lunes, 4 de agosto de 2014

Los 4 Fantásticos de Matt Fraction y Mark Bagley.

Si bien es cierto que la mayoría de las series relanzadas en la primera fase de Marvel Now han mantenido cuando menos en su faceta literaria, una estabilidad envidiable, no lo es menos que ha habido notables excepciones. Una de las más llamativas ha sido sin duda la de Los 4 Fantásticos. Tras la larga etapa de Hickman al frente de la colección parecía que la relativa inestabilidad de la misma tras la marcha de Mark Waid, había llegado a su fin y que el nuevo equipo creativo, Matt Fraction y Mark Bagley iba a dar lugar a una larga y sólida etapa. La cosa ha quedado sin embargo en apenas dieciséis números con Bagley fuera en los últimos y con Fraction apenas esbozando los argumentos de la fase final.

La etapa como decíamos apuntaba maneras: Fractión aunque irregular y por ello capaz tanto de lo mejor (Ojo de Halcón) como de lo peor (Miedo Encarnado) tenía una idea de partida interesante y que encajaba a la perfección con el scope que uno espera en Los 4F. Bagley por su parte se presentaba como un dibujante cumplidor, no demasiado espectacular pero capaz de entregar un cómic al mes bien hecho y con una solida narrativa, algo de lo que desde luego no pueden presumir la mayoría de los dibujantes hot actuales.

La idea de partida de la etapa se centraba en el descubrimiento por parte de Reed Richards de que los poderes de Los 4F estaban degenerando y lentamente iban a acabar con sus vidas, incapaz de encontrar una solución decide emprender un viaje a lo largo del espacio-tiempo con su familia con el fin de encontrar un remedio a la situación. Tenemos así alguno de los elementos clásicos que definen a Los 4F reunidos en un contexto que daba mucho juego. Por un lado como auténticos imaginautas y exploradores, la idea de recorrer el espacio y el tiempo era no solo perfecta, si no que permitía narrar todo tipo de aventuras y situaciones que podía alargar la etapa, sin aburrir al personal y sin traicionar la esencia del grupo. Por otro el que Reed ocultara a la familia su descubrimiento, mostraba de nuevo a Richards como autentico motor del grupo y sus acciones, a la vez que reflejaba a la perfección su carácter: culpabilidad por la situación en la que se encontraba su gente y cierta desconfianza para con sus seres queridos a la hora de buscar soluciones. Solo él se cree capaz de arreglar el asunto y solo él con engaños y manipulaciones es capaz de convencer a su familia de que le sigan sin rechistar.

Esto último resulta muy interesante, después de todos estos años Reed sigue tomando decisiones unilaterales que, sin consultar con su familia terminan desencadenando conflictos que ponen a Los 4F en situaciones muy complicadas. Sin ir muy lejos lo hemos visto recientemente en la Civil War o en la etapa Hickman con la construcción y utilización del Puente. Sin embargo, en su etapa, Fraction se limita a usar esta faceta del personaje sin profundizar demasiado en ella, es el motor que permite arrancar la historia pero tiene poco incidencia cuando la verdad es revelada.

Con estos mimbres y tras la presentación del concepto en los dos primeros números, la etapa arranca con cómics casi autoconclusivos que permiten ver a los personajes en muy variadas situaciones tanto en el espacio (enfrentados a planetas devoradores o encontrándose con razas desconocidas), como en el tiempo (en la antigua Roma o en el mismísimo fin del tiempo), sin que el motivo de la degeneración de sus poderes se llegue a solventar o al menos a conocer sus causas. Son números entretenidos donde tanto Fractión como Bagley cumplen, aunque sin que ninguno dé el do de pecho, pese lo lo cual la etapa se lee con agrado y cierto interés. Destacan aquí especialmente los episodios centrados en Ben Grimm y su viaje al pasado para reencontrase con alguien al que debe demasiado y al que ahora pretende devolver al menos algo y el de Reed y el propio Ben a sus años universitarios durante los que se gesto el nacimiento del Doctor Muerte, un Muerte que en palabras del propio Richards es inevitable, como inevitable es que cualquiera que se acerque a Los 4F termine haciendo una historia sobre este personaje.

Sin embargo cuando llevamos aproximadamente diez números de la etapa algo parece romperse, Fraction empieza a coescribir el cómic con Christopher Sebela (¿?)  y su compromiso para con la serie parece quedar en nada. Elegido para relanzar a Los Inhumanos tras los sucesos de Infinito y ocupado con sus trabajos en Image, Fraction decide abandonar Los 4F y lo hace de la peor manera posible: sin terminar su etapa (los últimos números son escritos por Karl Kesel bajo argumento de Fraction) y con un cierre ridículo (¿Muerte el Conquistador-Aniquilador?, ¿en serio?, por favor) que torna una etapa que prometía mucho en una de la mayores decepciones de una serie que desde Heroes Return ha sido irregular, con momentos gloriosos (los primeros números de Hickman o Waid) y otros olvidables (la etapa de JMS o los primeros números de Claremont) pero ninguno tan decepcionante y vacuo como estos cómics. Una situación que guarda ciertos paralelismos con la espantada de J.M. Straczynski en el Superman y la Wonder Woman preNew 52.

Tal vez nunca sepamos los motivos reales por los que Fraction dejo Los 4F como los dejo, (arrastrando de paso a Bagley, que cuando vio el percal prefirió irse lejos), ni tampoco cual es su relación real con Marvel (para la que, pese a todo sigue trabando) a día de hoy, no hay que olvidar que finalmente no escribió
Los Inhumanos (salvo en sus dos primeros números). Pero sea como sea, cuesta creer que una etapa que empezó con una idea tan buena y que en sus primeros números era como poco simpática y entretenida terminara degenerando (al igual que la enfermedad que afectaba a Los 4F, cuya explicación si tiene al menos algo de sentido), en algo tan malo y ridículo. Fraction tiene más talento que eso e incluso sus peores trabajos tiene un mínimo de calidad (a veces eso si, muy mínimo como es el caso de Miedo Encarnado), que aquí en su fase final ha brillado por su ausencia. Tiene que haber alguna explicación, pero probablemente que nunca la sepamos.