Si hay un personaje de ficción, al que tradicionalmente se le ha buscado un sentido político y se le ha tratado de convertir en símbolo de la acciones del gobierno de turno de su país, este es el Capitán América.
Cierto es que la iconografía asociada al personaje parece prestarse a ello, pero no es menos cierto que esos prejuicios parten de elementos bastante endebles: primero de un profundo desconocimiento de la relación de los americanos con sus símbolos, segundo y mucho más relevante en el caso que nos ocupa, de un profundo desconocimiento de los cómics del personaje en cuestión. Desde que Stan Lee y Jack Kirby recuperaran al personaje (que el propio Kirby y Joe Simon crearan décadas atrás) en las páginas del ya mítico The Avengers 4, los cómics protagonizados por el Capitán América distaban mucho de ser el panfleto propagandístico que sus detractores señalaban. Así, las primeras historias vividas por el personaje en los años 60, eran ante todo aventuras desenfadadas que mezclaban elementos más puramente superhéroicos, con otros salidos de la ciencia ficción o el espionaje, todo ello aderezado con el día a día de un hombre fuera de su tiempo que no sabía bien que camino seguir, “superhéroes con superproblemas” también para el héroe abanderado.
Sin embargo negar la dimensión política del personaje sería negar la realidad, aunque bien es cierto que para que esta terminara de estallar en su plenitud habría que esperar a los 70, a una América muy distinta, una América que enfrascada en el desastre vietnamita, la contestación social y las crisis políticas. Una América, en fin, que había dejado de creer en el sueño bajo el que supuestamente se fundo. En eso contexto y de la mano de Steve Englehart, uno de los guionistas más importantes e inspirados de los 70, sería cuando el Capitán América adquiriría una vertiente política hasta entonces apenas si mostrada. Acompañado por un brillante Sal Buscema que realizó aquí uno de los trabajos más impactantes de su brillante carrera, Englehart nos mostró un Capitán América que intentaba ser el símbolo de una idea, de un sueño que su país debía representar pero que por desgracia no parecía hacerlo. Lejos de mostrarnos un héroe seguidista de su gobierno, el Capitán América de Englehart era un personaje hijo del New Deal, que creía en la justicia social y que estaba en las antípodas de ese héroe ultraderechista que muchos parecían imaginar.
La larga colaboración entre Englehart y Buscema cuenta con tres pilares fundamentales: La Saga del Capitán América de los 50, La Saga del Imperio Secreto y La Saga de Nómada. En la primera el Capi se enfrentaría a su reverso oscuro, un Capitán América enloquecidamente anticomunista, que reflejaba, este si, todo lo que se le presuponía al personaje. La lucha, más interesante desde el punto de vista ideológico que físico, además de dar explicación sobre quien llevo el escudo en los años 50, sirve para mostrar quien es el verdadero Capitán América y que es lo que defiende en realidad. La segunda saga, la del Imperio Secreto es probablemente la más celebrada de toda la etapa. Una misteriosa organización secreta que conspira para instaurar una dictadura en los EEUU y cuya resolución con ecos del Watergate marca un antes y un después en el personaje, reflejando el descontento del pueblo americano con su clase política durante aquellos años. Finaliza esta suerte de trilogía con La Saga de Nómada, consecuencia de la anterior y que nos muestra un personaje que se siente incapaz de llevar el peso de una bandera sobre sus hombros, en un recorrido por el país intentado encontrar aquello que cree que este siempre fue, pero ante todo intentando encontrarse a si mismo.
Con todo esto uno comprende a la perfección como esta etapa, quintaesencial en la historia del personaje sigue siendo, si no la mejor (que en opinión del que esto escribe, si lo es) si al menos la más influyente en la historia de un personaje magnifico, que esta mucho más allá de los prejuicios que algunos tiene sobre el mismo.
7 comentarios:
En color no hay ediciones disponibles en castellano, ¿verdad?
Buff, ahora me pillas, pero me suena que reciente no.
No la hay, sólo los últimos números de la época del nómada apareció en color en la última etapa de Vértice. Y yo los vendí en la adolescencia!!
Aunque si funcionan los ómnibus que está publicando Panini, caería en el cuarto ómnibus. Pero me suena que solo tienen planeados dos.
Hombre no seré yo quien pida un omnigold de esos, pero si existe una etapa del Capi que merezca ser recuperada en todo su esplendor es esta, no me cabe ninguna duda.
Sé que existía uno de esos tochetes Essential del blanco y negro. Y en España... ¡Este verano me he comido las coloridas revistas verticianas del Capitán América!
Hasta encontré una pequeña historieta de Bill Mantlo con el juicio al Halcón, una historia curiosona sobre el pasado delictivo del personaje. Pero sigo sin encontrar un local con scaner donde me dejen manejar el robo de un par de paginillas para el reseñeo.
Esta etapa es excelente, y no ha perdido nada; ni siquiera la enloquecedora aparición de la Sombra Nocturna, que podría parecer demasiado setentero, le gustaría al Critikrator, bloguero hipersetentero, y a cualquiera. Y cuando el Capitán deja el traje es para leerlo. Mira que cuando lo compré ya conocía lo que estaba por pasar, pues aun así fue igual de emocionante.
A ver si lo publican en esa colección barata y buena en la que sacaron lo de Visión y la bruja Escarlata.
Ismamelón
Hombre el tomo de La Visión y la Bruja Escarlata barato precisamente no era, pero vamos que si, que si hay una etapa del Capi que merezca ser recuperada a color y tal es esta que como bien dices se sigue disfrutando hoy en día al máximo.
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