Reunir al dream team, responsable de uno de los mayores éxitos de Marvel en el siglo XXI, era algo que la editorial tenía que hacer antes o después. Hacerlo para trabajar en la serie que creo el Universo Marvel tal y como hoy lo conocemos parecía sin duda todo un acierto, y así Mark Millar y Bryan Hitch, creadores de The Ultimates se encargaron de una etapa que duraría poco más de un año en los 4 Fantásticos.
Haciendo un simil con el atletismo, si algo ha quedado claro con la carrera de Mark Millar a medida que esta ha ido evolucionado, es que no estamos antes un corredor de fondo, más bien al contrario Millar se asemejaría mas aun sprinter que procura dar lo mejor de si mismo es recorridos muy cortos. Incapaz de realizar etapas largas, su trabajo en los últimos años, más allá de su particular “Millarworld” (miniseries en su mayoría, por otro lado), ha estado centrado o bien en estancias cortas en múltiples series (Lobezno, Ultimate Fantastic Four, Spider-man) o bien en realizar diferentes temporadas a modo de serie de tv (Ultimates o Ultimate Avengers) del mismo grupo. La única etapa realmente larga desde que esta en Marvel fueron sus Ultimate X-Men, que tuvo un explosivo comienzo para luego languidecer lentamente en la mediocridad más absoluta. Amo del “comomolismo” y principal publicista de si mismo, Millar es pese a todo un magnifico guionista, sobre todo cuando se preocupa más por la obra que esta haciendo y no por que esta “mole” más que nada, y es que no pocas ocasiones Millar parece más centrado en llamar la atención que en escribir buenos cómics.
Sus 4 Fantasticos cabe enmarcarlos dentro de lo que podríamos llamar etapas cortas ya que se compone de 16 números de los cuales los dos últimos solo traza los argumentos. En este tipo de etapas los guiones de Millar suelen estar caracterizadas por buscar los elementos más icónicos de los personajes con los que trabaja para ir a la quintaesencia de los mismos, el problema estriba en que no pocas veces se le va la mano y no son pocos los trabajos del escoces que destilan una soberbia en plan “mirad chicos, así es como se hace”, sobre todo desde que el éxito de The Ultimates le encumbrase definitivamente al estatus de superestrella, del que el autor es plenamente consciente.
Precisamente sería su compañero en aquella obra, Bryan Hitch, quien se encargara de casi todos los lápices de esta etapa (solo falla los dos últimos). Hitch, británico también y enormemente deudor de Alan Davis en sus inicios, consiguió alcanzar un estilo propio de clara vocación realista que le llevaría a tornarse también en una superestrella tras su trabajo en The Authority junto a Warren Ellis (curiosamente sucedido por Millar en la obra que llevo a Marvel, ante la ceguera de DC). Hitch con merecida fama de lento, demuestra en esta etapa, que obligado a hacer un trabajo mensual pierde mucha de su fuerza, y si no mediocre, por que su estilo y su narrativa no lo son, si es cierto que resulta mucho menos atractivo que en The Ultimates, donde gozó de mucho, mucho más tiempo para hacer su trabajo. No sería atrrevido señalar que en los 4 Fantásticos estamos ante un Hitch muy menor.
Entrando en la etapa en si, si por algo se han caracterizado los 4 Fantásticos a lo largo de su ya cincuentenaria existencia, ha sido por la sabía combinación de los elementos más cotidianos y mundanos de una familia un tanto disfuncional con la aventura más desenfadada, la imaginación sin limites y los conceptos desafiantes que hacen de estos personajes más que superhéroes, imaginautas. Seres que expanden la realidad y que buscan siempre nuevos conocimientos. Millar demuestra ya desde el principio que sabe captar la esencia de la primera familia: las primeras páginas de la etapa nos muestran a toda la familia de vacaciones....perdida en el tiempo. Lo mundano y lo fantástico se dan la mano desde la primera página.
Así las cosas el inicio de la etapa es prometedor, combinado una idea desafiante y muy interesante (el mundo esta condenado a la destrucción por los abusos del hombre, ¿por qué no crear otro mundo paralelo donde empezar de cero?) con la aparición de un nuevo interés romántico para Ben o la llegada de una exnovia de Reed. El problema estriba en que pronto a Millar le da por ponerse “molón” trivializando a Galactus (un aspecto este que sería retomado con mucho más acierto acierto y brillantez por Hickman) y con la idea de que Muerte tuvo un maestro en esto de la villanía (como si el Doctor Muerte se considerara a si mismo un villano). Tal vez lo mejor de la etapa, más allá de su prometedor arranque este en lo bien que sabe jugar el guionista con la ya mentada dualidad del grupo, algo que ejemplifica a la perfección la saga de dos números con la familia de vacaciones en Escocia., una historia alejada de todo el trasfondo que Millar pretende crear con la llegada del Maestro de Muerte y demás, pero que resulta fresca y divertida, y que juega con la idea de que los 4 Fantásticos son lo que son y vayan donde vayan, lo fantástico parece destinado a seguirlos.
La saga final, el culmen de todo lo que Millar estaba escribiendo muestra a las claras el cierto desinterés con el que el guionista (y la propia editorial que saco a Hitch del proyecto para llevarlo a hacer Capitán América: Renacimiento) acabo un trabajo que empezó entusiasmado, ya que ni siquiera escribió los dos últimos números al completo, como si su impulso inicial se hubiera ya agotado. Eso si, para lo que si sirve la saga es para mostrar que cada vez que el Doctor Muerte sale en un cómic, se convierte en el protagonista del mismo, y es que al final los malos siempre terminan “molando” mucho más que los buenos y Millar parece tenerlo claro.
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