De la mano de Panini llega el segundo tomo de la colección que recopila los cinco números de la miniserie original, Incognito: Bad Influences, nueva colaboración de un dúo artístico que hasta ahora ha sido sinónimo de calidad: Ed Brubaker y Sean Philips.
Brubaker en los guiones y Philips en los lápices forman a día de hoy una de las parejas creativas más interesantes y poderosas de las que trabajan al otro lado del Atlántico. Recordando en cierta medida a dúos míticos que han producido obras cumbres en el cómic americano (pienso, salvando las distancias en Lee/Kirby, O´Neil/Adams o Thomas/Buscema), la pareja formada por Brubaker y Philips parece contar con una sinergia que hace que sus trabajos tengan un aura especial donde predomina el equilibrio entre ambos autores, lo que les hace mucho más atractivos que otros dúos contemporáneos como el de Ennis y Dillon (donde el guionista es claramente la estrella) o Loeb y Sale (donde el dibujante capta casi todo el interés). Esta sinergia se observa especialmente en el caso del guionista, y es que ahora que Brubaker se encuentra en su peor momento creativo dentro del ámbito del cómic de superhéroes mondo y lirondo, sus trabajos con Philips permiten sacar lo mejor del guionista de La Escena del Crimen, que en estas colaboraciones vuelve a recordar a los lectores porqué alcanzo el estatus de superestrella siendo uno de los escribas más interesantes del nuevo milenio.
En lo que aún a día de hoy sigue siendo el mejor trabajo del dúo, la monumental Sleeper, los autores de Incógnito ya probaron con acierto la formula utilizada aquí, esto es la mezcla de dos géneros tan distintos como compatibles entre si: el noir y los superhéroes. En la medida en que el género de superhéroes puede calificarse como género de géneros, en el sentido de su capacidad de absorción y mimetismo con los elementos más clásicos de otros géneros (desde el terror al western pasando por la ciencia-ficción), esta mezcla propuesta por los autores de Criminal no tiene nada de extraño, aunque es cierto que pocas veces se había plasmado con tanto acierto como en Sleeper.
Si ya en el primer tomo de Incógnito asistíamos a una especia de reflejo invertido de aquella obra (ahora era un supervillano, Zack Overkill, quien por diversas circunstancias se integraba en una organización heroica), en este segundo tomo las cosas van mucho más lejos cuando Overkill, asentado a duras penas en su nuevo papel heroico, se ve obligado a infiltrarse de nuevo en la comunidad de villanos para sacar a un agente encubierto (quien bien pudiera ser Holden Carver el protagonista de Sleeper) del que hace demasiado que no se tienen noticias. Un entramado más propio tal vez del género de espiás que del noir, pero que los consabidos recursos de la voz en off, la sordidez de los ambientes en los que se moverá Overkill, la ambigüedad de los todos los personajes que conforman el drama y el dibujo, oscuro, sucio por momentos feista de Philips, terminaran enlazándolo claramente con los anteriores trabajo del dúo, estando el tebeo mucho más cerca de Criminal que no del Nick Fury de Jim Steranko por ejemplo.
Siendo interesante la enrevesada trama, y gozando de una ambientación, una“puesta en escena” por así decirlo decirlo llena de fuerza, los momentos tal vez más interesantes del cómic parten de las reflexiones internas de Overkill. Un Overkill que solo encuentra sentido a lo que hace cuando esta en acción, el resto del tiempo teniendo que amoldarse a una anodina “identidad secreta” se muestra absolutamente incapaz de adaptarse a una vida normal, a un trabajo normal a convivir con el resto de una humanidad a la que cree despreciar. Y decimos cree puesto que cuando obligado a asumir de nuevo el rol de villano, gozando de la libertad de poder hacer lo que quiera sin frenos ni limites, descubre que cosas que antes aceptaba como normales (violaciones, combates a muerte entre niños y toda otra serie de barbaridades) se han vuelto para él insoportables. La moralidad, la conciencia adquirida por su paso al lado de los ángeles le impide encontrarse agusto donde antes era su territorio. Así las cosas Overkill aparece como un personaje atrapado en un limbo, incapaz de adaptarse a su nuevo rol heroico y aun más incapaz de regresar al mundo de donde vino. En este sentido el cruel destino que le deparará el devenir de los acontecimientos no será más que el resultado lógico para un ser incapaz de pertenecer a ningún bando.
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