viernes, 30 de septiembre de 2011

Desde la nostalgia, series para el recuerdo II.

Continuo con el repaso de alguna de las series que más me marcaron durante la infancia y la adolescencia, series que en muchos casos vistas hoy no están a un nivel demasiado alto, pero que con todo tienen su aquel.



Los Vigilantes de la Playa: Bueno esto a ver, la serie ya me parecía mala en su momento, con argumentos absurdos, conflictos sin sentido y un David Hasselhoff que estaba lejos de molar tanto como en el Coche Fantástico, pero claro tampoco es cuestión de ponerle tantas pegas a una serie que tenía unos valores tan, como decirlo, neumáticos. Y es que en la hormonada vida de un adolescente ver a Pamela Anderson y compañía en ajustados trajes de baño corriendo a cámara lenta para salvar la vida de algún afortu...esto, desafortunado incauto no requería excesiva racionalización, teniendo eso no podías pedir encima que al serie fuera buena, bueno a lo mejor si, pero tampoco es que te fueras a dar demasiada cuenta. Creo que los valores de esta serie se resumen perfectamente en aquel episodio de Friends, donde Joey se la descubría a Chandler y este solo acertaba a decir “¡¡están, están corriendo, y, y lo hacen a cámara lenta!!”. En todo caso lo que es innegable es que la serie era honrada, sabía perfectamente lo que vendía y a que tipo de público iba dirigida dándole lo este pedía, claro que se mire como se mire, vista hoy ni Pamela Anderson consigue salvar este desastre.




El Principe de Bel Air: Supongo que todos, en algún momento de nuestras vidas hemos tarareado aquello de “al oeste en Filadelfia crecía y vivía sin hacer mucho caso a la policía...”. Serie que lanzo a la fama mundial a la hoy superestrella Will Smith, El Principe de Bel Air es una sitcom bastante clásica que aunque lejos de las grandes del género, sigue teniendo a día de hoy cierto encanto. Es verdad que la serie depende en exceso de Will Smith sobre el que se centra el foco de todo lo que en ella transcurre, pero no es menos cierto que otras sitcom actuales de gran prestigio (pienso en Big Bang Theory o How i met your mother) basan gran parte de su comicidad en un determinado personaje y no pasa nada, además aquí teníamos a Carlton permanente objeto de chanza por parte de Will y que siempre proporcionaba alguna de las situaciones más estramboticas y surrealistas de la serie. Sea como sea es innegable que El Principe de Bel Air es todo un icono televisivo de los 90 y que no somos pocos los que nos acordamos con cariño de una serie desenfadada y divertida que si no carcajadas si consigue aún hoy, sacarte más de una sonrisa.




Alf: Esta serie sobre un extraterrestre que se estrella en la Tierra y es “adoptado” por una arquetipica familia estadounidense era de mis favoritas de chaval, Alf, manipulador, miedica, comedor de gatos y egoísta recalcitrante tenía pese a todo carisma, era un personaje que parecía diseñado para encariñarte con él. De chaval era una serie que no me perdía nunca y que me hacía reír a carcajadas, al contrario que otras de las que he hablado por aquí esta no la había vuelto a ver hasta hace relativamente poco, así que en mi mente seguía siendo una serie simpática que seguramente hubiera aguantado el paso del tiempo. Sin embargo como decía, hace poco tuve la oportunidad de revisar varios episodios y, bueno la verdad es que el recuerdo se desvaneció enseguida, supongo que como sucede con El Equipo-A y tantas otras para disfrutar de verdad de esta serie hay que verla con la mentalidad de un infante dispuesto a disfrutar de lo que le muestran sin cuestionarse demasiadas cosas. Y es que los episodios que pude ver de Alf me resultaron, lentos, escasamente divertidos y demasiado previsibles, supongo que puede ser que pillara alguno de los peores episodios de la serie, pero más bien creo que no, que es mejor dejar a Alf en el recuerdo, como esa serie de la que tanto disfrute de chaval y no volver a acercarse a ella para evitar la decepción.



Fuente video: Youtube.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

American Vampire, emblema de un sello.

Con dos tomos ya publicados en España que vienen recopilar las 11 primeros números de la colección, American Vampire se ha convertido en uno de los símbolos del Vertigo actual, un sello que viviera épocas de gloria pero que ahora parece encontrarse en uno de los peores momentos de su historia.

Los vampiros están de moda, aunque más bien cabria pensar que nunca han dejado de estarlo, su presencia en la cultura popular es fácilmente rastreable en el cine, la literatura, la televisión, los videojuegos y como no los cómics. Desde la más aventurera y legendaria La Tumba de Drácula a la más netamente terrorífica 30 Días de Noche, pasando por la reciente invasión del Universo Marvel (tanto en su versión tradicional como en su versión Ultimate), los diferentes puntos de vista sombre este horror ancestral que acecha en la noche para robarnos la vida han sido reflejados con desigual acierto en el mundo del cómic. En este sentido American Vampire nos presenta un nuevo acercamiento al mito, enmarcado en el sello Vertigo y conducido por unos casi desconocidos hasta entonces Scott Snyder y Rafael Alburquerque.

Algo debía tener esta propuesta para primero ser lanzada a bombo y platillo como nuevo emblema de un sello casi huérfano de ellos desde el cierre de 100 Balas y segundo para atraer ni más ni menos que a Stephen King, el cual junto a Snyder coescribira el origen del personaje central de la serie Skinner Sweet, y ese algo empezaba por el enfoque que Snyder pretendía dar al proyecto. Alejada de las caramelizadas versiones que hoy pueblan el cine, el vampiro que proponía Snyder remarcaba sus raíces centradas en el horror puro presentándonos un personaje ya en vida amoral, sanguinario y con un punto nihilista que vería exacerbada su personalidad con el paso a la no-vida, pero claro haría falta algo más que un mero regreso a las raíces para convertir American Vampire en algo especial y ese algo más viene dado por ese American del titulo que va más allá de una mera referencia geográfica.

Skinner Sweet, no es un vampiro normal, no, es un vampiro americano, nuevos poderes y nuevas debilidades asoman en un vampiro que haciendo suyo el “América para los americanos” esta dispuesto a destrozar como pueda los múltiples intereses económicos que los vampiros europeos tienen en los USA, y es que Sweet en su anarquía y salvajismo tiene algo de lo que americanos llaman “espíritu pionero”. Así las cosas Snyder nos plantea una obra que tiene un mucho de racismo (visto desde dos punto de vista), lucha anticolonialista, venganza personal y ansias de destrucción por el simple placer de la destrucción, y lo hace a través de un relato escrito con buen pulso, que sabe caracterizar a los personajes con apenas unos diálogos planteando una lucha de poder a largo plazo de la que apenas si hemos visto sus comienzos. Capitulo aparte merece Rafael Alburquerque, que ahonda en la tendencia del sello (en su origen de eminente vocación literaria) de cuidar mucho más el apartado artístico de sus cómics. Dotando de gran sentido narrativo, y con páginas que son un autentico espectáculo (pienso en la primera aparición de Sweet como vampiro), Alburquerque hace de la lectura de American Vampire una delicia visual.

Con todas estos ingredientes, American Vampire viene a confirmarse, por méritos propios como la colección regular emblema del Vertigo actual: Fabulas lleva mucho tiempo en decadencia, DMZ, Scalped y Northlanders están a punto de acabar, Hellblazer, aunque en buenas manos gracias a Peter Milligan esta por ver como va seguir ahora que Constantine regresa al Universo DC y The Unwritten, aunque muy buena, carece de ese aura especial que tuvieron en su momento Sandman, Predicador o 100 Balas, aura que American Vampire parece si no tener aún, si estar muy cerca de conseguir.. Es una pena que el que fuera sello emblema del cómic de adultos dentro del mainstream este en plena decadencia, series como esta o como la ya mencionada The Unwritten mantienen la calidad del mismo, pero lo cierto es que poco a poco se esta viendo reducido a una sombra de lo que fue, esperemos que el éxito de este colección ayude a mantener el sello, aunque tal vez sea necesaria una reformulación del mismo con más protagonismo de los autores y es que el propio Garth Ennis, reconocía que aun en Vertigo la libertad del autor es muy inferior a la que se tiene en la editoriales independientes o incluso en Icon o Max los sellos para adultos de Marvel.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Releyendo a Morrison: Batman y Robin y El Regreso de Bruce Wayne.

Lo que empezó de forma modesta e incluso desconcertante ha terminado por tornarse en una de las etapas más interesantes de la historia del personaje. Los 16 primeros números de Batman y Robin y la miniserie de 6, El Regreso de Bruce Wayne ahondan en todo lo que el guionista escoces ha venido construyendo en torno al Señor de la Noche.

Tal vez lo más interesante del trabajo de Morrison en Batman es que, en un personaje que ha tenido tantas y tan diversas (no pocas veces contradictorias) versiones a lo largo de su historia, consigue ir como pocos a la esencia del mismo, transformándolo casi más en mito (con raíces en los albores de la humanidad) que en personaje y haciendo creíble todos esos puntos de vista comprimiendolos en uno solo. Salvando las distancias, el Batman de Morrison recuerda un poco al Profesor Hulk de Peter David en el sentido de que consigue integrar todas sus personalidades en una sola haciendo que funcione.

Tras los acontecimientos narrados en Batman RIP y en Crisis Final (a la postre clave en la historia que esta construyendo Morrison con el hombre murciélago) el autor de All Star Superman afrontaba uno de sus retos más difíciles: seguir adelante sin la presencia de Bruce Wayne, algo que podría resultar intimidatorio, si no fuera porque el autor de Animal Man ya había conseguido integrar todos los Batmans posibles en el camino que llevo a RIP haciendo creíbles 70 años de continuidad como un todo. La obvia elección de Dick Grayson como Batman y la no tan sorprendente de Damian Wayne como Robin, permiten al autor escoces crear una nueva dinámica en el icónico dúo con un Batman inseguro de su papel como Señor de la Noche y un Robin aquejado de exceso de confianza y que se cree superior al que debiera ser su guía.

Esta nueva dinámica permite a Morrison trazar una historia con un tono mucho más aventurero alejado de la gravedad de RIP a la par que enlaza con el todo coherente que el guionista de Los Invisibles lleva construyendo desde el principio. Este tono más desenfadado y superheroico contrasta con lo bizarro y extremo de las amenazas a las que el nuevo dúo dinámico tendrá que hacer frente: su propio reverso tenebroso, un desquiciado Doctor Pyg o un asesino despiadado y sin capacidad de habla.

Enfocada desde el principio con El Regreso de Bruce Wayne en mente, la relectura del trabajo de Morrison muestra a las claras el error editorial cometido por Pda al sacar primero los 16 números de Batman y Robin y luego aparte la miniserie, ya que leídas en su correcto orden de salida la imagen que se obtiene es mucho más completa. Y es que desde el momento en que Dick tiene claro que es posible que Bruce no haya muerto si no que se encuentre atrapado en el tiempo, la colección pega un giro siendo ese su punto central. Así mientras Bruce inicia su ordalía en busca de la victoria definitiva frente a Darkseid a través de las diferentes épocas que recorre en su propia miniserie, Dick y Damian con la ayuda de un misterioso Oberon Sexton empiezan a completar el puzzle familiar de los Wayne que enlaza con los orígenes del Doctor Hurt y del Guante Negro y que permite entrever a Bruce Wayne como figura clave en Gotham desde el mismo nacimiento de la ciudad, todo ello usansdo una historia circular que tendrá sentido pleno en su conjunto.

Ambicioso como pocos, Morrison en su ya larga etapa (más de 50 números) al frente del Caballero Oscuro demuestra con su trabajo varias cosas: que el formato grapa no esta muerto, que se puede contar una historia-rio fácilmente recopilable en tomos sin que los cómics que la componen pierdan su fuerza leídos individualmente, que se pueden contar cosas nuevas e interesantes con personajes de más de 70 años a sus espaldas para lo que solo hace falta talento, ambición y un cierto grado de libertad autoral y que la continuidad usada como herramienta de trabajo y no como enemigo a ignorar puede ser la base en torno a la que construir un gran relato válido y atrayente incluso para aquellos que la desconozcan. En definitiva con el Batman de Morrison estamos ante el que posiblemente sea el cómic superheroico más estimulante de la actualidad, un cómic que confiá en la inteligencia del lector y que busca la implicación y el esfuerzo de este para disfrutar de una obra tan fascinante como perdurable.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Desde la nostalgia, series para el recuerdo I.

Empiezo hoy una serie de post dedicadas a aquellas series que más me marcaron durante la infancia y la adolescencia, series que en mucho casos no he vuelto a ver y que ni siquiera he visto completas, pero que por una razón u otra han permanecido en el recuerdo. Muchas no son buenas, otras si, pero eso es lo de menos son series especiales que aguanten o no revisiones siempre tendrán hueco en mi memoria.


El Equipo A: “En 1972 un comando compuesto por cuatro de los mejores hombre del ejercito americano fueros encarcelados por un delito que no habían cometido, No tardaron en fugarse de la prisión en la que habían sido recluidos. Hoy buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encentra quizá pueda contratarlos. Son … el Equipo A.

Así empezaba esta serie mítica donde las haya, el carisma inherente a M.A Barracus, Fenix, Anibal y Murdock y toda su parafernalia, en especial su furgoneta (uno de mis juguetes más queridos de la infancia) necesitan para funcionar la mirada de un niño. Vista hoy, con ojos de adulto la serie no se sostiene por ningún lado: tiroteos sin heridos, prisioneros siempre en lugares con multitud de herramientas a sus disposición, misiones inverosímiles...Con cierta perspectiva pienso que incluso de niños ya sabíamos que aquello no era muy bueno, pero como molaba, tan solo tenías que entrar en el juego y saber las reglas del mundo en el que se movían. Verla todas las tardes era casi una cita obligada y jugar a ser M.A o Anibal (nadie quería ser Murdock y menos aún Fenix) era muy habitual aquellos años. Como digo hoy la serie apenas se sostiene, y no creo que consiga siquiera conectar con las nuevas generaciones como demuestra el relativo fracaso de la reciente adaptación cinematográfica concebida más para nostálgicos que otra cosa. En definitiva una serie tal vez demasiado generacional pero en todo caso inolvidable para aquellos que crecimos en los 80.




MacGyver: Otra que tal baila, todos (al menos todos los de mi generación) conocemos el dicho “Tienes más peligro que MacGyver en una ferretería”. Capaz de fabricar una bomba con un clip, dos chicles y una pila, MacGyver cual tertuliano actual era un hombre que sabía de todo y que podía hacer de todo. Prototipo de héroe de acción inasequible al desaliento pero con corazón de boy scout, MacGyver ya parecía increíble en nuestros tiempos mozos, vista hoy ha envejecido incluso más que el Equipo A, tal vez por que el reparto más coral y el sentido del humor de aquella la siguen haciendo divertida. En su momento sin embargo MacGyver también molaba y también era una de las serie de referencia de aquellos años más que nada por el carisma de Richard Dean Anderson actor para siempre marcado por el personaje como queda claro en Los Simpson donde Patty y Selma llegan a secuestrarle para que se olvide de tonterias como Stargate, xd.




El Coche Fantástico: David Hasselhoff, es sin duda una de las más rutilantes estrellas de los 80, y en gran medida lo es gracia a Michael Knight “un joven solitario embarcado en una cruzada para salvar la causa de los inocentes, los indefensos, los débiles, dentro de un mundo de criminales que operan al margen de la ley”. Pero sin duda lo que hacía especial esta serie era KITT, el Coche Fantástico, un vehículo inteligente que siempre tenía la desgracia de toparse con un camión, un remolque o cualquier otra cosa cuando perseguía a los malos, aunque al final conseguía su objetivo mediante unos saltos tremendos que uno se preguntaba porque no había ejecutado antes. KITT era también uno de los juguetes preferidos de no pocos infantes ochenteros y también una de las atracciones favoritas en las que montar. De nuevo la serie no resiste un revisionado a día de hoy y tengo la impresión que ante la poca duración de su reciente remake estamos también ante una serie tan generacional como las otras dos incapaz de conectar con los nuevos públicos, pero en su momento si lo hizo, vaya que si.



Fuente de los videos: Youtube

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Tom Strong y los robots de la muerte, recuperando el sentido de la maravilla.

Norma acaba de publicar el séptimo y por ahora último tomo de este cientiheroe pulp creado Alan Moore y Chris Sprouse. En el además del magnifico especial Los Mil Mundos de Telsa Strong se incluye miniserie de seis números Tom Strong and the robots of doom (última del personaje a día de hoy) con guiones de Peter Hogan y lápices del propio Sprouse.

De todas las creaciones de Alan Moore para línea ABC, Tom Strong probablemente sea la más “exportable”, y es que si resulta difícil imaginar a Promethea por ejemplo, en manos distintas a las del barbudo de Northampton no lo es tanto con Tom Strong aunque solo sea por el hecho de que manos tan capaces como las de de Ed Brubaker, Brian K. Vaughan o el mismo Peter Hogan así lo ha demostrado. Concebido como un personaje arquetipico que va a las raíces pulp de los superheroes, Tom Strong es capaz de funcionar en multitud de contextos e historias de toda índole y más si lo dibuja su creador gráfico un excelente Chris Sprouse del que cuesta entender que no sea ya una superestrella allende los mares y más cuando su principal defecto, un cierto estatismo en la composición de página va siendo subsanado a marchas forzadas.

Como decía antes, Peter Hogan, habitual colaborador de Moore ya había demostrado su buen hacer en obras tan interesantes como Terra Obscura donde partiendo de conceptos del guionista de V de Vendetta había creado una aventura digna de la mejor JSA. En esta miniserie apoyado por un Sprouse magnifico Hogan nos muestra el inmenso potencial que atesora el personaje y el mundo concebido por Moore, una aventura desenfadada no exenta sin embargo de tragedia que busca recuperar ese sentido de la maravilla tantas veces perdido en los últimos tiempos en los cómics de superhéroes ante la gravedad impostada con la que muchos parecen creerse más adultos.

Científicos locos, nazis, robots gigantes y de inmenso poder destructivo, el destino de la Tierra en juego, viajes en el tiempo, paradojas temporales o el miedo a lo desconocido son alguno de los elementos que podemos encontrar en Tom Strong y los robots de la muerte. Una miniserie que se lee en un suspiro y que deja una sonrisa al acabar, sabiendo que se ha disfrutado de una aventura bien escrita y mejor dibujada que revindica sin complejos la fantasía sin freno como motor que hace funcionar a los cómics de superhéroes. Y es que los clásicos siempre terminan funcionado y no hay nada como un mundo conquistado por los nazis para que el superhéroe de turno saque lo mejor de si mismo.

Resulta curioso observar como en los últimos tiempos son varios los cómics que revindican esta especie de vuelta a las esencias, que trata de recuperar el sentido de la maravilla y la aventura por la aventura, que buscan dejar atrás el cinismo y la visión posmoderna de los superhéroes heredada de obras como Authority y que ha campado a sus anchas en lo que va de siglo en cómics como Crisis de Identidad o Civil War. Aunque es cierto que esta visión parece seguir predominando aún en el genero, obras como All Star Superman, el Batman de Morrison, los 4F de Hickman o esta miniserie de Tom Strong revindican otra forma de hacer cómics de superhéroes, otra forma no solo perfectamente valida si no deseable ya que a base de buscar dobleces en los héroes lo que se esta consiguiendo es que estos dejen de ser tales.

En fin que me ha gustado mucho este cómic y que realmente este es el tipo de tebeos de superhéroes que me gustaría fueran el canon a seguir, obras como Authority, Ultimates o incluso Crisis de Identidad están bien para sacudir de vez en cuando el asunto pero convertirlas en la referencia a la hora de estructurar el género puede llevar a este a una desnaturalización que le haga entrar en un callejón sin salida.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Releyendo a Morrison: Los Invisibles.

Uno de los mayores placeres de acercarse a un autor tan especial como Grant Morrison es la relectura, su obra llena de referencias y concebida en no pocas ocasiones en forma de puzzle es una de las que más aporta al lector que se acerca por segunda (o tercera o....) a la misma, y como no podía ser de otra manera este es el caso de su trabajo más personal hasta el momento: Los Invisibles.

Observando la trayectoria de Grant Morrison como guionista no deja de resultar curioso el que la mayoría de sus grandes obras son aquellas que se han configurado en torno a personajes y mundos ajenos, JLA, Batman, Animal Man, X-Men, Doom Patrol....Pareciera que el escoces es un autor capaz de ir a la esencia de alguno de los principales iconos de la industria, para desde allí dar su visión personal y llevarlos más lejos de lo que casi nunca hayan estado, sin embargo sus obras más personales, con su propio mundo y sus propios personajes son harina de otra costal.

Se ha comparado varias veces a Morrison con Jack Kirby, comparación que desde luego no se nos antoja gratuita, y es que dejando aparte que el de Glasgow ha sido el autor que mejor ha trabajado con los personajes y conceptos creados por el Rey, resulta interesante comprobar que Kirby produjo sus trabajos más unánimemente reconocidos cuando estuvo “atado” (por decirlo de algún modo) por Stan Lee que supo reconducir su desbordante imaginación por caminos menos complejos, por su parte Morrison ha realizado lo mejor de su producción “atado” a conceptos y personajes preexistentes a los que ha sabido volver en gran medida suyos. Así, si Kirby creo en solitario el fastuoso, desbordante y casi inmanejable Cuarto Mundo, Morrison hizo lo propio con Los Invisibles, a los que estos calificativos también le vendrían de perlas.

Decíamos antes que Los Invisibles es la obra más personal de Morrison, y esto lejos de ser una opinión es una realidad confirmada por el mismísimo autor. Extraordinariamente ambiciosa, esta obra muestra a las claras el mundo del autor de All Star Superman como casi ninguna otra lo había hecho antes. Planificada al milímetro y partiendo de una base tan conocida como multireferenciada en la ficción contemporánea (nuestra realidad no es como creemos que es, hay dos fuerzas en colisión de cuyo conflicto depende el destino de la humanidad: la libertad absoluta contra el control absoluto), Los Invisibles es con todo una obra fallida, y lo es por muchos aspectos, no todos responsabilidad del autor.

Aunque enmarcada dentro del sello Vertigo, antaño quintaesencia del cómic adulto dentro del mainstream, lo cierto es que guste o no Vertigo pertenece a DC y DC lo que busca (o buscaba en esos momentos al menos) es vender cómics, Morrison podía estructurar su trabajo en tres volúmenes de 25 números destinados a finalizar en Diciembre de 1999, pero si el primero de ellos no obtenía los resultados esperados desde punto de vista comercial la cosa estaba cruda. Así pese a la gran calidad que atesora el primer volumen (con diferencia el mejor de los tres), ante las bajas ventas de la colección, el autor de Arkhan Asylum se vio pronto obligado a cambiar sus planes, el segundo volumen tendría mucha más acción y sería más reducido, mientras que el tercero contaría con apenas 12 números, acabaría bien entrado el 2000 y sería bastante más criptico de lo aconsejable. A esto se añadió (y aquí cabría distribuir las responsabilidades entre el guionista y la editorial) que la multitud de dibujantes con los que contó la colección rara vez estuvo a la altura de lo planteado en los guiones de Morrison (que por su parte nunca pareció tener en cuenta quien iba a dibujar el cómic del mes), unos por falta de calidad y todos en general por un planteamiento visual excesivamente convencional para lo que necesitaba una obra que era todo menos eso.

Pero también el propio Morrison tuvo responsabilidad en que Los Invisibles estuviera lejos de de los resultado que él mismo ambicionaba, primero claro, por lo desmedido de esas ambiciones, nada más y nada menos que cambiar la percepción de la realidad de sus lectores y en segundo lugar por que ante el giro que se vio obligado a dar tras el fin del primer volumen, nunca consiguió recuperar el control de una obra que apuntaba a maestra tras los primeros 25 números. Consciente de la falta de espacio, Morrison en lugar de avanzar pareció en no pocas ocasiones entretenerse en ideas secundarias que no aportaban nada al conjunto, y de nuevo como le paso a Kirby en el Cuarto Mundo, desechaba ideas y conceptos que probablemente merecían más desarrollo.

Con todo y aunque a muchos niveles Los Invisibles es como decíamos fallida, no deja de ser todo un ejemplo a seguir, un autor ambicioso, que cree firmemente en lo que hace y que trata de romper las barreras del convencionalismo, nunca ha de ser menospreciado, Los Invisibles no es con toda probabilidad el mejor cómic de Morrison, pero su valentía y sus intenciones si merecen ese aura especial que rodea a un cómic de culto que además aporta nuevos matices en cada relectura. Solo por eso Los Invisibles ya ha pasado a la historia de los cómics, y lo único que cabe preguntarse es que podría haber conseguido el autor sin cortapisas editoriales y con un dibujante adecuado, seguro que estaríamos ante una de las obras cumbre del medio, ya que aún con todo en contra estuvo muy cerca de serlo.