viernes, 28 de septiembre de 2012

Expediente X: La verdad sigue estado ahí fuera.

Poco a poco voy cerrando temas pendientes en esto de las series y si hace un par de años pude ver completa por fin Twin Peaks, hace poco le ha tocado el turno a otra de las grandes precursoras de esta edad dorada de la ficción televisiva estadounidense: Expediente X.

 Nueve temporadas, son muchas, tal vez demasiadas. Hace un tiempo leía en el “otro” blog de Pedro a cuenta del final de House que siete es el número ideal de temporadas, que sobrepasado ese número la cosa ya empieza por fuerza a repetirse demasiado y la cancelación llega no tanto por el fin lógico de la serie como por la caída en el interés hacia la misma, algo que en el caso de House ya pasó desde la quinta, pero ese es otro tema. Tal vez sea demasiado generalizar, pero en el caso de Expediente X uno piensa que tal vez el 7 debió ser el número clave para la serie. Sus 2 temporadas finales, carecen de la fuerza del resto lastradas sobre todo por la idas y venidas de Duchovny/Mulder y por no apostar firmemente por la nueva pareja de protagonistas (John Dogget y Mónica Reyes), personajes con potencial pero limitados ante la enorme sombra que Scully con su presencia y Mulder con su ausencia ejercía sobre ellos.

Visualizar Expediente X ahora, de seguido a lo largo de varios meses permite ver con claridad que hay cosas que no terminan de encajar, que la conspiración alienígena resulta en ocasiones indescifrable y que de cosas como el escepticismo de Scully o en el continuo cierre/reapertura de los expedientes X se abusa demasiado. Algo de injusto hay en esta percepción, la serie fue concebida para verse año a año y esta claro que más allá de una ideas generales, la conspiración y el final de la serie no estaban ni mucho menos planificados de antemano, habiendo mucha improvisación por el camino. Lo que no impide que con sus deficiencias, la serie presenta un todo más o menos coherente y con un final, que resulta bastante simbólico en relación a lo desesperado de la lucha de Mulder y Scully.

Sea como sea Expediente X conserva ese halo especial que hizo de ella una autentica serie de culto que de haber coincidido en una época en la que Internet hubiera estado más generalizado hubiera creado un fenómeno especulativo a su alrededor que ríete tu de Lost. Fenómeno que en gran medida se creo, pero sin tantas posibilidades colaborativas como las que ofrece la red de redes ya plenamente implantada.

Pegada a la formula del "monstruo de la semana" pero con una interesante trama detrás (la conspiración extrarrestre), Expediente X se asentado en el carisma innegable de sus personajes principales, pese a sus (o tal vez gracias a ello) evidentes taras como el egoísmo a veces insufrible de Mulder, o la dependencia excesiva de Scully. El tema, la teoría de la conspiración siempre resulta atractiva en la ficción y más en un mundo donde todos sabemos que hay verdades ocultas que el poder no quiere que se sepan. Así como la cuidada ambientación y planificación que mezclaban la sordidez de la investigación criminal más pura con el fantástico más inteligente dando lugar a un mezcla de lo más estimulante. Expediente X es una serie realizada con mimo que no tiene nada que envidiar a la mejores producciones de la HBO, ni en presentación formal ni complejidad dramática de la historia y los personajes.

El balance global de la serie es sin duda positivo. Es cierto que es irregular y que tal vez se prolongo demasiado en el tiempo, pero con Expediente X estamos tal vez ante la serie más importante de imagen real de los 90, heredera directa del Twin Peaks lynchiano y precursora clara de la ola de calidad televisiva de aspecto cinematográfico que ha traído el nuevo siglo. Una ola que debe mucho a Expediente X y al camino que trazo tras 9 temporadas plagadas de grandes momentos y episodios memorables.


 

 Fuente vídeo: Youtube.