Primer post de la serie de cuatro dedicados al Daredevil de Brubaker y Lark (ultima etapa del personaje incluida en esta Historia de un Hombre sin Miedo) hoy toca una revisión a los “títulos de crédito” de la etapa y un análisis general de la misma.Etapa iniciada en el
Daredevil volumen II USA (ya fuera del sello
Marvel Knights)
número 82 (con fecha de portada de Abril de 2006) y finalizada en el
Daredevil 500 USA (que correspondería al
120 del segundo volumen americano y que tendría fecha de portada de Octubre de 2009), el comic se ha publicado en
España entre los números 12 y 48 del segundo volumen del personaje bajo el sello de Panini (de Febrero de 2007 a Febrero de 2010).
De los
38 números que componen la etapa (más un anual y un especial fuera de colección),
Brubaker ha sido el guionista de todos, contando eso si con la colaboración de su amigo
Greg Rucka (
Gotham Central, Detective Comics...) en los números 107-110 (Mayo-Octubre de 2008), también cabria mencionar que el numero 500 americano trae una historia de complemento con guiones de
Nocenti y lápices del vallisoletano
David Aja (
Iron Fist), más deudor que nunca de
Mazzuchelli; por su parte los lápices de la colección han corrido a cargo de
Michael Lark (con su inseparable
Stefano Gaudiano a las tintas) en 34 de los 38 números , las únicas excepciones han sido los números 88 (con
David Aja), 94 (
Lee Wecks, un viejo conocido en la colección ya desde la etapa
Nocenti en la misma), 106 (
Paul Azaceta, cuyo estilo ha sido tal vez el más discordante en una etapa que ha sabido mantener siempre la misma estética) y 116 (de nuevo
David Aja, en un numero ambientada en A Costa da Morte gallega), a esto habría que añadir que el 100, como todo especial que se precie contó con la colaboración de diversos artistas, en ese número mientras que
Lark dibujo la historia central, las diversas alucinaciones que sufrió el personaje, victima del gas de
Mr. Miedo fueron reflejados por artistas como
Alex Maleev, John Romita Sr., Marko Djurdjevic, Lee Bermejo y Bill Sienkiewicz.
Señalar por ultimo la labor de ya habitual
Matt Hollingsworth al color (aunque los primeros números fueron de
Frank D´Amata), mantenido en todo momento la estética fría y oscura tan característica de la colección, y la de los portadistas destacando sobre todo
Tommy Lee Edwards, Lee Bermejo y Marko Djurdjevic, los cuales han mantenido la tradición de este segundo volumen (con autores como
Quesada, Mack o Maleev) de crear unas portadas llamativas y que permiten a la serie destacar entre la multitud de comics presentes en las estanterías, pero que (al menos en la mayoría de los casos) no son meros pin-ups que nada tienen que ver con lo que luego se va a contar en el comic.

Empezando ya con el análisis en si de la etapa, lo que esta claro es que tanto
Brubaker como Lark lo tenían muy difícil, no solo por que
Bendis y Maleev hubieran creado una de las mejores etapas del personaje, no, el
“problema” era como habían dejado la colección a sus sustitutos, con
Matt en la cárcel y con su identidad secreta en boca de todo el mundo; esta situación de partida, tan estimulante como compleja fue la base de la que partieron
Brubaker y Lark para crear la que probablemente sea su mejor saga en la colección,
“El diablo en la galería-D”, donde
Brubaker supo tratar al personaje como luego no fue capaz en el resto de la etapa.
Esta primera saga introduce ya alguna de las claves de lo que será la etapa,
Matt siempre el limite, sin ningún momento de respiro, puesto contra las cuerdas tanto por sus propios actos como por lo de sus enemigos, sin embargo solo en esta primer saga nos encontramos en el
Matt que todos conocemos, el
Matt inteligente, fuerte, lleno de recursos, que se cae, si, pero que siempre, siempre se levanta,
Brubaker pronto pareció olvidarse de quien era
Matt, transformándolo a lo largo de su etapa en un personaje débil, de pocos recursos, insoportablemente lacrimógeno, y egoísta en extremo, y es que si bien el personaje siempre ha tenido un punto de egoísmo que ha configurado su personalidad, en manos de
Brubaker se convierte en un autentico cabrón; y es que salvo en la primera saga,
Brubaker dejo bien claro que nunca termino de comprender al personaje.
Esto es curioso, porque en contraste,
Brubaker, si manejo de manera brillante el entorno y secundarios de la serie, retratando magníficamente a
Foggy Nelson, aquí más guía y apoyo que nunca para
Matt, rescatando del olvido a
Becky Blake, antigua ayudante del dúo y ahora tornada en abogada y socia de
Matt y Foggy, recuperando de una miniserie olvidada a
Dakota North, detective privada de contrastada solvencia, personaje clave en la etapa y probablemente la principal aportación de
Brubaker a la mitología del cuernecitos dado el potencial y el carisma del personaje; este afán nostálgico que tan buen resultado estaba teniendo llevo también a recuperar a
Turk, aunque perdiendo esa vena humorística que tenía el personaje en al etapa
Miller, además de estas recuperaciones,
Brubaker uso clásicos en las serie como
Ben Urich o Kingpin (al que manejo con maestría) a parte de recurrir a aliados como
Danny Rand (cuya presencia en la serie fue clave para el lanzamiento de la colección
Iron Fist),
Tigre Blanco, o redefinir a personajes ajenos como
Tarántula Negra (de nuevo como
Kingpin proveniente del entorno de
Spiderman) que se convertiría en un aliado vital de
Daredevil, también crearía personajes de interés como el
Maestro Izo (maestro de
Stick) o
Lady Bullseye (una peligrosa ninja asociada a
La Mano y admiradora enfermiza de
Bullseye), manejando con oficio e inteligencia un volumen de secundarios no muy habitual en la serie.

En general y como decía,
Brubaker supo controlar el entorno del personaje (aunque no pudo evitar caer en tópicos ya excesivos como el trágico destino de
Milla Donovan, esposa de
Matt, y que se une a la excesivamente larga lista de parejas de
Matt con destinos indeseables), el tono de al serie (mezcla entre genero negro y superhéroes, siempre en su propio microcosmos dentro del
Universo Marvel), y hasta el ritmo (lento, si, pero sabía mantener el interés), es una lastima que con todos estos factores a su favor, no supiera llevar ni entender al personaje principal, haciendo que el balance global no pueda ser positivo.
Vista en su conjunto la etapa se puede dividir claramente en tres fases, la primera que se compondría básicamente de las dos primeras sagas, carga con la herencia de
Bendis y Maleev, y lo que se trata sobre todo es de meter el genio de nuevo en la botella, lo que se consigue con un
Deux-Ex Machina en toda regla, pero al menos bien llevado, en la segunda, que abarcaría las siguientes dos sagas,
Brubaker libre ya de la herencia de
Bendis busca su propio camino y lo hace tratando de revitalizar un villano,
Mr. Miedo en su encarnación de
Larry Cranston, que ni necesitaba esa revitalizacion (ya acometida de manera bastante brillante en su momento por
Joe Kelly), ni desde luego necesita ser otro
Hombre Púrpura, ya que básicamente lo que viene a hacer
Brubaker es lo mismo que con ese villano hiciera
Bendis en la magnifica
Alias, la tercera y última fase, tras el interludio que supone la saga con
Rucka (sin duda y después de la primera, la mejor de la etapa), abarca las dos últimas sagas, y en ellas cambia radicalmente el estatus del personaje, aprovechando para ello lo que se había construyendo en los números anteriores, para dejar una nueva
“patata caliente” a su sucesor
Andy Diggle, que suponemos tendrá que meter de nuevo el genio en la botella.
Hablando por ultimo, y aunque sea brevemente de
Michael Lark, la verdad es que en este caso si supo manejar a la perfección todos los elementos de la serie, siendo un sustituto más que digno para el gran
Alex Maleev, su estilo cargado de luces y sombras y con enorme habilidad narrativa encontró en
Daredevil un vehículo de expresión ideal para su forma de concebir el comic, siendo este la clase de dibujantes que el tono característico en la serie, desde hace tantos años ya, requiere.