Tenía pendiente esta reseña desde el año pasado cuando incluí este cómic entre lo mejor de mis lecturas de 2010, así que con un poco de retraso me pongo a ello como se suele decir en estos casos más vale tarde que nunca.
Perdida, derrota, sueños y batallas imposibles: El invierno del dibujante consigue transmitir casi desde su misma portada multitud de sensaciones unidas al intento de cinco artistas por conseguir sus sueños, sueños sin embargo imposibles en una época muy distinta a la actual. La historia de cinco dibujantes que en los años 50 intentaron huir del imperio Bruguera para forjar su propio camino es contada por Paco Roca con retazos, más a través de sensaciones, de gestos y miradas que no a través de una historia que profundice demasiado en los hechos que provocaron el fracaso comercial de la revista Tío Vivo que nacida en plena dictadura franquista buscaba una libertad impensable en aquello años.
A la hora de trazar este relato clave en la historia del medio en España, el autor de Arrugas podría haber optado por un riguroso estudio histórico de lo que era Bruguera, de su poder y de como cinco dibujantes intentaron desafiarlo, sin embargo Paco Roca prefiere centrarse más en las personas que protagonizaron aquellos momentos que no en el contexto y los detalles que lo permitieron. Con una cuidada planificación que cambia la tonalidad de las páginas más que por la estación del año, por las sensaciones, el estado emocional que acompaña el momento que se esta narrando, el autor nos consigue sumergir primero en la ilusión con la que nació un proyecto destinado a cambiar la historia del medio en España, para después transmitir con inusitado éxito, la desazón por el fracaso de un proyecto creativamente impecable pero sin futuro desde el momento que la todopoderosa Editorial Bruguera uso todas las armas a su alcance (y eran muchas) para frenarlo.
Personalmente creo que El invierno del dibujante más que un relato histórico es una obra de sensaciones, de momentos capturados en el tiempo destinados a mostrar los sentimientos de todos los implicados en aquello, bajo este prisma creo que el autor obtiene un éxito absoluto al conseguir transmitirnos el estado emocional de toda una época, un época gris en la que cinco valientes se atrevieron a soñar para descubrir que ni siquiera eso les estaba permitido. Decía más arriba que el cómic se centraba más en las personas que en los acontecimientos en si, tal vez no sea del todo cierto, habría que decir que se centra más en lo que esas personas pudieron sentir a lo largo de toda su aventura, en los distintos estados mentales que llevan finalmente a ese invierno del dibujante tan bien traído del titulo.
Formalmente magnifica, la solidez narrativa, la disposición clásica de la pagina, la viveza de los rostros, la importancia de los gestos y las miradas, la acertada elección tonal y la cuidada ambientación hacen de El invierno del dibujante una obra en la que, un guión tal vez un tanto simple y algo esquemático, en el que la mayoría de los personajes apenas si son definidos, adquiere fuerza inusitada por la planificación visual. Toda una muestra del potencial de un medio eminentemente visual en el que el componete formal puede tener tanta o más importancia que el fondo de lo que se esta contando. Si a esto unimos que ese fondo (en el que se insisto, tal vez se eche en falta algo de profundidad) es tan estimulante como en el caso de esta obra, tenemos la explicación del éxito de un cómic que sin duda merece todos los parabienes recibidos.
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