Si el otro día hablábamos de la última revisión que hasta ahota ha habido del Cuarto Mundo, una de las creaciones más interesantes de Kirby para el Universo DC, hoy toca hablar de la revisión de otra gran creación kirbiniana en este caso para Marvel, los Eternos.
Los Eternos, (al igual que el Cuarto Mundo), nunca han tenido demasiado éxito en solitario (ni siquiera de la mano de su creador), en el caso de los Eternos a esto se une, el que más allá de la presencia de alguno de sus miembros en los Vengadores, o el papel jugado por los Celestiales, su presencia en el Universo Marvel ha sido casi siempre secundario, algo que no ocurre con el Cuarto Mundo.
Conscientes del potencial de los personajes y de lo desaprovechados que estaban, Marvel encargo a dos pesos pesados, Neil Gaiman, y John Romita Jr. que volvieran a poner a los personajes en el mapa, a través de una miniserie de 7 números, que debía servir de prologo para el nacimiento de una serie regular sobre los mismos.
La mini, bien escrita y mejor dibujada, cumplió a la perfección su función, Gaiman partió de la (rechazada) propuesta que realizo en su día para relanzar a Thor, propuesta que sirvió de base para los Dioses Perdidos y que en cierto modo también ha usado JMS en su etapa en el Dios del Trueno, la base era que los Eternos habían olvidado quienes eran, hasta que poco a poco iban recuperando sus recuerdos, todo ello coincidiendo con el despertar del “Celestial Durmiente”, a quien adoraban con especial fuerza los Desviantes, y que sin saber muy bien porque se había asentado en San Francisco, comunicándose solo con Makkari (en lugar de con Ajak, habitual interlocutor de los Eternos con los dioses espaciales), y jugando un papel todavía desconocido, a esto se unía la división de los Eternos, entre Zuras y sus seguidores, y Druig y los suyos, unos queriendo mantener el status tradicional, los otros dispuestos a cambiarlo radicalmente.
Con estos mimbres, la labor de Gaiman y Romita permitió sentar las bases del lanzamiento de la nueva colección (en realidad esta fue una de la principales críticas a la mini, más que contar una historia propia, sentó las bases de lo que vendría después, lo que por otra parte era su función), colección que llegaría un tiempo después de la mano de un sólido equipo creativo, Daniel y Charles Knauf, que venían de guionizar una interesante y exitosa etapa en Iron Man y el español Daniel Acuña, un excelente portadista, que gracias sobre todo a su dominio del color, cuenta con un estilo propio y definido, que hacen del un dibujante como poco interesante.
Pese a estos factores el relanzamiento no ha supuesto el éxito esperado y en apenas 9 números, la serie ha echado el cierre, el tomo que nos ofrece Panini recopila los series primeros números de la colección, y lo cierto es que pese a sus defectos, pintan lo suficientemente bien como para lamentar su cancelación.
Los Knauf, siguen con habilidad los parámetros de Gaiman, haciendo especial hincapié en dos ejes: la lucha por el control de los Eternos durmientes entre el grupo liderado por Zuras y el grupo liderado por Druig, aquí, mientras que unos pretenden despertarlos simplemente, el otro pretende manipularlos para llevar cabo sus planes contra una humanidad a la que ya no aguanta más, y el papel del Celestial Durmiente, donde descubrimos, porque estaba “dormido”, porque los Desviantes lo adoran, el papel de los Celestiales en el conjunto de las cosas, así como la existencia de algo llamado “La Horda”, una suerte de “antiCelestiales” que se acercan a la Tierra, a esto se añade la traición de uno de los Eternos, o el papel que juega Iron Man que como líder de la comunidad superhéroica y director de SHIELD tras la Civil War no está dispuesto a consentir que los Eternos y “su” Celestial gigante conviertan San Francisco en su patio de recreo.
El comic, es entretenido, bien escrito, y parece haber planes a largo plazo (sobre todo con el tema de La Horda), algo que finalmente no va a poder ser, queda por ver si en tres números podrán cerrar el chiringuito decentemente (y también si Panini saca esos números y si lo hace como, pero ese es otro tema), en cuanto a la labor de Acuña, lo cierto es que lejos de la espectacularidad de sus portadas, el dibujante se defiende bastante bien, mostrándose hábil en la narrativa, y sabiendo transmitir la fuerza y el poderío que personajes como estos se supone han de transmitir.
En fin, la obra peca tal vez de no ahondar en la vertiente más mítica de los personajes, centrándose en su vertiente más “mundana” y superheroica lo que resta algo de fuerza al relato, además de olvidarse de los Desviantes, algo difícil de entender habida cuenta de lo que representa el Celestial Durmiente para ellos, peca también en ocasiones de falta de “espectacularidad”, de dinamismo, no en la forma de contar las cosas (que si es muy dinámica) sino más bien en las cosas que pasan en sí, algo que de tenerlo tal vez hubiese hecho que la colección tuviera más seguidores, aún así, es un buen comic, bastante superior a la media de lo que uno se encuentra hoy en Marvel y que por lo visto hasta ahora no merecía tan rápido final.
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