alguna manera más “lineal”, más fácil de seguir. Iglesia y Estado II es bastante más complejo y uno no siempre termina de ver claro lo que Sim esta queriendo decir, siendo en ocasiones hasta demasiado cripitico, lo que hace que la obra este abierta a muchas interpretaciones. La mía viene a ser que Sim parece apostar por la idea de que si realmente existe un Dios esta tan alejado de nosotros que resulta imposible plantearse estas cuestiones y esperar obtener una respuesta, clara, además la visión que podamos tener de la existencia de un ser supremo estará siempre condicionada por nuestras expectativas, nuestros miedos, nuestros errores, lo que nos hace alejarnos aún más de ese supuesto ser todopoderoso. Una suerte de agnosticismo que también es cierto puede estar más en mi interpretación de la obra que el que realmente Sim quería contar.

Más allá de eso si por algo destaca este par de tomos es por su potente aspecto visual. La irrupción de Gerhard, que al pasar a ocuparse de los fondos parece que libero a Sim, el cual sobre todo en el segundo tomo se muestra mucho más osado y casi en cada número juega con la composición de la página o la estructura interna de la viñeta. Así y aunque ya en Alta Sociedad veíamos a un Sim valiente dispuesto a asumir todo tipo de retos gráficos, será en este Iglesia y Estado (sobre todo en su segunda parte) cuando termine de explotar su vena más experimental dando con soluciones visuales realmente apabullantes.

Cabria mencionar también el ácido humor al que recurre Sim en estos números, un humor que encuentra su salida sobre todo en la parodia superheróica, ya presente en Alta Sociedad pero que que aquí se multiplica. Y es que los números originales de Iglesia y Estado (sobre todo los incluidos en el segundo tomo) vinieron a coincidir en el tiempo con la publicación de la Secret Wars marvelita, todo un hito en la historia del género y de la que Sim da su particular visión a través de las “Secret Sacred Wars”. Sim se lo pasa bien con los diálogos rimbombantes o las poses heroicas típicos del cómic de superhéroes que a lo largo de la historia llega a reducir al absurdo para de paso meter en continuos problemas a un hastiado Cerebus que lo “único” que quiere es ser rico, poderoso y que todo el mundo le obedezca.

Como reflexión a parte, ¿irán ahora a por Jakas´s Story o publicaran al fin el primero que en su momento se dejo inédito para empezar con Alta Sociedad a la que se le vio más potencia comercial? Con tres tomos publicados Cerebus parece ya consolidado, pero tal vez sacar el primer tomo ahora sería demasiado rupturista con lo que hemos podido leer, y al fin y al cabo solo se sacaría por motivos completistas. En fin la verdad es que tengo bastantes ganas de leer el siguiente tomo de Cerebus, lo tres tomos publicados hasta ahora en España merecen muy mucho la pena y tengo curiosidad por saber cuando y como se produce ese famoso giro en la mentalidad de Sim que al parecer tanta repercusión tuvo en el cómic.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Fabulas después de La Gran Guerra.

Ya han pasado más de 30 números desde el fin de la guerra entre el Imperio y las fabulas exiliadas y la cosa sigue sin arrancar, a falta de un objetivo claro que encamine la serie Willingham parece limitarse a tirar hacia delante sin saber muy bien que hacer.

Una de las características fundamentales del sello Vertigo es que casi todas sus series tienen un principio y un final, en ese casi apenas si entraría Hellblazer colección concebida en todo caso como compartimentos estanco del guionista de turno y estructurada de tal forma que cada etapa se puede leer independientemente una de la otra, ahora Fabulas parece entrar también en ese casi. Cuando a principios de siglo surgió Fabulas su final parecía claro, creada en torno a la idea de que unas pocas fabulas legendarias habían escapado del mundo de fantasía en el que vivían para ocultarse en el nuestro de la garras de un malvado y todopoderoso Imperio, el esquema de la historia parecía que llegaría a su fin cuando las fuerzas del Imperio chocaran definitivamente con la Fabulas en el exilio. El choque se produjo en el tomo adecuadamente llamado La gran guerra, pero contrariamente a lo que pudiera parecer no supuso el fin de la serie.

Bill Willingham, guionista y creador del invento quería explorar que pasaba después de la batalla, quería saber como se iba a gestionar la posguerra y desde luego no estaba dispuesto a poner fin a una serie que tanto prestigio le había generado. El problema estribaba en que Fabulas, nacida con un enfoque muy claro, desde que dejo atrás ese punto de partida viene arrastrando una indefinición que no hace más que perjudicarla. Esa falta de scope queda ejemplificado en el número 100 americano de la colección. Se supone que un número simbólico de esta índole debía marcar un antes y un después y así parecía que iba a ser, así se vendía en los números previos de hecho. La gran amena surgida tras la guerra, el Señor Oscuro, El Hombre del Saco encarnado que había sido liberado accidentalmente por la batalla se disponía a arrasar con todo. En los números previos habíamos asistido a la larga preparación de los supervivientes para la batalla generándose unas expectativas truncadas por un número irrelevante en el que no pasa nada realmente significativo y en el que al final todo queda como estaba.

En el último tomo publicado en España, El supergrupo, Willingham juega con la idea de crear un grupo superheróico arquetípico (con momentos, todo hay que decirlo bastante graciosos), para al final cerrar la trama del Señor Oscuro de una forma un tanto chabacana y como poco anticlimática. Lo que por otra parte recuerda al cierre del ciclo fundacional de la colección con La Gran Guerra, una historia mucha más fría e impersonal de lo que cabría esperar para algo de semejante calado y al no menos anticlimático número 100 antes mencionado, y es que Willingham parece saber como generar expectativas pero rara vez esta a la altura de las mismas.

Fabulas empezó como serie fresca divertida, épica por momentos con un enfoque nuevo sobre las fabulas clásicas a las que conseguía dar una vuelta de tuerca. Ni siquiera la ideología militarista y derechizante del guionista (que no dudaba en plasmar en el papel a la menor oportunidad) impedían que estuviéramos ante una serie muy disfrutable que por méritos propios se había convertido en un símbolo del sello (naciendo dentro del mismo) como fueran Predicador o 100 Balas. Desde el final de La Gran Guerra, la ausencia de un enfoque claro y la convencionalización a la que esta siendo sometida la serie hacen que lejos de resultar interesante Fabulas parezca una de esas series televisivas de gran impacto al principio a la que por motivos comerciales se les alarga la vida artificialmente para acabar siendo un desastre. Aún hay tiempo de rectificar pero antes que nada es necesario saber que es lo que se quiere contar, y el señor Willingham no parece tenerlo claro

viernes, 23 de diciembre de 2011

The Unwritten: ficción real.

Con cuatro tomos publicados en España, que suman ya 24 números USA The Unwritten se consolida claramente como una de la apuestas más interesantes del sello Vertigo en espera del final de series como DMZ, Northlanders o Scalped y de que Fabulas termine de recuperar el tono.

La tendencia literalizante del sello Vertigo ha estado presente desde sus inicios no en vano es un guionista, Alan Moore el principal responsable espiritual de su surgimiento. Esa condición sin embargo pocas veces había alcanzado carta de naturaleza hasta The Unwritten., y no porque su dibujante Peter Gross aparezca como un mero comparsa en la obra ni mucho menos, si no porque The Unwritten se centra en en el poder de la literatura para configurar el mundo real, partiendo de la base de la existencia de un gran guerra literaria secreta que esta en las raíces del mundo tal y como lo conocemos.

Creada por Mike Carey y Peter Gross pareja creativa detrás de Lucifer, el único derivado de Sandman que realmente se consolido en el mercado, The Unwrritten no es la primera, ni será la última serie que en el mundo del cómic juega a mezclar realidad y ficción y que muestra que la realidad “real” no tiene porque ser más verdadera que la realidad “ficticia”. La obra parte de una suerte de Harry Potter de nombre Tom Taylor el cual ha visto toda su vida configurada por el hecho de que su padre basara en él sus exitosa serie de novelas sobre Tommy Taylor, el niño mago que aprende los secretos de la magia mientras ha de enfrentarse al malvado Conde Ambrosio, un poderoso vampiro que ansia su poder. A partir de ahí y sin comerlo no beberlo Tom se verá metido en medio de una conspiración literaria de siglos de existencia en la que su propia identidad, lo que el pensaba que era real, empezara a fundirse con el mundo creado por su padre el cual lleva años planeando una guerra contra los conspiradores. En este aspecto resulta interesante como el enorme éxito de las aventuras de Tommy es lo que le da poder a su padre para hacer frente a los conspiradores y como estos tratan de desacreditar, incluso a través de lanzamiento de ejemplares apócrifos, ese éxito para restarle poder. La idea enlaza así con lo narrado en Fabulas donde las fabulas más poderosas son aquellas de más arraigo popular entre los llamados “mundanos”.

Concebida como una suerte de gran novela río con pequeños descansos a modo de capítulos sueltos que nos muestran algunos de lo elementos de la conspiración que desde la ficción pretende controlar la realidad, la serie juega con el escepticismo inicial de Tom, que se convierte en un primer momento en la voz del lector dentro del cómic para poco a poco ir avanzando en una compleja trama de la que por el momento solo hemos visto esbozos y que ahonda en el inmenso poder de la palabra escrita como mecanismo de control.

Carey no deja pasar la oportunidad de lucir su conocimiento literario y por la serie ya hemos visto pasar clásicos de la literatura, ya sea obras como Moby Dick o autores como Rudyard Kipling (en el que probablemente sea el mejor episodio de la serie) que reinterpretados para la ocasión muestran a las claras la complejidad y el alcance de la trama urdida por el guionista británico. El dibujo de Gross, limpio claro y de fluida narrativa contribuye a hacer de The Unwritten una lectura muy interesante a la que se adivina aún más potencial del mostrado, algo que suele ser habitual en Carey que en proyectos largos de esta índole empieza con una idea interesante que poco a poco va creciendo para en torno al ecuador de la obra alcanzar todo su potencial con un final que suele estar a la altura, estructura que de momento parece bastante clara en este cómic.

Aunque como decía la condición literaria de la obra es la que en gran medida la define, no es menos cierto que la magia, uno de los elementos clave en torno a los que creció y se configuro el sello Vertigo a la sombra de Sandman, juega también un papel clave. Tom, transformado por su padre en una suerte de arma viviente contra los grandes conspiradores ira aprendiendo poco a poco (como si de Tommy se tratase) su papel en el mundo y lo hará a través de elementos mágicos clásicos: la varita, el familiar o el objeto (un pomo en este caso) mágico de turno, lo hará además acompañado de gente que además de cuidarle le ayudaran en su arduo proceso de aprendizaje, todo un clásico también en este tipo de relatos.

Magia, literatura, buenos personajes, grandes conspiraciones...The Unwrittten tiene todo lo necesario para consolidarse como un de los grandes clásicos del sello, solo el tiempo dirá si termina consiguiéndolo, pero parece innegable que va por el buen camino.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Astro City: Estrellas resplandecientes, un paradigma del género superheróico.

Octavo y por el momento ultimo tomo de Astro City, con el que si no me equivoco ya no queda material inédito en España de esta señera colección creada por Kurt Busiek, Alex Ross y Brent Anderson.

Leía hace un par de semanas este interesante post de The Watcher Blog que venía a señalar como Astro City, de reflexión sobre los superhéroes a través de mostrarnos su otra cara así como la búsqueda de su impacto en la gente corriente, había pasado a reproducir a pequeña escala los grandes males de los Universos Marvel y DC tornándose en un tebeo solo para iniciados plagado de guiños y referencias a su propia continuidad.

Este tomo que recopila los últimos especiales que quedaban inéditos en España podemos observar lo mejor y lo peor que ha dado esta serie. Por un lado tanto la historia del Samaritano como la de Belleza nos muestran la esencia misma de la serie, mientras que por otro, la protagonizada por el Agente de Plata padece ese ensimismamiento en el que ha ido cayendo el conjunto tornándola en una historia apta solo para iniciados, a medio camino se encontraría la historia de Astra.

Sin duda lo mejor del tomo son la dos primeras tebeos que contiene el mismo. La primera narra un encuentro entre Samaritano e Infiel su archienemigo, pero no es un encuentro cualquiera. Conscientes ambos de sus inmensa igualdad y de la imposibilidad de vencerse uno al otro, Samaritano (sosias de Superman) e Infiel (una suerte de Luthor hiper-vitaminado) deciden encontrase una vez al año para medirse más en el plano psicológico que físico y ver si alguno puede llegar a convencer al otro para provocar un cambio de actitud. La historia contada desde el punto de vista de Infiel (que viene a ser un superateo definitivo, lo que sin duda también tiene muchas lecturas) nos muestra a través de sus recuerdos sus continuos enfrentamientos con Samaritano que culminan en el momento en el que ambos son conscientes del callejón sin salida al que han llegado. Una historia dinámica e interesante que va un paso más allá en la eterna batalla héroe-villano dando una vuelta de tuerca a uno de los ejes sobre los que se ha constituido el cómic de superhéroes.

El segundo tebeo narra la historia de Belleza que ahonda en un tema clásico de la ciencia ficción que tuvo tal vez su punto álgido en la cinematográfica Blade Runner. ¿Puede un ser artificial llegar a sentir, a tener alma, a tener todo aquello que en el fondo nos hace humanos? Belleza, una suerte de Barbie robótica superpoderosa trata de encontrar sus origines, de entenderse a si misma y de paso entender el mundo en el que vive. Convertida en superheroina más por las circunstancias que por una verdadera intencionalidad, la búsqueda de Belleza, plagada de momentos cargados de fuerza emocional entronca directamente con los replicantes de Blade Runner o los cylon de Galactica para trazar un relato hermoso y conmovedor.

Como decía estas historias captan a al perfección la esencia con la que nació Astro City, estos es mostrarnos la cara B de los superhéroes, lo que pasa después de las grandes batallas, de los actos heroicos. Ambas son historias que partiendo de bases icónicas y arquetípicas (la eterna lucha entre el villano y su archienemigo por un lado, la búsqueda de la identidad de un ser artificial por otro) van un paso más allá dando una mirada distinta a lo que habitualmente se ve en el cómic de género. Son además historias que no requieren apenas conocimientos previos más allá de una cierta sintonía con el género y sus características, funcionan a la perfección sin conocer prácticamente nada de Astro City y son autoconclusivas.

En el extremo contrario a estas se sitúan los dos números dedicados al Agente de Plata, tal vez el personaje más relevante de todo el comos creado en la colección y que para su verdadero disfrute si requiere unos, si no amplios, si suficientes conocimientos de este mundo de ficción. La miniserie nos narra el origen (circular) del héroe, su auge y su caída. Esto enlazaría en cierto modo con la hasta el momento, última historia de Astro City: La Edad Oscura donde la caída en desgracia del Agente de Plata es uno de los elementos de fondo que configuran la trama y al igual que aquella termina siendo una historia demasiado autoreferencial y hasta cierto punto endogámica (no en vano estamos ante poco más que un “Origen Secreto”) que parece alejarse a marchas forzadas del espíritu inicial de de Astro City.

Como decía más arriba a medio camino encontramos la historia de Astra. Estructurada también en dos capítulos en ella se nos narra el día de la graduación universitaria de esta hija de la Primera Familia de Astro City, grupo superheróico que vendrían a ser una suerte de 4 Fantásticos siendo así Astra un reflejo de Franklin al que si han dejado crecer. El cómic que se centra en la vida privada de Astra, sobre todo en el acoso que esta sufre por parte de la prensa del corazón enlazando así con esa idea de mostrarnos la otra cara de los superhéroes, sin embargo también esta plagado de referencias y guiños al mundo que se ha ido construyendo entorno a Astro City con los años lo que no la hace del todo apta para profanos.

En el debate que no hace tanto se produjo sobre si continuidad si o continuad no, sobre si esta enriquecía o enredaba universos de ficción como Marvel o DC, el caso de Astro City resulta casi paradigmático. Pese a sus escasos 16 años de historia, pese a no tener un excesivo número de cómics en su haber y pese a que han sido siempre los mismos autores los se han ocupado de sus historias, ya a estas alturas se ha creado un mundo complejo y auto referente que puede asustar a más de uno. Bajo este prisma resulta normal y hasta necesario que cada X años Marvel y DC busquen reinventarse haciendo mucho más entendible la naturaleza cíclica del genero al menos en su vertiente más industrial.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Battlestar Galactica.

Hace tiempo que tenía pendiente esta serie de la que tanto y tan bueno había oído hablar. Ahora por fin la he podido visualizar entera y creo que merece la pena realizar un breve balance global sobre la misma.

A medio camino entre el remake y la continuación, Battlestar Galactica es tal vez la serie de ciencia ficción mas influyente y relevante que ha salido los últimos años de la pequeña pantalla (a lo que todo hay que decirlo contribuye la prematura e injusta cancelación de la excepcional Firefly), sentando cátedra de lo que este tipo de productos han de ofrecer como mínimo para poder ser tenidos en cuenta. De indiscutible calidad técnica y con los personajes, excepcionalmente definidos y dotados todos ellos de gran carisma, su elíptico final y su peculiar discurso filosofico-religioso (ya presente desde sus mismos inicios, la serie no narra otra cosa que un éxodo en busca de una tierra prometida) le han creado algunos detractores que sin embargo no consiguen empañar los logros mayúsculos de una serie espectacular concebida para ser grande.

Con la raza humana al borde de la extinción tras el implacable y brutal ataque de sus ancestrales enemigos los cylon, seres de inteligencia artificial creados por los propios humanos y que tras rebelarse han evolucionado para confundirse y mezclarse con sus enemigos. La tensión al principio en la serie viene dada por la implacable persecución (excepcional en este aspecto el capitulo de la primera temporada 33 minutos) al que los cylon someten a los pocos supervivientes que liderados y protegidos por la Estrella de Combate Galactica tratan de sobrevivir y encontrar el mítico planeta Tierra, hogar de sus antepasados y única esperanza de futuro.

Viendo Battlestar Galactica uno tiene la sensación de estar ante un disco de grandes éxitos de la ciencia ficción. En la serie encontramos ecos de Blade Runner a cuenta del papel que juegan los cylons y sus ansias de trascendencia, también se adivinan en las zonas más oscuras de la nave central la influencia de la Nostromo de Alien así como referencias a la ciencia ficción de los años 50 cuando la amenaza comunista se disfrazaba de infiltrados extraterrestres que querían acabar/esclavizar a la humanidad. La presencia de Star Wars en los espectaculares combates espaciales (de un nivel técnico y plástico increíble y más en un medio presupuestariamente más limitado que el cine) es innegable y la organización en torno a una nave principal con sus jerarquias y demás recuerda claramente a Star Treck, incluso vemos influencias de 2001 en su estructura y parte de sus discurso. Bajo este prisma Galactica se convierte en una especia de resumen y recopilación de algunos de los más conocidos y relevantes hitos de la historia de la ciencia-ficción tanto de la pequeña como de la gran pantalla, una suerte de caja de resonancia que con influencias de aquí y de allí realiza un repaso por la historia y las distintas etapas de un genero tan relevante como plagado de obras de calidad.

Sin embargo más allá de todo esto si por algo destaca Galactica es por su condición de microcosmos, de reflejo a pequeña escala de nuestro mundo. Poco más de 50000 humanos supervivientes tras el brutal ataque cylon han de intentar crear una sociedad nueva partiendo de la que ya conocían. El que la misma humanidad este al borde de la extinción no impide para nada que su comportamiento como grupo siga los mismos parámetros, los mismos vicios y los mismos problemas que lastraron su sociedad (y la nuestra) durante tantos años. Corrupción política, explotación laboral, autoritarismo, ambición personal por encima de todo o fanatismo religiosos serán alguno de los elementos que con mayor o menor profundidad aparezcan reflejados a lo largo de una serie en la que ningún personaje será realmente trigo limpio.

Y es que precisamente la tridimesionalidad de sus personajes, el que todos tengan muchas cosas por las que responder y el que todos vayan más allá de los estereotipos, pese a partir de figuras arquetipicas de la ciencia ficción, tornan a Galactica en una serie de personajes en la que las reacciones y la evolución de los mismos son tanto o más relevantes que los combates estelares, la huida de la cylon o el desenmascaramiento de los mismos, construyendo una serie cargada de matices, que a veces peca de profundizar demasiado poco en los complejos temas y dilemas morales que presenta. No se puede acusar sin embargo a Galactica de falta de ambición, más bien al contrario, no elude temas complejos y tampoco evita mojarse evitando casi siempre la manida y previsible corrección política que hubiera tornado la serie en convencional. Lejos de eso Galactica es una serie con personalidad y discurso propios que independientemete de que se comparta o no consigue tanto entretenerte como hacerte pensar, no es poca cosa desde luego.

viernes, 16 de diciembre de 2011

The Boys: El afable escocés.

A lo tonto ya son ocho tomos los publicados en nuestro país de The Boys, serie que no ha hecho más que crecer desde sus polémicos comienzos cuando tras publicarse el primer arco en DC tuvo que pasar a editarse bajo la independiente Dynamite.

El género superheroico siempre ha sido facilimente parodiable, sus propias características hacen que así sea, lo cual todo sea dicho no tiene nada de malo, más bien al contrario ya que de ahí han salido clásicos tan remarcables como el Superduperman de Harvey Kurtzman y Wally Wood e incluso a cierto nivel obras como Watchmen pueden verse como una parodia seria del género. En este contexto, The Boys vendría a ser en gran medida la parodia más brutal y escatologica del genero de la mano de Garth Ennis, aún hoy uno de los guionistas más interesantes que trabajan al otro lado del atlántico.

El guionista de Predicador siempre ha tenido una relación bastante conflictiva con los superhéroes, casi podríamos calificarla como de amor-odio. Él mismo reconoce que muchas de las lecturas que le hicieron amar el medio vienen de los cómics de superhéroes, por contra no termina de entender como la industria norteamericana es tan obtusa como para cerrar las puertas comerciales a todo aquello que no tenga que ver con los mismos. The Boys viene a reflejar todo esto ya que ante todo en el cómic lo que se puede ver es una brutal critica a la majors y su cerrazón para con otros tipos de cómics. Aquí tal vez cabría echarle en cara al guionista irlandés que su critica es quizá demasiado tardía: ni la industria es lo que era, ni los superhéroes son ahora los dominadores del mercado. Un mercado que abierto con éxito el camino del cómic adulto, parece cada vez más limitado para un género enfrascado en su indefinición sobre el target al que va dirigido

Dejando todo esto a un lado y centrándonos en el cómic que nos ocupa, El afable escocés, supone el octavo tomo de la colección en España y en el se recopila la miniserie de seis números original “The Boys Highland Laddie”, donde Ennis deja de lado al habitual Darrick Robertson para colaborar con una de sus más celebradas parejas de baile, John McCrea con quien ya trabajara en la magnifica Hitman.

Guionista plagado de obsesiones (como todos los grandes, por otro lado), toda la obra de Ennis trata en mayor o menor medida sus grandes temas y The Boys no es una excepción. Con la incorrección política por bandera, el gamberrismo desenfrenado y la violencia como permanente recurso humoristico (un humor muy negro eso si), temas como la amistad o las relaciones de pareja son sobre los que terminan girando gran parte de su trabajo, y este tomo es una muestra clara de ello.

Centrado en Hughie, el personaje más humano de la colección, el tío simpático y algo ingenuo a través de cuyos ojos hemos ido descubriendo un mundo corrupto dominado por presuntos superhéroes, más preocupados en realidad por follar, matar y drogarse (no necesariamente por este orden) que por “hacer el bien”. Harto de lo que ha visto, de lo que ha vivido, de lo que se ha visto obligado a hacer y devastado por una tragedia personal que termina de desbordar el vaso, decide regresar a su casa, a Escocia con sus padres para intentar encontrar un sentido a todo lo que le ha pasado en los últimos tiempos. El regreso al hogar marcado por sentimientos contradictorios (ya que en el fondo y aunque él se niegue a admitirlo, sabe que por mucho que hayan cambiado las cosas en casa, el que de verdad ha cambiado ha sido él), se verá interrumpido cuando alguien de su pasado más reciente regrese con preguntas difíciles y dilemas para los que Hugie tal vez no este preparado.

En El afable escocés podemos encontrar todos los tics que han hecho famoso a Ennis: personajes extremos, diálogos ágiles y cortantes, momentos escatologicos y violencia desbocada, pero todo con un ritmo mucho más tranquilo (tanto que el guionista parece haberse apuntado al famoso decompressive storytelling), ya que en el fondo el tebeo lo que trata es de recomponer el alma de un personaje que ha sufrido mucho y que en el fondo ha resultado ser demasiado bueno, demasiado ingenuo para el mundo en el que le ha tocado vivir.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Joe el bárbaro, Morrison y la fantasía.

Miniserie de ocho números en su origen recopilada aquí por Pda en un único tomo. Joe el Bárbaro de Grant Morrison y Sean Murphy, supone una nueva vuelta de tuerca en la carrera del guionista de Los Invisibles, autor que lleva años reflexionando y poniendo al día el género superheroico y que a pequeña escala trata de hacer lo mismo en este trabajo con el género fantástico.

Tomando elementos clásicos del género, tales como el elegido o la oscuridad acechante y maligna que amenaza con invadirlo todo. Morrison traza un relato que partiendo de los desviaros de la mente de un adolescente diabetico en plena crisis hipoglucemica, mezcla realidad y ficción, reflexiona sobre el crecimiento, la madurez o la asunción de la perdida.

Las influencias de la obra son detectables desde el principio, los ecos de clásicos del género como Tolkien, C. S. Lewis o Michael Ende (con elementos muy claros del Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll) se entremezclan con referencia más actuales como Toy Story para construir un relato que destila amor por la fantasía a la par que toma cierta distancia para con la misma con una visión planteada desde fuera. Esto esta condicionado por el hecho de que Joe, el protagonista del cómic no se termina de creer lo que esta pasando, siendo consciente de que todo lo que esta viendo es producto de su alucinada mente y que ha de encontrar un refresco para recuperar sus niveles de azúcar y volver a la realidad.

Pese a esta visión, digamos externa de lo que el cómic nos esta narrando, el guionista de El Asco sabe jugar en todo momento con la ambigüedad de lo que va aconteciendo. Todo lo que pasa en el mundo fantástico tiene su reflejo en el mundo real, todas las actitudes de los personajes que Joe se va encontrando encuentran su contrapunto en el entorno que le rodea, cuando este esta al borde de la muerte o es herido “allí” también sucede “aquí”. De esta forma el el escoces consigue que el lector se implique con el personaje, con lo que le esta pasando, a la par que va descubriendo cuales son sus verdaderas motivaciones, trazando de paso un relato de ficción dentro de un mundo de ficción como si ante una muñeca rusa estuviéramos. Esto tiene la contrapartida de que el cómic no es tan épico como uno suele esperar de este tipo de historias, el guionista de W3 pese a que como decía toma algunos de los elementos más tópicos del genero lo hace con una visión desmitificadora que aunque resta algo de fuerza al conjunto le da un plus de credibilidad y hasta de originalidad.

Más allá del estimulante planteamiento y desarrollo de la historia, si algo termina de hacer de Joe el Bárbaro un cómic especial y una de las lecturas más estimulantes del año es el trabajo del dibujante Sean Murphy. Trabajo que, todo hay que decirlo, se ve relanzado por el color de un acertado Dave Stewart que juega un papel narrativo relevante, reflejando un mundo fantástico muy colorista y lleno de vida que contrasta con un mundo real donde donde los tonos grises se hacen predominantes. Retomando la labor del dibujante, de quien he de reconocer no sabía nada antes de esta obra, Murphy destaca tanto por la fluidez con la que se puede leer el cómic como por la espectacularidad de páginas cargadas en no pocas ocasiones de la emoción y la épica que él si visualiza mucho más de de lo que trasmite el guión de Morrison. Se crea así un curioso pero interesante contraste entre la forma en la que se nos esta narrando la historia (como decía con una visión un tanto desde fuera) y la plasmación visual de la misma, y es que aunque el propio Joe no se cree lo que esta viendo, esto resulta sumamente creíble desde un punto de vista estético. Destaca también la forma que el artista da al rostro de Joe, cuya gestualidad contribuye a incrementar la sensación de incredulidad del personaje.

A modo de conclusión cabria señalar que Joe el bárbaro resulta en conjunto una más que agradable lectura que acompañada de un espectacular despliegue visual tornan la obra en uno de los cómics más interesante de este 2011. Demostrando de paso que su guionista, con trabajos como este o su labor en Batman sigue siendo a día de hoy el más interesante del cómic comercial americano actual.

lunes, 12 de diciembre de 2011

El Thor de Walter Simonson.

El que sin duda es uno de mis cómics favoritos en la historia de Marvel sigue siendo a día de hoy, junto con el trabajo de Frank Miller en Daredevil o el de Alan Moore en La Cosa del Pantano, uno de los ejemplos más claros de como un autor con talento y personalidad puede relanzar y hacer suyo a un personaje con décadas de historias a sus espaldas.

Cuando Stan Lee y Jack Kirby crearon a Thor y tras un primer abandono del personaje, fijaron a fuego lo que sería la esencia del mismo. Divido entre la Tierra y Asgard, Thor sería siempre un personaje a medio camino de dos mundos sin pertenecer del todo a ninguno de los dos. Esta división se reflejaba en la propia división física del personaje: su identidad humana, Donald Blake un médico cojo, excepcionalmente capaz en su trabajo y el propio Thor, deidad nórdica del trueno dotado de grandes poderes e hijo del todopoderoso Odín, señor de Asgard y en cierto sentido freno y contrapunto del personaje.

Ya desde sus comienzos la aventuras de Thor en Asgard tenían un épica, una carga dramática, frente a la que palidecían las aventuras terrestres mucho más mundanas y con enemigos por lo general de escasa entidad y que rara vez suponían una amenaza real para Thor. Con el paso del tiempo además el papel de Donald Blake se fue haciendo cada vez más secundario, en lugar de ser una contrapartida humana que enseñara a Thor lo que significa ser un simple mortal, Blake era poco más que un recurso dramático, el punto débil de Thor que los guionistas usaban como herramienta para ponerlo en apuros, y es que cuando Thor estaba más de un minuto separado de sus mistisco martillo Mjolnir se tornaba en el Blake quedando así a merced de sus enemigos.

Cuando a mediados de los 80 Walter Simonson recibió el encargo de relanzar al personaje al borde mismo de la cancelación, Thor llevaba demasiado tiempo sin ser la serie épica y poderosa que había sido en sus mejores años. Demasiado atado a la Tierra y sin apenas nada nuevo que contar el excesivo poder del personaje hacía que pareciera bastante difícil tratar con él. La situación que se encontró Simonson era compleja si, pero le permitía gozar de una libertad casi absoluta para trabajar con un personaje que casi todos daban por desahuciado.

Lo primero que hizo Simonson nada más ocuparse de Thor fue regresar a las raíces, y con ello no me refiero a regresar a la etapa Lee-Kirby, no, me refiero a la raíces mismas del personaje. Thor era un dios nórdico, ¿por qué no regresar a los mitos que le vieron nacer para construir su relanzamiento? Desde el primer momento, Simonson fue revolucionario, consciente de la libertad que se tendía ante si y conocedor a fondo de la mitología nórdica, Simonson cambio la serie casi desde la primera página quitandole incluso a Thor su martillo para darselo a un alienigena de aspecto equino que demostro merecerlo de sobra. Todo en una historia que hoy en día sigue siendo recordada y aplaudida y que en cierta medida  se puede interpretar como una declaración de intenciones: Thor había dejado de merecer el martillo porque no había estado a la altura del mismo, como si Simonson viniera a decir que los ultimos años de aventuras del personaje había estado demasiado lejos de lo que se supone ha de ser una serie como esta.

La revolución de Simonson se plasmo en todos los ambitos de la serie: argumentalmente se deshizo de un Donald Blake cuya presencia ya no tenía sentido, asentó al personaje plenamente en Asgard, lugar que siempre debería ser el foco central de sus relatos dejando la Tierra en segundo plano y quitó  de en medido a un Odín que en no pocas ocasiones había sido usado como deux ex machina y que de ese modo solo hacía que frenar la evolución del personaje. Visualmente modifico la tecnificada y futurista Asgard de Kirby creando una visión mucho más mítica a medio camino entre lo medieval y lo tecnológic. Su trazo suelto y elegante vislumbro un Thor mucho más musculado e imponente y sus ya famosas onomatopeyas terminaron de redondear un conjunto que destilaba épica y grandeza, historias más grandes que la vida.En definitiva aquello que nunca debio dejar de ser una serie como Thor.

Simonson hizo totalmente suyo al personaje, creando casi un nuevo canon por el que este podría regirse, de esta forma consiguió que funcionase ver a Thor convertido en rana y viviendo una fabula de Esopo, que un grupo de asgardianos asaltase Hel armados con rifles y metralletas o que Thor tuviese un nuevo traje que resultara visualmente tan impactante con el clásico y hasta entonces casi inalterado diseño de Kirby. Por el camino realizo la que tal vez siga siendo aún la mejor historia de siempre de Thor: La Saga de Surtur. donde además de como dar una lección sobre crear tensión (esos DOOM!) trazo una historia que resume a la perfección lo que uno puede esperar y debería obtener de un cómic de Thor.

El trabajo de Simonson demostró que un personaje como Thor, con una mitología tan rica a su alrededor nunca puede ser desahuciado, sus sucesores, Tom DeFalco y Ron Frenz prefirieron ignorar en gran medida los avances de Simonson recuperando ahora si la raíces Lee-Kirbinyanas del personaje. Hicieron un trabajo más que aceptable, pero a años luz de un creador que se atrevió a tener su propia voz dejando su imborrable huella en un personaje que desde entonces esta en permanente deuda con él. Al igual que nosotros, los lectores que podemos disfrutar en primera fila de semejante espectáculo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Twin Peaks, ¿quien mato a Laura Palmer?

Una de las series más míticas y respetadas de la historia de la televisión. Con solo dos temporadas en su haber, Twin Peaks sigue siendo a día de hoy y más de 20 años después de su estreno sinónimo de calidad y ejemplo de que ya entonces, a veces la pequeña pantalla podía tratar de tu a tu a la grande.

Convertida casi desde su inicio en un autentico fenómeno sociológico, el ya famoso “¿quien mato a Laura Palmer?” la catapulto en audiencia y prestigio pero también termino siendo en gran medida su condena. Y es que el asesinato de Laura Palmer no era más que el macguffin que se escondía detrás de un proyecto que, como suele ser habitual en uno de sus creadores, David Lynch, lo que pretendía era indagar en la podredumbre que se esconde detrás de nuestra sociedad, simbolizada en este caso por el, en apariencia idílico pueblecito de Twin Peaks.

Caótica, sugerente, extravagante son solo algunos de los adjetivos se pueden emplear en una serie maldita que gozó de inmensa popularidad y que luego se vio cancelada antes de poder completarse dejando un final tan insatisfactorio como coherente con lo que hasta entonces había sido la serie. Desde un primer momento y tras el espectacular capitulo piloto, aún hoy de lo mejor que se haya realizado nunca en el campo de la ficción televisiva, puro cine concebido para la pequeña pantalla, los tiros de Twin Peaks no fueron tanto por averiguar quien había matado a Laura Palmer si no en entender como algo así había ocurrido en un lugar como Twin Peaks, donde bajo la apariencia acogedora se escondía un autentico infierno y tal vez incluso, el mal encarnado.

La serie sin embargo pronto empieza a perder el rumbo y es que tras una corta (apenas ocho episodios), pero modélica primera temporada. Lynch se va a rodar Corazón Salvaje, el otro creador Mark Frost se centra en diversos proyectos personales y los capítulos mediocres se suceden hasta que llega un punto en el que no parece haber una salida clara. La situación se complica cuando la cadena en un intento por revitalizar la serie, obliga a revelar quien fue el asesino de Laura Palmer, algo que acontece en un magistral episodio dirigido de nuevo por Lynch. La idea era que resuelto el gran misterio la serie pueda seguir otros caminos y llamar de nuevo la atención de un gran publico que poco a poco le había dado la espalda, no fue así claro. El asesinato de Laura Palmer y su resolución, algo que siempre estaba más de fondo que otra cosa en la serie, era lo que había captado el interés del gran público, su resolución solo hizo que muchos ya no encontraran motivos para seguir viéndola. Lynch regreso de nuevo y lo hizo con fuerza pero era demasiado tarde, pese a todo grabo un episodio final, autenticamente espeluznante, que plagado de metáforas y pistas falsas recuperaba la esencia de la serie, cerraba líneas argumentales y daba la vuelta a toda lo visto hasta entonces. El final, oscuro y desesperanzador abría las puertas a una tercera temporada que nunca se produjo, la cadena cerro el chiringuito y nació la leyenda de Twin Peaks.

Considerada por muchos la mejor serie de la historia de la televisión (para el que esto escribe si cuenta desde luego con el mejor piloto que uno haya visto jamas), gran parte del mito de Twin Peaks gira entorno a que estamos ante una serie maldita, que empezó como un cohete, que poco a poco se fue hundiendo para después resurgir de las cenizas cual Ave Fenix más interesante que nunca....cuando ya era demasiado tarde. Su final tan apocalíptico, el fenómeno que se creo en torno a ella, el que alguien como David Lynch estuviera detrás...Son todos elementos que contribuyen a la sobredimensión de una serie con momentos magníficos, pero cuyo balance general solo puede ser calificado de irregular. En todo caso da igual, siempre nos quedara la habitación roja, la belleza de Audry Horne, el agente Cooper y su teoría sobre el café, y por supuesto siempre nos quedara ese “¿quien mato a Laura Palmer?” que todos los que vivimos de una manera u otra el fenómeno cuando se produjo (en España de la mano de Tele 5, que exploto la serie a conciencia) lo tendremos presente en nuestro para siempre en nuestro acervo cultua

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Lobezno de Jason Aaron.

Decía el otro día que Aaron se estaba convirtiendo en toda una superestrella allende los mares, lo curioso es que pese a saltar a la fama con la genial Scalped editada por DC para el sello Vertigo, ha sido Marvel quien le ha contratado en exclusiva, una muestra más de la torpeza con la que ultimamente se hacen las cosas en la editorial de Superman.

A la hora de construir las aventuras de un personaje como Lobezno hay que tener en cuenta varias cosas. Primero, es después de Spiderman el personaje más popular y reconocible de la antigua Casa de la Ideas. Segundo, aunque cuenta con menos historia que por ejemplo el Capitán América o Thor, su popularidad ha hecho que haya protagonizado tantos o más cómics que estos, lo que le ha llevado a una sobrexplotación brutal que dificulta mucho el trabajar con él, al menos dentro del ámbito de una serie regular. Tercero, pese a todo Lobezno siempre ha sido un personaje con el que se ha permitido jugar más, su estatus ha sido bastante variable, y ha protagonizado momentos de gran impacto con repercusión más o menos permanente para el personaje (Arma X, Origen o Atracciones Fatales son una muestra de ello). Cuarto la condición de hombre X de Lobezno y el que sea allí donde el personaje ha alcanzado su fama ha hecho que muchas veces sea en estas colecciones, y no en su serie propia, donde han sucedido muchos de lo momentos claves de su trayectoria.

Así las cosas cuando Aaron se acerca a Lobezno se encuentra con un personaje que es símbolo de la editorial, sobreexplotado como pocos y que por encima de todo es un hombre X. Malos mimbres para construir un trabajo realmente significativo que deje más huella en el personaje que el espectáculo de fuegos de artificio que supuso la etapa de Mark Millar y John Romita Jr., la última realmente celebre en la serie regular del mutante de las garras de adamantium. Pero Aaron, que debuto en esto de los cómics con una historia corta que pudo escribir tras ganar un concurso, precisamente con Lobezno, tiene las cosas muy claras y cuenta con una carta a su favor: sabe que con Lobezno va a tener más margen para poder hacer algo relevante. Tras un tímido pero atractivo acercamiento inicial que dejaría la muy interesante Saga de la Caza de Mística, (historia cuyo titulo ya lo dice todo, y que nos muestra a un Lobezno implacable y quintaesencial) además de la miniserie con aires de Golpe en la Pequeña China ambientada en el contexto de la mudanza de los X-Men a San Francisco (de nuevo su condición de hombre X marca a fuego el devenir del personaje). Aaron recibe el encargo de escribir una nueva serie sobre el personaje llamada Arma X y donde a lo largo de 16 números y colaborando con autores de la talla de Ron Garney o Yanick Paquette pretenderá y conseguirá que Lobezno vuelva a ser un personaje interesante.

El Lobezno que nos propone Aaron es un personaje hastiado, cansado del dolor y el sufrimiento que ha padecido y causado a lo largo de su ya centenaria existencia, un personaje que intenta el camino de la redención pero que en el fondo no cree en ella, quiere compensar todo el mal que ha hecho, pero sabe que nunca podrá, lo que no impide que lo siga intentando una y otra vez. No es una propuesta original el lado salvaje de Lobezno y su permanente lucha por controlarlo es algo que ha estado siempre presente en el personaje, la maestría de Aaron reside en que lo hace ver como algo nuevo a la par que propone aventuras (alguna como la segunda saga del mad doctor bastante tétrica) plagadas de acción que sin embargo hacen crecer al personaje, llegando a ser incluso más optimista y a conocer una fe en el mañana (e incluso en Dios) que nunca antes creyó posible. Así las cosas el Lobezno que sale del final de Arma X, es un personaje que ha crecido, que presenta más facetas y que por ello resulta más interesante, es decir Aaron ha terminado siendo significativo en la historia del personaje, ha conseguido dejar su propia huella.

Tras esto y en el enésimo relanzamiento mutante, Aaron pasa a escribir la única serie regular del personaje titulada simplemente Wolverine, donde de momento hemos podido leer una historia con dibujos bastante deficientes de Renato Guedes, en la que Lobezno recién estrenada su fe se ve el Infierno donde habrá de hacer frente a todos aquellos a los que ha dado muerte a lo largo de sus muchos años de existencia. Una curiosa premisa que esconde un plan en la sombra orquestado por un enemigo desconocido y que quiere ahondar tanto en la naturaleza violenta del personaje, como en su predisposición a caer bajo el control de enemigos externos con demasiada facilidad. Todo lo que aquí esta construyendo Aaron parece llevar al personaje a la decisiones que tomara en Cisma, el conflicto mutante, que a siguiendo el ejemplo de la Civil War, enfrentara a los dos símbolos actuales del cosmos mutante: Cíclope y Lobezno. Un conflicto que orquestado por el propio Aaron pretende relanzar de nuevo el cada vez más perdido cosmos mutante, habrá que esperar que sale de todo esto, pero si ni Aaron es capaz de arreglar el entuerto será difícil que alguien lo consiga.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Scalped, balada triste en la reserva de Prairie Rose.

Apenas si quedan dos tomos para el final de la serie que ha lanzado al estrellato a su guionista, Jason Aaron, condición sin duda ganada a pulso en esta Scalped que va camino de formar parte del Olimpo de los grandes títulos de Vertigo.

Mucho ha pasado, desde la última vez que hablamos por aquí de la que sin duda es la serie más interesante que de Vertigo se pública en España a día de hoy. En todo ese tiempo no es que las cosas hayan mejorado en exceso para Dash Caballo Terco. Atrapado en una situación imposible como agente del FBI infiltrado en la organización de Lincoln Cuervo Rojo dentro de la reserva de Prairie Rose, y es que las sucesivas pruebas a las que se ha visto sometido le han puesto al borde del abismo en el que ha estado a punto de hundirse en medio del alcohol, las drogas y un irrefrenable deseo de autodestrucción.

Nada es fácil en este duro relato de género negro moderno de Jason Aaron y R.M Guera (cuyo trazo, sigo diciendo, cada vez me recuerda más a Miller). Siempre al límite sin escapatoria posible, a tan solo dos tomos de la conclusión esta ya se empieza adivinar como devastadora. Aaron marca los tiempos en una obra que frena (centrándose en dar dar trasfondo a personajes secundarios, pero importantes para el devenir de los acontecimientos) o acelera (dando giros a la trama central que nunca termina de ir por donde parece que se encamina) a medida que el guionista lo desea, mostrando que Scalped es una obra planificada al milímetro que se va construyendo como un puzzle al que ya le quedan pocas piezas para completarlo y que va formando un dibujo descarnado y lleno de tristeza.

La sordidez del relato, lo desesperado de los personajes que protagonizan el drama, lo podrido del entorno en el que este se situá no ha hecho más que incrementarse a medida que ha ido avanzando la historia lo que se queda claro en la evolución de los personajes centrales de la misma. Caballo Terco, siempre huyendo: de su madre, de sus raíces indias, de la misera reserva en la creció. Creyó encontrar una salida en el FBI solo para ser obligado a regresar allí donde nunca quiso estar teniendo además que traicionar a los suyos, en especial a la única persona (a parte de su madre) que le ha mostrado algo de respeto en su vida: Lincoln Cuervo Rojo. Este por su parte, otrora defensor de los derechos de su pueblo ha acabado ahora como mafioso local y director de un Casino, contribuyendo a perpetuar el sometimiento de su gente al ser un eslabón más de la cadena que les ha llevado a su esa situación. Consciente de ello, piensa que tal vez Dash, el hijo que nunca tuvo, cuya madre fue la única mujer que amo de verdad, pueda ser su heredero e ir más lejos de lo que él nunca pudo o supo llegar.

Y es que como muy bien plantea José Torralba en la introducción del último tomo publicado hasta ahora en España, las relaciones paterno-filiales son un elemento clave en el entramado que esta construyendo Aaron. Lincoln quiere que Dash sea su heredero, casi su hijo, pero por otro lado despreció y maltrato a su hija que solo ahora, después de años de sufrimiento parece ver la luz al final del túnel alejada de la sombra de su padre. Será precisamente la ausencia del padre de Dash la que explique en gran medida su deseo de abandonarlo todo y dejar atrás la reserva y sus raíces, ahora con su padre de regreso las cosas no harán más que complicarse contribuyendo a incrementar los sentimientos encontrados de Dash y su impotencia ante la dimensión de todo lo que le rodea.

Con Scalped estamos pues, ante una obra que con los códigos del genero negro, narra un laberinto de pasiones humanas encerradas en su propio microcosmos, en este caso una reserva india condenada a la marginación y con ello a la delincuencia. Un laberinto del que poco a poco atisbamos a ver una salida, que sin embargo asoma en el horizonte como oscura y desangelada y es que no parece haber lugar para la esperanza en Prairie Rose.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Buffy cazavampiros, la “octava temporada”.

Tras cuarenta números y diversos especiales, todo recopilado en España por Norma en 8 tomos de muy irregular aparición, por fin acaba la “octava temporada” de Buffy Cazavampiros, continuación presuntamente oficial de la serie televisiva.

En el fondo Buffy siempre fue un cómic de superhéroes llevado a la pequeña pantalla con la ventaja de que aquí los personajes, su estatus, su entorno, si podía evolucionar, si podía crecer y es que si de algo no se puede acusar a Buffy es de miedo al cambio. En continuo crecimiento, siempre mirando hacía delante Buffy se gano una legión tal vez no muy numerosa, pero si incondicional de fans. Se mantuvo siete temporadas en antena y tuvo un final digno de tal nombre. Sin embargo, el final fue lo suficientemente abierto como para que aún se podíeran contar muchas cosas centradas en la exploración del nuevo (radicalmente nuevo) estatus que se había configurado.

Sin posibilidad de seguir en la televisión (pese a que la actual moda vampirica podría haberlo facilitado), Whedon, que baso muchas de sus ideas y planteamientos para la serie en los cómics de superhéroes que tanto ama, se disponía a continuar las andanzas de la cazavampiros en el medio del que tanto tomo: el cómic. Con el marchamo de “oficial” (lo que dejaba la anteriores aventuras de Buffy en cómic en una especie de limbo) y con el propio Whedon escribiendo (o co-escribiendo) el principio y el final,  esta octava temporada de Buffy no podía tener mejor pinta. Más si tenemos en cuenta que uno de los problemas principales que había tenido la serie original era su ajustado presupuesto, que pese a ser usado con grandes dosis de talento e imaginación, no permitía hacer todo lo que a los creadores les hubiera gustado hacer. El formato cómic eliminaba ese problema de raíz, el presupuesto era infinito, el único limite era la imaginación, y de eso Whedon había demostrado ir sobrado.

Lo curioso es que tal vez ahí radique el problema y es que si algo resulta ser la 8ª Temporada de Buffy es excesiva: excesiva en su duración, excesiva en sus planteamiento con una nueva vuelta de tuerca a Sunnydale que fuerza demasiado la credulidad, excesiva en recursos, con demasiada magia, demasiados seres míticos, demasiado todo en general. Es como si Whedon y su gente, quisieran desquitarse de un plumazo de las restricciones televisivas forzando las cosas más allá del enfoque esperado en Buffy, como si fueran incapaces de aplicarse aquello de un “gran poder conlleva una gran responsabilidad” queriendo hacer todo un más grande todavía continuo que no alcanza nunca la épica de, por ejemplo la quinta temporada, la ambigüedad de la sexta o el nivel de amenaza inabarcable de la séptima.

Y ahí es donde encontramos otro problema, es una obviedad si, pero no por ello menos cierta, y es que por mucho que Whedon conozca el medio, por mucho que se haya rodeado de guionistas interesantes, Buffy era una serie de televisión maravillosa, llena de magia, que te atrapaba episodio a episodio y esta “octava temporada” es otra cosa muy distinta, no un mal cómic en sentido estricto, pero desde luego no una temporada de Buffy. Carente de la magia y el encanto de la serie televisiva, resulta por momentos difícil identificar a los personajes, tanto por actitudes (tal vez lo más grave) como porque, George Jeanty el dibujante, pese a que se esfuerza en hacer un trabajo fotorealista no termina de conseguirlo. Para más inri sus dibujos son estáticos, su narrativa escasa y sus intentos de espectacularidad son de todo menos eso, un desastre vaya, y lo curioso es que Whedon señala todo lo contrario en el epilogo, diciendo que Jeanty capto la esencia de los personajes sin ser estático y sabiendo dar espectáculo, se ve que vimos cómics distintos.

Con todo el cómic esta lleno de grandes ideas, muchas de las cuales apenas si son exploradas, pero esta claro que eso no basta, al menos a mi claro, así que por mucho que se intente dar oficialidad a esta octava temporada, para mi Buffy ("mi" Buffy, vaya) acabo y muy bien por cierto en la séptima temporada, esto que aquí hemos podido leer, aunque me duela admitirlo, no es si no un pálido reflejo de lo que se pudo disfrutar en la pequeña pantalla.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Incógnito, malas influencias de Ed Brubaker y Sean Philips.

De la mano de Panini llega el segundo tomo de la colección que recopila los cinco números de la miniserie original, Incognito: Bad Influences, nueva colaboración de un dúo artístico que hasta ahora ha sido sinónimo de calidad: Ed Brubaker y Sean Philips.

Brubaker en los guiones y Philips en los lápices forman a día de hoy una de las parejas creativas más interesantes y poderosas de las que trabajan al otro lado del Atlántico. Recordando en cierta medida a dúos míticos que han producido obras cumbres en el cómic americano (pienso, salvando las distancias en Lee/Kirby, O´Neil/AdamsThomas/Buscema), la pareja formada por Brubaker y Philips parece contar con una sinergia que hace que sus trabajos tengan un aura especial donde predomina el equilibrio entre ambos autores, lo que les hace mucho más atractivos que otros dúos contemporáneos como el de Ennis y Dillon (donde el guionista es claramente la estrella) o Loeb y Sale (donde el dibujante capta casi todo el interés). Esta sinergia se observa especialmente en el caso del guionista, y es que ahora que Brubaker se encuentra en su peor momento creativo dentro del ámbito del cómic de superhéroes mondo y lirondo, sus trabajos con Philips permiten sacar lo mejor del guionista de La Escena del Crimen, que en estas colaboraciones vuelve a recordar a los lectores porqué alcanzo el estatus de superestrella siendo uno de los escribas más interesantes del nuevo milenio.

En lo que aún a día de hoy sigue siendo el mejor trabajo del dúo, la monumental Sleeper, los autores de Incógnito ya probaron con acierto la formula utilizada aquí, esto es la mezcla de dos géneros tan distintos como compatibles entre si: el noir y los superhéroes. En la medida en que el género de superhéroes puede calificarse como género de géneros, en el sentido de su capacidad de absorción y mimetismo con los elementos más clásicos de otros géneros (desde el terror al western pasando por la ciencia-ficción), esta mezcla propuesta por los autores de Criminal no tiene nada de extraño, aunque es cierto que pocas veces se había plasmado con tanto acierto como en Sleeper.

Si ya en el primer tomo de Incógnito asistíamos a una especia de reflejo invertido de aquella obra (ahora era un supervillano, Zack Overkill, quien por diversas circunstancias se integraba en una organización heroica), en este segundo tomo las cosas van mucho más lejos cuando Overkill, asentado a duras penas en su nuevo papel heroico, se ve obligado a infiltrarse de nuevo en la comunidad de villanos para sacar a un agente encubierto (quien bien pudiera ser Holden Carver el protagonista de Sleeper) del que hace demasiado que no se tienen noticias. Un entramado más propio tal vez del género de espiás que del noir, pero que los consabidos recursos de la voz en off, la sordidez de los ambientes en los que se moverá Overkill, la ambigüedad de los todos los personajes que conforman el drama y el dibujo, oscuro, sucio por momentos feista de Philips, terminaran enlazándolo claramente con los anteriores trabajo del dúo, estando el tebeo mucho más cerca de Criminal que no del Nick Fury de Jim Steranko por ejemplo.

Siendo interesante la enrevesada trama, y gozando de una ambientación, una“puesta en escena” por así decirlo decirlo llena de fuerza, los momentos tal vez más interesantes del cómic parten de las reflexiones internas de Overkill. Un Overkill que solo encuentra sentido a lo que hace cuando esta en acción, el resto del tiempo teniendo que amoldarse a una anodina “identidad secreta” se muestra absolutamente incapaz de adaptarse a una vida normal, a un trabajo normal a convivir con el resto de una humanidad a la que cree despreciar. Y decimos cree puesto que cuando obligado a asumir de nuevo el rol de villano, gozando de la libertad de poder hacer lo que quiera sin frenos ni limites, descubre que cosas que antes aceptaba como normales (violaciones, combates a muerte entre niños y toda otra serie de barbaridades) se han vuelto para él insoportables. La moralidad, la conciencia adquirida por su paso al lado de los ángeles le impide encontrarse agusto donde antes era su territorio. Así las cosas Overkill aparece como un personaje atrapado en un limbo, incapaz de adaptarse a su nuevo rol heroico y aun más incapaz de regresar al mundo de donde vino. En este sentido el cruel destino que le deparará el devenir de los acontecimientos no será más que el resultado lógico para un ser incapaz de pertenecer a ningún bando.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Asterios Polyp, a veces en el diseño esta el mensaje.

Vamos terminado el repaso por los cómics que quedaron pendientes del top del año pasado, hoy con Asteryos Polyp de David Mazzuchelli obra que hace buena la mítica frase pronunciada por Ridley Scott a cuento de Blade Runner: “A veces en el diseño esta el mensaje”.

David Mazzucchelli, artista de brillante trayectoria en el género superhéroico (dibujante ni más ni menos que de Año Uno y Born Again, dos de las obras maestras del género) ejemplifica en si mismo la búsqueda de la independencia artística y creativa. Resulta evidente que Mazzuchelli podía haberse refugiado en su estatus de superestrella del genero, haberse quedado allí para buscar vivir de las rentas, no sería el primero en hacelo. Por contra, Mazzuchelli tomo el camino difícil, busco explorar el medio, hacer su propio trabajo sin más condicionantes que lo que él mismo quisiera ponerse. Su búsqueda culminada con éxito, le ha llevado a convertirse en uno de los autores independientes más respetados y admirados, aunque bien es cierto que su trabajo, demasiado dilatado en el tiempo le hacía correr el riesgo de caer en un olvido sin duda inmerecido. En este sentido Asteryos Polyp, su primera novela gráfica y trabajo que se presuponía monumental habida cuenta el tiempo que el artista llevaba en ello, era esperado con un mezcla de expectación y curiosidad ante lo que todo parecía indicar sería el trabajo más relevante de Mazzuchelli hasta la fecha.

Leído el cómic, y valorado con la perspectiva que da el año transcurrido desde su publicación, cabe constatar que pocas veces la forma condiciona y define tanto el fondo como en esta obra. Concebido para aprovechar al máximo los recursos del medio, Asteryos Polyp resulta en ocasiones excesiva. Excesiva en la forma que apabulla al lector con soluciones gráfica sorprendentes en su complejidad y excesiva sobre todo en el fondo, aunque por desgracia más por lo que pretende conseguir, que por lo que en realidad termina consiguiendo. Mazzuchelli narra en el obra, el auge, caída e intento de redención del personaje central, Asteryos Polyp a través del cual trasmite su forma de ver la vida e intenta en cierto sentido llegar a la VERDAD así en mayúsculas sobre el sentido de la misma.

Demasiado ambiciosa tal vez, casi nacida con la obligación de ser una obra maestra absoluta y por ello fallida en el fondo, lo cierto es que cabe agradecer la valentía con la que el dibujante de La Ciudad de Cristal afronta el reto auto impuesto. Un reto claro, imposible de conseguir pero que pese a todo trae consigo una obra visualmente brillante, en al que todo esta condicionado en función de su plasmación en el papel donde Mazzuchelli homenajea y extrae recursos de los más grandes del medio y donde la página aparece como vehículo narrativo sobre la que se aposenta la obra. Destaca también en este aspecto el color, convertido en el elemento narrativo de primer orden y que transmite en todo momento tanto el estado mental de su protagonista como el lugar físico en el que se haya.

Más allá del plano visual sin embargo es donde resulta fallida la obra: tratar temas universales, jugar con los mitos griegos en clave moderna, hablar de la dualidad del hombre y la vida (elemento este sin duda clave en el cómic) requiere ir mucho más lejos de lo que Mazzuchelli lo hace en esta obra. Una obra que si, es un espectáculo digno de contemplarse.....pero que al final resulta poco más que eso, y es que cuando el autor verbaliza lo que quiere contar, cuando la palabra trata de imponerse sobre el dibujo, es cuando el cómic parece perder fuerza y desinflarse, cayendo en no pocas ocasiones en el tópico, pecado nada venial para una obra concebida para ser rupturista. Y es que si como decíamos más arriba el ser ambicioso es algo digno de admirar, lo cierto es que si se quiere ir por los caminos que Mazzuchelli transita en esta obra tal vez fuera necesario ser aún más radical. En todo caso sigue siendo una de las obras visualmente más estimulantes que se ha visto en años, lo que sin duda le hace merecedora de los muchos parabienes recibidos a la par que la señalan como uno de los mejores cómics editados durante el pasado año.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Desde la nostalgia, series para el recuerdo IX.

Acaba con este la lista de post dedicados a aquellas series que más impacto causaron en mi infancia/adolescencia, al final la cosa ha quedado bastante completita y creo que no se me ha faltado  ninguna.

Muchas y muy variadas han sido las series que han pasado por aquí, las ha habido de todo tipo, policíacas, de acción, noir, de aventuras, de adolescentes, comedias, dramas etc, etc sin embargo y con la excepción de unas pocas series de animación apenas si mentadas, no ha habido series españolas ¿por qué?

Bueno, realmente si tengo en la memoria alguna serie española que podría haber tendido su espacio aquí, series como Verano Azul o Curro Jiménez tienen un aire mítico, y realmente tengo la sensación de que estaban bien, que de chaval me gustaban, aunque siendo sincero apenas si me acuerdo de ellas, y he de decir que no son series que apetezca revisitar demasiado. No se, creo que realmente el motivo por el que no ha entrado ninguna serie española se debe a que en mi mente no hay ninguna que merezca realmente la pena, si hago un esfuerzo si recuerdo más o menos series como Al salir de clase, mala con avaricia, o Compañeros, algo mejor, pero en todo caso émulos sin gracia de la ya escasamente relevante Sensación de Vivir. Dentro de las comedias me saldría series como Farmacia de guardia, tan conservadora como Los problemas crecen pero sin ningún tipo de encanto o Ay señor, señor, casposa a más no poder. Otras series que si recuerdo haber seguido con mayor o menor interés como Periodistas (ya bastante tardía) o Las chicas de hoy en día no las tengo en mente con especial cariño, en realidad no creo que sean series de las que vuelva a ver algún día un episodio.

Realmente no me viene a la mente ninguna serie española que marcara mi infancia o mi adolescencia de verdad, no quiero hablar de falta de calidad, ya que obviamente ni las vi todas, ni muchas de las que si me marcaron andan sobradas de la misma, pero lo cierto es que aún incluso hoy en día, más allá de comedias bufas construidas en torno a una formula que al menos resultan simpáticas (pienso sobre todo en Aquí no hay quien viva, de clara inspiración comiquera por otra parte), solo hay dos series españolas que me atrevería a recomendar a alguien: 7 Vidas, la serie española (al menos que yo haya visto) que mejo ha sabido captar el espíritu de las mejores sitcom americanas y ¿Qué fue de Jorge Sanz?, una rara avis en nuestro país que merece mucho la pena, pero que por su misma condición no es un más que una excepción.

Me dicen que Crematorio esta muy bien, el amigo Paco Hernández habla maravillas de La Pecera de Eva, y me cuentan quienes siguen Águila Roja que es una serie de aventuras desenfada y sin complejos que resulta la mar de divertida, no lo se.  Lo que si es que cuando pienso en series como Dexter, 24, Lost o incluso una formula ya tan agotada como House, no encuentro nada en España que se le pueda acercar bajo ningún parámetro imaginable, desde luego tampoco en la comedia veo nada que roce si quiera a Friends o The Big Bang Theory, y como digo todo esto viene de lejos y no se si es problema mio que no consigo conectar con la ficción televisiva española o problema de esta que no consigue hacer productos a la altura de lo que se hace en otros países, porque claro, la diferencia económica será notable, pero el verdadero talento siempre se ha impuesto a estas cosas.

En fin que como digo no hay series españolas (salvo las dos excepciones mentadas) que me interesaran en el pasado y tampoco veo ahora ninguna (salvo quizá Crematorio) que me llame en exceso, de ahí su ausencia a lo largo de esta serie de posts, ausencia que en todo caso he querido paliar en parte mentando por lo menos algunas series que si no significativas, si forman parte de aquellos años de formación.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Invencible y el género superheroico: todavía en pie.

Aunque a cuenta gotas y en una edición claramente mejorable, Invencible sigue publicándose en España, lo que es sin duda motivo de alegría no en vano sigue siendo una de la colecciones de superhéroes más atractivas que se pueden leer hoy en día.

Lo que empezó como una mezcla de elementos propios de Spiderman con la noción de legado del Universo DC ha terminado por adquirir una marcada personalidad propia que parece intentar llevar al extremo tanto la estética como la ética del superhéroe. Si ya con anteriores giros argumentales, Kirkman había conseguido dar la vuelta a multitud de tópicos relacionados con el género, el cómic que abre el último tomo publicado por ahora en España, va un paso más allá al resolver en un solo número y de una sola colección un concepto que parecía destinado a ser un crossover multitudinario que afectase a todo el universo de ficción de Image.

Lo que se nos narra en ese tebeo es la invasión de la Tierra por parte de un grupo de Invencibles malignos de multitud de tierras alternativas en un diabólico plan orquestado por un antiguo enemigo del héroe. La magnitud de la amenaza lleva a todos los héroes de la editorial (por ahí vemos el Spawn de McFarlane, el Savage Dragon de Larsen o los Youngblood del recientemente rehabilitado Liefeld) a unirse para tratar de frenarla. Lo dicho, un argumento diseñado casi a posta para un evento de proporciones épicas se resuelve en solo número dejando abiertas además ideas para el futuro. Lo revolucionario de un planteamiento así en un contexto como el que vivimos actualmente en el género (marcado por la casi obligatoriedad del evento anual y alargamiento de las tramas hasta más allá de lo recomendable), muestra a las claras por que Invencible con más de sesenta números a sus espaldas sigue siendo una de las propuestas más recomendables y frescas del género a día de hoy.

Tan remarcable como esto es el hecho de que, sin apenas respiro enseguida tenemos encima la siguiente amenaza, tan grande que casi empequeñece lo anterior. Ahora por contra, la aventura dura cinco números y suena a ya vista ya que no es más que una repetición de lo sucedido números atrás con todo el asunto de Omniman, eso si, sin la carga emocional de aquella. Sin embargo todo lo que falta en dramatismo emocional, se suple con la fisicidad ultraviolenta de uno de los combates superhéroicos más potentes que jamás se hayan presenciado en un cómic book de superhéroes al uso. Acostumbrado a llevar las cosas al limite, y aunque ultimamente la violencia ha tenido cada vez más importancia en los universos superhéroicos más clásicos. Invencible lleva tiempo yendo más lejos de lo que se suele ver en el genero (excepciones como The Authority a parte) y es que, aunque este es por su propia naturaleza violento, la violencia que se suele encontrar en los cómics más clásicos de Marvel o DC no tienen nada que ver con la que se ha venido reflejando en esta colección, donde las peleas duelen de verdad y las heridas casi se pueden palpar.

Cabria destacar en todo caso, que si bien es Kirkman quien, por sus planteamientos se suele llevar tal vez demasiado merito por la calidad de la colección, si algo viene a demostrar este tomo es la potencia visual de Ryan Ottley, capaz de trasmitir en sus páginas la espectacularidad de un combate (que casi dura tres números) más propio de Dragon Ball con el inmenso dolor que tanto Invencible como su oponente sienten en una batalla tan brutal como bien planificada.

Supongo que al no formar parte de un universo de ficción con tanta historia y el ser un personaje relativamente nuevo facilita que en Invencible se hagan las cosas que se hacen, aunque uno puede ver que por encima de todo esto el éxito de esta colección radica en unos autores talentosos que sin cortapisas editoriales y sabiendo en el género y el formato en el que trabajan , dan lo mejor de si. Tal vez sea esta la lección que deberían aprender las grandes editoriales en lugar de recurrir a relanzamientos absurdos y burdos trucos de marketing sin sustancia.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Other Lives de Peter Bagge o el destino de la generación X.

Poco a poco voy completando las reseñas de los cómics que incluí en mi top del año pasado, ahora le toca el turno a Other Lives, una novela gráfica de Peter Bagge publicada en España por La Cúpula.

¿Que configura nuestra identidad?, ¿quienes somos y quienes queremos ser son realidades compatibles?, ¿somos conscientes que las decisiones que tomamos van a configurar nuestras vidas? Estas preguntas son, entre otras las que asoman en el horizonte tras la lectura del último trabajo del creador de Odio visto por estos lares. Con su habitual socarronería y su dibujo caricaturesco y expresivo, Bagge nos cuenta una historia sobre personas que se niegan a asumir quienes son, que buscan encontrar vías de escape a su anodina realidad ya sea mediante un juego de rol virtual, tapando con alcohol desordenes alimenticios y un profundo odio a si mismos, inventándose pasados misteriosos o mintiéndose directamente sobre lo que se pretende conseguir.

El tema de la configuración de la propia identidad ya estaba presente en Odio, más que nada por que a medida que avanza la serie vemos crecer a Buddy y su entorno y asistimos de primera mano a la decisiones que harán que su vida sea como termino siendo. En Other Lives, Bagge es mucho más directo, o mejor dicho se centra más en este tema y lo hace a través un grupo de cuatro treintañeros que, en una edad en la que ya debían haber constituido sus vidas siguen jugando a ser adolescentes siendo aún incapaces de asumir su propia existencia. Todo esto claro, solo puede terminar en desgracia, teniendo en general la obra un tono mucho más pesimista y oscuro. Así si Odio suponía en cierta medida un reflejo de la generación X mezclado con tintes autobiográficos, Other Lives muestra el panorama de lo que ha pasado con los componentes de esa generación con el transcurrir de los años, dibujando un retrato desolador, que el tono de la obra, marcadamente ácido, no hace si no incrementar. Y es que el humor es aquí mucho más incomodo e incluso hiriente que lo que nunca resulto ser en la andanzas de Buddy y compañía.

El cómic, estructurado en forma de cuatro historias cruzadas que terminan creando un todo más grande y constituyendo un relato coral, puede ser visto, así y en cierta medida como una suerte de epilogo pesimista de Odio. Un Bagge con muchas menos ganas de bromas parece decir que si bien es divertido y hasta necesario hacer el tonto a los 20, seguir haciéndolo superados los 30 puede tener consecuencias desastrosas. Una lectura tal vez demasiado moralista y algo conservadora, pero que el autor consigue hacer funcionar a lo largo del relato, lo que no deja de tener su merito y más ante la sucesión de situaciones incomodas que el creador de Studs Kirby va presentando. Situaciones en todo caso pensadas para provocar una reacción en el lector, lo que sin duda consigue resultando complicado permanecer impasible ante lo que Bagge no esta contando.

Cabría destacar también, más como elemento anecdótico, pero no del todo desdeñable, el formato de publicación, que como no, es el de la tan traída y llevada novela gráfica., algo tal vez condicionado por la editorial tras la historia, ni más ni menos que DC, aunque eso si, a través de su sello Vertigo (realmente me cuesta pensar en este cómic como un cómic Vertigo, pero bueno ese es otro tema), que con este movimiento tal vez buscara un poco más de prestigio para una obra tan especial. El formato decía, es relevante desde el momento que el propio autor declara no sentirse muy a gusto con el mismo, pero en el que, por motivos comerciales se ve “obligado” a trabajar (¿esta es la libertad que traía consigo la novela gráfica?). La elección de este formato configura claramente la disposición del relato que pese a todo adopta por momentos una estructura capitular, como si el autor, consciente de que si quiere tener viabilidad comercial ha de adaptarse a lo que hoy pide el mercado, pero aún así listo para revindicar su parcela de libertad y dictando el ritmo de la obra como si esta se hubiera constituido en formato comic-book, un formato tan lleno de posibilidades como por desgracia, herido de muerte hoy en día. No hay más que ver la lujosa edición del clásico Death Ray de Daniel Clowes, publicado originalmente en comic-book y ahora reeditado a todo lujo para que pueda ser considerado, ahora si, una novela gráfica por derecho propio.