martes, 29 de mayo de 2018

Daredevil: Identidad.

Cuarto tomo de Panini de la etapa Soule al frente de los guiones del hombre sin miedo, que recopila en este caso los números 15 al 20 USA y que viene a responder la gran incógnita que ha configurado esta nueva etapa desde el principio.

El relanzamiento de Daredevil tras la etapa Waid de la mano de Charles Soule y Ron Garney tuvo como principal foco de atención el que el personaje recuperaba su identidad secreta, perdida de la cual se había convertido de una forma u otra en el centro de la colección desde la ya lejana etapa Bendis. Volver a meter al genio en la botella y sobre todo la forma en la que esto se hacía, era el punto de interés focal de una etapa que se veía de nuevo lastrada por una decisión que seguía condicionado la colección sin visos claros de resolución.

La idea de revelar la identidad del héroe, que tanto juego dio durante la época Bendis/Maleev, se había convertido en un lastre para un personaje que al quedar expuesto había perdido parte de su esencia. Sin embargo parecía que Waid y Samnee habían conseguido equilibrar la situación y por fin había hecho que el personaje mirara hacía adelante. El que Soule empezase su etapa agitando de nuevo el avispero no era buena señal y más tras unos primeros números en la serie en la que lo único destacado era el excelente dibujo de Garney, con un guionista que no terminaba de pillarle el punto a la colección.

Sin embargo sin aún con sus peros, ya en el tomo anterior Soule parecía ir creciendo y supo construir una saga interesante, es en este tomo cuando viene a confirmar que su etapa en Daredevil puede que no sea el desastre que en un principio apuntaba. Lejos de mefistazos ridículos que van contra la misma esencia del personaje (gracioso el guiño al tema cuando Matt trata de buscar ayuda para recuperar su identidad y le sugieren a Mefisto...”no gracias, no estoy tan desesperado”), Soule hunde sus historia en acontecimientos narrados en la etapa anterior y de forma totalmente lógica consigue tanto recuperar la identidad secreta del personaje como dotar a toda la etapa de un peligroso villano de fondo que es consciente de todo lo que ha pasado y que intenta jugar con la vida de Matt/Daredevil.

Lo mejor de este tomo sin embargo no esta en la brillante forma en la que Daredevil recupera su identidad, si no en como, por fin, el guionista demuestra haber pillado el punto al personaje con un viaje al interior de su cabeza en el que se da un repaso a sus diferentes “identidades” y se muestra la tremenda fuerza de voluntad de un héroe que ha hecho de eso su seña de identidad desde el tan mítico como lejano Daredevil #7 (fecha de portada de abril de 1965).

Ahora soltado ya el lastre del gran secreto que había configurado el inicio de la etapa, Soule será más libre para poder contar su historia sin tener esa bomba de relojería condicionando todo lo que escribía. Y es que si bien es cierto que la idea de primero dejar crecer el nuevo estatus que el guionista deseaba crear antes de soltar la “bomba” tiene sentido argumentalmente, su etapa ha estado totalmente condicionado por la necesidad de respuestas ante la recuperación de al identidad secreta de Daredevil. Dada esa respuesta es momento, ahora si, de mirar hacia adelante.

En el debe si acaso señalar el dibujo, no por su falta de calidad, ni mucho menos, si no por el continuo baile de artistas que aunque cortados por un mismo patrón ha impedido que la colección tenga una estabilidad necesaria para crecer y consolidarse como una etapa solida. Y es que en los últimos años del cuernecitos si encontramos esa solidez en etapas tales como Bendis/Maleev, Brubaker/Lark o más recientemente Waid/Samnee. Es unas lastima que un dibujante de la talla de Ron Garney no haya podido dar esa estabilidad y más ahora que el propio dibujante ha anunciado su marcha de la colección. Esperemos que con su sustituto llegue al fin la anhelada estabilidad.