sábado, 28 de abril de 2012

Flashpoint, punto de arranque.

Llega a sus fin en España el último gran evento DC, tal vez el más polémico de los últimos años, no tanto por si mismo sino por todo aquello que ha generado tras su final y que aquí veremos desde el mes que viene.

En universos de ficción con vocación continuista e integradora como son los de Marvel o DC jugar con la idea de mundos alternativos, de pequeños cambios en la historia que lo alteran todo es sin duda muy atractivo. Por ese camino se puede situar a los principales personajes del cosmos de ficción en cuestión, en situaciones nunca antes imaginadas y que probablemente nunca se verán en la continuidad normal, debido precisamente a su vocación de perdurar en el tiempo. Este tipo de historias, tan abundantes en el género superheróico, tiene una clara tendencia a sufrir lo que se podría llamar el “síndrome What if?”. Y es que en aquella mítica cabecera Marvel, donde se planteaba la idea de como hubieran sido las cosas si tal o cual acontecimiento no hubiera pasado como paso, el continuo abuso de cataclismos, situaciones brutalmente dramáticas y muertes de algunos de los principales personajes Marvel, eran el pan de cada día. El que no hubiera ningún limite, puesto que la historia allí planteada no iba a seguir, hacía que los finales atroces para alguno de los principales héroes de la casa superaran con creces a los finales felices (que alguno hubo). Casi como si los autores quisieran vengarse de unos personajes a los que en la continuidad normal no podían hacerles lo que en los What if? si.

Este tipo de historias han encontrado también proyectos más ambiciosos que han buscado repercutir en la continuidad tradicional, tal vez en el más conocido de ellos se la Era de Apocalipsis mutante, una saga que en los 90 supuso un autentico boom y que aún hoy es recordada y revindicada con cariño por los aficionados. Más recientemente tendríamos el ejemplo de Dinastía de M, de nuevo en Marvel, una historia que pese a sus limitaciones es el evento que más repercusiones ha tenido en el Universo Marvel y donde en gran medida se asientan las bases del Avengers vs X-Men que asoma en el horizonte.

Todo esto nos lleva a Flashpoint, el mundo alternativo creado por Geoff Johns y Andy Kubert y que recientemente ha finalizado en España de la mano de ECC. La historia como Dinastía de M, como la Era de Apocalipsis, parte de la idea de que alguien ha alterado algo en el pasado que ha creado ecos en el presente dando como resultado (no podía ser de otra manera) un mundo atroz y sin esperanza. En el caso de Flashpoint asistimos a un mundo en guerra, donde Wonder Woman y Aquaman han entrado en conflicto destruyendo casi toda Europa, donde no hay un Superman que sirva de referente moral y donde un Batman más desquiciado que nunca no duda en asesinar sin piedad a sus enemigos. En este contexto solo Flash (como Bishop en la Era de Apocalipsis o Lobezno en Dinastía de M) es consciente de que algo va mal, de que el mundo no es como tiene que ser y de que probablemente el sea el único que pueda poner las cosas en su sitio.

El concepto no es desde luego original pero ese no es el problema de Flashpoint, el problema es que estamos ante un cómic concebido con una idea: relanzar el Universo DC desde... ¿5?, para lo cual la calidad intrínseca de la miniserie es irrelevante. Es solo un medio para obtener un fin y a lo largo de todo el cómic se plasma la idea de que lo que aquí se esta narrando ni tiene excesivo interés ni va ir más allá de la última página del cómic. Lo que termina haciendo que nos encontremos ante un tebeo profundamente convencional en el que realmente no importa demasiado el destino de la inmensa mayoría de los personajes que en el aparecen y al que ni siquiera se le puede conceder el que sea entretenido. Demasiado fragmentada, la miniserie no parece apenas sostenerse por si misma para mostrar un mundo coherente. Se supone que este se construye en las distintas miniseries que surgen a sus alrededor, pero lo cierto es que (al igual que sucedía en Dinastía de M) lo que se muestra en la miniserie central no es lo suficientemente atractivo como para querer profundizar en el apocalíptico mundo imaginado por el guionista de La Noche Más Oscura.

Con todo no se puede decir que Flashpoint sea un cómic fallido, más bien al contrario, ha cumplido con creces el objetivo para el que nació: dejar el Universo DC en disposición de un relanzamiento multipublicitado con el polémico New 52 que el mes que viene inicia su desembarco en España. El que solo haga con apenas la mitad de las series que lo componen viene a demostrar la oportunidad que DC ha desaprovechado para construir algo nuevo y sorprendente, tomando camino tan trillados como por los que se circula a lo largo de Flashpoint.

martes, 24 de abril de 2012

Junto al rey del sueño, conversaciones con Neil Gaiman y sus colaboradores.

En los últimos meses he estado leyendo bastantes libros teóricos acerca del mundo del cómic. Este de Neil Gaiman ha sido sin duda uno de los más interesantes ya que no solo se centra en el autor británico si no que al entrevistar a algunos de sus principales colaboradores permite mostrar tanto el carácter y la forma de trabajar del guionista como algunas de las claves del funcionamiento del mundo editorial por dentro.

Publicado por Norma Editorial hace unos años, Junto al rey del sueño se estructura en torno a entrevistas que el autor, Joseph McCabe hace a Gaiman (que abren y cierran el libro) y alguno de sus principales colaboradores a lo largo de los años. El libro se centra fundamentalmente en la génesis y el desarrollo de la que aún hoy es la obra más importante del guionista británico: The Sandman. Pero también va más allá ahondando en las diferentes facetas creativas del guionista de Violent Cases, con entrevistas a gente como el músico Alice Cooper (para quien escribiría el cómic La Última Tentación de Alice Cooper) o el novelista Terry Pratchett (con quien coescribiria el libro Buenos Presagios).

Resulta curioso comprobar como en casi todas las artes abundan los ejemplos de obras maestras que surgen un poco por casualidad, allí donde menos son esperadas y en cierta medida tal es el caso de The Sandman. Nacida bajo la premisa recuperar a un personaje olvidado del Universo DC y al principio plenamente integrado en el mismo, The Sandman se fue transformando pronto en algo mucho más grande, borrando desde el principio su presunta premisa inicial y situándose mucho más allá del universo de ficción que le diera cobijo. Daría de paso origen a todo un sello editorial y su influencia y recuerdo aún se palpan en el cómic comercial americano, con una forma mucho más adulta, oscura y sensible de acercarse a lo fantástico.  

Gaiman deja claro desde un principio la enorme influencia del Swamp Thing de Alan Moore para su trabajo a la vez que señala que aunque tenía claro el principio y el final de la obra, no lo tenía tanto su desarrollo y desde luego no esperaba el enorme éxito y prestigio que le proporcionaría el cómic. Sin embargo desde el momento en que fue consciente de este éxito y con el apoyo de su editora pudo en todo momento hacer en The Sandman todo aquello que quería hacer a parte de colaborar con prácticamente todos los autores con los que quiso colaborar. Una libertad creativa, producto primero de ser un cómic supuestamente menor por el que nadie se interesaba y asentada luego por el éxito obtenido, que explica en gran medida lo especial que es The Sandman. Todo un cómic de autor en el corazón del mainstream.

De las diferentes entrevistas que componen el libro me llama la atención la de Sam Kieth, que se muestra tremendamente agradecido a Gaiman por acreditarlo como cocreador (el mismo considera que no debería haber sido así) a la par que señala que nunca se termino de sentir a gusto en el cómic. Ni con el tono del mismo ni con el tipo de guión completo de Gaiman, pese a señalar (al igual que casi todos los autores que pasan por el libro) que el guionista de Orquídea Negra siempre se mostraba muy abierto a sugerencias. Kieth considera que sus estilo, su forma de enfocar el medio no terminaba de pegar con la colección de ahí su salida tras el primer arco argumental. También resulta interesante la entrevista a Karen Berger, que sirve de paso para conocer los orígenes del sello Vertigo, destinado en un principio tanto a agrupar a aquellos cómics con “una sensibilidad especial” casi siempre surgidos de la mano de guionista venidos del Reino Unido, como a proteger la libertad creativa de estos con el sello de “recomendado para lectores adultos”. Berger relata como se posiciono siempre en defensa y parapeto de Gaiman, algo que el propio guionista corrobora diciendo que toda su relación con DC pasaba únicamente por Berger, lo que facilito enormemente su labor.

En general las entrevistas están muy bien planteadas, se nota que McCabe sabe de lo que habla haciendo preguntas interesantes, combinando momentos de distensión con preguntas más incisivas, lo que permite que los distintos artistas entrevistados se explayen a gusto profundizando en los interiores del mundo editorial (no solo del cómic) y consiguiendo que los entrevistados se sientan cómodos, lo que se trasmite a lo largo de todo el texto. Y es que para una buena entrevista tanto como el entrevistado es clave el entrevistador, sus conocimientos y su capacidad para profundizar en temas relevantes.

El libro también viene a demostrar que aunque esta claro que el trabajo por el que Gaiman es y probablemente será más recordado es por The Sandaman, esta no es ni mucho menos su única obra, ni desde luego la única que merezca la pena. Así el libro nos muestra a un Gaiman multidisciplinar, letrista de diferentes grupos, novelista, poeta, ávido lector y dotado de un amplio bagaje cultural, lo que tiene un claro reflejo en todo su trabajo. Obras como Orquidea Negra, American Gods, Los Libros de la Magia, Coraline, Mr. Punch o incluso trabajos menores como 1602 (el libro incluye un entrevista a Andy Kubert) vienen a señalar a Gaiman como un autor inquieto, con un estilo propio claramente reconocible y cuyo trabajo siempre tiene un mínimo de calidad que le hace como poco destacar por encima de la media. Muy lejos desde luego de lo que muchos califican como “autor de una única obra”.

viernes, 20 de abril de 2012

Vengadores contra la Patrulla X: ¿nuevo cambio de ciclo?

Este post también lo escribí para un concurso de Zona Negativa, en este caso de Los Vengadores, de nuevo no ha habido suerte y para que no que inédito lo publico aquí.

Que Los Vengadores sean el centro del Universo Marvel es lo más normal del mundo, de hecho dada la naturaleza del grupo, pocos mejor que los autodenominados Héroes más poderosos de la Tierra simbolizan la idea de universo compartido del mismo. Dicho lo cual, no es hasta épocas muy recientes cuando Los Vengadores además de aglutinar el Universo Marvel en torno a si, se han convertido en la franquicia de referencia del cosmos de ficción de la antigua Casa de la Ideas, superando a unos mutantes que sin embargo parecen recuperar terreno a pasos agigantados en los últimos meses.

Todo esto empezó con la tan denostada Vengadores Desunidos, una historia que para bien o para mal ha configurado las bases sobre la que se ha asentado esta era de esplendor, cuando menos comercial, de la franquicia vengadora. En la historia que supuso la llegada de Bendis, Los Vengadores no hicieron frente a una poderosa amenaza que pusiera en jaque el mundo cuando no el universo mismo, no, hicieron frente a un problema que había surgido dentro de ellos mismos, un problema que no supieron ver y combatir a tiempo y que termino estallándoles es en la cara. La Bruja Escarlata desquiciada por la perdida de sus hijos termino volviéndose contra sus amigos en una orgía de sangre y destrucción (que el tiempo ha dejado en nada, pero ese es otro tema) que inició una larga etapa en la que los héroes estarían más preocupados de combatirse entre si que de combatir el mal.

Analizando brevemente los eventos que han configurado gran parte del siglo XXI marvelita, nos encontramos con Dinastía de M (sobre esta volveremos más adelante) que no es más que una prolongación de Desunidos de nuevo con la Bruja Escarlata de por medio. Después pasaríamos a la Civil War, donde los superhéroes se dividirían en dos bandos aparentemente irreconciliables (el tiempo una vez más, dejaría todo esto en agua de borrajas). Seguiríamos con World War Hulk, donde una vez más tendríamos héroes combatiendo héroes. Y aunque si bien es cierto en Invasión Secreta parecía que por fin los héroes hacían lo que se les supone, no es menos cierto que en Asedio de nuevo es un héroe, un vengador (El Vigía en este caso) quien termina destruyendo Asgard. Así y tras el paréntesis de Miedo Encarnado (el evento más “clásico” de lo que va de siglo) ahora con Avengers versus X-Men las cosas parecen volver por los cauces trazados en Desunidos. Visto con algo de perspectiva no deja de resultar curioso que Los Vengadores se hayan tornado en el epicentro del Universo Marvel a base de combatirse entre ellos, como por otro lado resulta llamativo que por primera vez en décadas los mutantes hayan ido a rebufo del Capi y compañía, no solo desde un punto de vista comercial, si no incluso creativo.

La franquicia mutante otrora dominadora absoluta de las listas de venta y ferozmente independiente del conjunto del Universo Marvel, empezó poco después de Desunidos no solo a relacionarse más con el resto del cosmos marvelita si no a quedar en gran medida subordinada a Los Vengadores y a lo que allí se trazaba. Y es que si como decíamos antes Dinastía de M fue en gran medida una prolongación de Desunidos, para los mutantes fue mucho más, supuso situarse al borde mismo de la extinción y marco el devenir de sus existencia desde entonces. Desde este punto de vista es remarcable el que a día de hoy, pese al hipe que generó Civil War sea Dinastía de M y no aquella, el evento que sigue gozando de más repercusión, aunque ese también es un análisis que deberá quedar para otro día.

Afrontando el reto de lucha por la supervivencia como especie, los mutantes liderados por un Cíclope cada vez más radicalizado se han visto obligados a adoptar medidas desesperadas que editorialmente han venido en gran medida configuradas por lo que se hacía primero en las páginas de Los Vengadores. Así si Dinastía de M, una historia surgida de los Los Vengadores, marco el pistoletazo de salida del actual estatus mutantes, desde entonces estos han tenido sus propios Desunidos, que acabo con el traslado a San Francisco y la refundación de La Patrulla X, se aproximan a su propia Civil War con Cisma y lo hacen en lo que se antoja como un Asedio que recuerda al que sufrió Asgard en su momento.

Todo esto parece culminar ahora con una nuevo megaevento, que no por excesivo (van demasiados ya desde que empezó todo esto), deja de tener su lógica dentro del Universo Marvel que se ha construido estos añosI: Avengers vs X-Men, héroes frente a héroes, la constante de lo que va de siglo en Marvel y que desde un punto de vista editorial llega en un momento la mar de interesante. Y es que tras años de dominio, ya son varios los meses en los que los mutantes parecen superar en ventas a Los Vengadores situándose de nuevo como favoritos del público. Uno de los elementos más atractivos del evento sera comprobar cual de las dos franquicias sale más reforzada del mismo, y es que en juego esta el (simbólico si queremos) premio de situarse en el corazón mismo de uno de los universos de ficción más estimulantes jamás creados.

miércoles, 18 de abril de 2012

“Soy el jodido Batman”

Ya que hace tiempo que no escribo por aquí voy a publicar la reseña que envíe al concurso de Zona Negativa sobre la caja de Frank Miller para que no quede inédita. Esta basada sobre el post que escribí en su día sobre la obra aunque (o al menos eso intente) con otro enfoque.

Vivimos en una sociedad en la que vales tanto como lo último que has hecho. El pasado no cuenta, la rabiosa actualidad y el cinismo inherente a la era de la información ha traído un paradójico resultado: la gente no tiene memoria. Esto que se aplica a tantos ámbitos de la vida tiene su claro reflejo en el mundo del cómic. Pese a todo, uno (tal vez algo ingenuo) pensaba que aún había figuras intocables. Figuras cuya aportación no a un género en concreto, si no al medio como tal, harían suponer, que aunque sus últimas obras pudieran ser más o menos discutibles, su trabajo, su trayectoria nunca sería olvidada. Frank Miller, parecía jugar en esa liga, sin embargo solo era eso, apariencia. Basto con que tras acomodarse en exceso en su Ciudad del Pecado, Miller regresara al mainstream para hacer DK2, para que muchos saltarán al cuello como aves rapaces en busca de carroña. Miller como siempre, nada acomodaticio, inconformista nato, hizo en DK2 una apuesta arriesgada, un trabajo diferente, plagado de aciertos que sin duda superaban con creces a los errores que hubiera podido cometer, pero claro, se esperaba al Miller de los 80, se esperaba otro DK., olvidando que esa obra ya estaba escrita y dibujada, que ya había marcado una época en su momento y que el escriba de Born Again, no era, ni podía ser el mismo a principios del siglo XXI que a mediados de los 80. Así que Miller hizo lo más valiente, lo que siempre ha hecho por otro lado, hizo lo que dio la gana, y pese a quien pese lo hizo espectacularmente bien.

Con todo estaba claro que fuese como fuese la polémica iba acompañar el siguiente proyecto del guionista de Give Me Liberty y así fue. Su colaboración con Jim Lee en All Star Batman y Robin ha sido criticada hasta la saciedad. Objeto de todo tipo de mofas y befas, se han multiplicado las preguntas del tipo ¿qué le pasa a Miller? Leída la aún inconclusa obra, uno no puede más que esbozar una sonrisa y responder, nada, no le pasa nada. Ahondando un poco más en el tema, a la hora de analizar esta obra hay que tener en cuenta múltiples elementos, el más relevante de los cuales es sin duda el dibujante. Jim Lee autentica superestrella del cómic américo, autor para el que prácticamente se inventó el concepto “hot artist”, símbolo clave de los 90 con todo lo que ello significa (de bueno y de malo) para el cómic de superhéroes, es fundamental para entender lo que Miller pretende con este trabajo.

Si algo ha caracterizado al autor de 300 cuando ha colaborado con otros artistas, es su capacidad de adaptación a los puntos fuertes de su pareja de baile. Lo hizo con el barroco Geoff Darrow en Hard Boiled, con el realista Dave Gibbons en Give Me Liberty o con la maestría narrativa y noir de Mazzuchelli en Año Uno. Y lo hace aquí con Lee en All Star. ¿ y cuales son los puntos fuertes de Lee?, cabría preguntarse. Desde luego no es la narrativa, ni el dinamismo de sus páginas, no, si Lee destaca por algo es por su espectacularidad vacua pero visualmente poderosa. Hombres musculosos siempre posando para la foto, playmates espectaculares que no podrían llevar ropa más ceñida aunque quisieran, acción y explosiones por un tubo, y una fuerza especial que hace que en un vistazo superficial sus defectos pasen desapercibidos. Miller le da a Lee lo que sabe dibujar y lo curioso es que además lo hace escojonandose por el camino de lo peor que tuvieron los 90, de los que como decíamos, para bien o para mal, Lee es un símbolo

Resulta curioso observar los caminos que unen DK, DK2 y All Star. La mala interpretación de la primera por parte de autores mediocres fue una de las “responsables” de los dientes apretados, los héroes inmorales y la oscuridad de los 90 (lo que no deja de resultar curioso, DK es una obra que al final se revela como luminosa y optimista). En DK2, Miller trato en cierta manera de “enmendarse” (no tenía motivo, el no es responsable de la mediocridad ajena, pero ese es otro tema), buscando recuperar la luz, hacer que lo héroes se comportaran como tales y planteando una historia clásica de superhéroes desde una perspectiva, eso si, totalmente moderna y quizá adelantada a su tiempo. En All Star, retoma todas las características de aquellos cómics noventeros y las lleva a su máximo exponente, al extremo (Miller siempre lleva todo al extremo), mostrando lo ridículo de aquel enfoque y riéndose en cierta medida de su pareja de baile en esta obra, y lo hace además en un cómic cargado de mala baba, que recuerda en cierta medida a aquel divertimento sin pretensiones que fue el Spawn/Batman donde colaboraba con otra estrella de los 90: Todd McFarlane.

Lo mejor de todo, lo que demuestra el talento del autor de Ronin es que All Star Batman y Robin se puede disfrutar enormemente como una parodia pasada de vueltas que sin embargo si enlaza con el Batman que nos ha venido mostrando Miller. Así en Año Uno teníamos a un Hombre Murciélago primerizo, aprendiendo a ser lo que llegaría a ser. En DK contábamos con un personaje poderosos y seguro de si mismo, una autentica fuerza de la naturaleza al que sin embargo aún le quedaban cosas por aprender. En DK2 se nos mostraba a un Batman que ya había dado el salto definitivo llevando su guerra a los auténticos villanos de este mundo. En All Star, por su parte, se retrata a un Batman mucho más confiado que en Año Uno, pero aún lejos de lo que veríamos en DK, un personaje que pese a su aparente rudeza y auto confianza, sigue dudando de si mismo y de sus acciones. Visto en conjunto, y para ser un trabajo menor, All Star no deja de tener facetas muy interesantes entre las que sin duda sobresale el que pese a ser un cómic concebido como mero divertimento, Miller consiga hacerlo suyo y enlazarlo con la trayectoria que a lo largo de las décadas ha pergeñado para el cruzado de la capa. Algo solo al alcance de los más grandes, categoría en la que Miller, sigue estando aunque muchos se empeñen en dudarlo.