Miniserie de ocho números en su origen recopilada aquí por Pda en un único tomo. Joe el Bárbaro de Grant Morrison y Sean Murphy, supone una nueva vuelta de tuerca en la carrera del guionista de Los Invisibles, autor que lleva años reflexionando y poniendo al día el género superheroico y que a pequeña escala trata de hacer lo mismo en este trabajo con el género fantástico.
Tomando elementos clásicos del género, tales como el elegido o la oscuridad acechante y maligna que amenaza con invadirlo todo. Morrison traza un relato que partiendo de los desviaros de la mente de un adolescente diabetico en plena crisis hipoglucemica, mezcla realidad y ficción, reflexiona sobre el crecimiento, la madurez o la asunción de la perdida.
Las influencias de la obra son detectables desde el principio, los ecos de clásicos del género como Tolkien, C. S. Lewis o Michael Ende (con elementos muy claros del Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll) se entremezclan con referencia más actuales como Toy Story para construir un relato que destila amor por la fantasía a la par que toma cierta distancia para con la misma con una visión planteada desde fuera. Esto esta condicionado por el hecho de que Joe, el protagonista del cómic no se termina de creer lo que esta pasando, siendo consciente de que todo lo que esta viendo es producto de su alucinada mente y que ha de encontrar un refresco para recuperar sus niveles de azúcar y volver a la realidad.
Pese a esta visión, digamos externa de lo que el cómic nos esta narrando, el guionista de El Asco sabe jugar en todo momento con la ambigüedad de lo que va aconteciendo. Todo lo que pasa en el mundo fantástico tiene su reflejo en el mundo real, todas las actitudes de los personajes que Joe se va encontrando encuentran su contrapunto en el entorno que le rodea, cuando este esta al borde de la muerte o es herido “allí” también sucede “aquí”. De esta forma el el escoces consigue que el lector se implique con el personaje, con lo que le esta pasando, a la par que va descubriendo cuales son sus verdaderas motivaciones, trazando de paso un relato de ficción dentro de un mundo de ficción como si ante una muñeca rusa estuviéramos. Esto tiene la contrapartida de que el cómic no es tan épico como uno suele esperar de este tipo de historias, el guionista de W3 pese a que como decía toma algunos de los elementos más tópicos del genero lo hace con una visión desmitificadora que aunque resta algo de fuerza al conjunto le da un plus de credibilidad y hasta de originalidad.
Más allá del estimulante planteamiento y desarrollo de la historia, si algo termina de hacer de Joe el Bárbaro un cómic especial y una de las lecturas más estimulantes del año es el trabajo del dibujante Sean Murphy. Trabajo que, todo hay que decirlo, se ve relanzado por el color de un acertado Dave Stewart que juega un papel narrativo relevante, reflejando un mundo fantástico muy colorista y lleno de vida que contrasta con un mundo real donde donde los tonos grises se hacen predominantes. Retomando la labor del dibujante, de quien he de reconocer no sabía nada antes de esta obra, Murphy destaca tanto por la fluidez con la que se puede leer el cómic como por la espectacularidad de páginas cargadas en no pocas ocasiones de la emoción y la épica que él si visualiza mucho más de de lo que trasmite el guión de Morrison. Se crea así un curioso pero interesante contraste entre la forma en la que se nos esta narrando la historia (como decía con una visión un tanto desde fuera) y la plasmación visual de la misma, y es que aunque el propio Joe no se cree lo que esta viendo, esto resulta sumamente creíble desde un punto de vista estético. Destaca también la forma que el artista da al rostro de Joe, cuya gestualidad contribuye a incrementar la sensación de incredulidad del personaje.
A modo de conclusión cabria señalar que Joe el bárbaro resulta en conjunto una más que agradable lectura que acompañada de un espectacular despliegue visual tornan la obra en uno de los cómics más interesante de este 2011. Demostrando de paso que su guionista, con trabajos como este o su labor en Batman sigue siendo a día de hoy el más interesante del cómic comercial americano actual.
4 comentarios:
¿Qué puedo decir que no hayas dicho tú ya? Concuerdo punto por punto.
Pero eso sí, aunque Morrison peca de permanecer demasiado "externo" en la historia de fantasía, yo creo que pese a todo sí consigue algo de épica, aunque solo sea por el contraste de lo que ocurre en el mundo real. Por no hablar de que la resolución final no puede ser más fascinante y coherente con todo, jugando con el subconsciente a niveles muy estudiados.
Es de esa clase de cómics cuya relectura les hace un enorme favor, es genial ver cómo todos los elementos del mundo fantástico, hasta el más absurdo, tienen cabida dentro de la mente del protagonista de una forma tan sutil. Nunca me ha gustado tanto una historia que va sobre la luz contra la oscuridad (que vaya coñita al respecto).
Me encanta, vamos. Para mí lo mejor del año.
Si, sin duda es uno de los mejores cómics dei año, y además muy coherente en la trayectoria de Morrison en los últimos tiempos, ya que como bien señala José Torralba en Zona Negativa, esta obra enlaza con el intento de dejar atrás la Dark Age y recuperar el sentido de la maravilla, algo en lo que el guionista lleva ya tiempo enfrascado con obras como All star Superman o Crisis Final.
Un poquito seguir la estela de Alan Moore, ¿no?
Si por ese camino va, a ver si consigue tener más repercusión que la maravillosa línea ABC, que pese a su gran calidad no tuvo excesiva repercusión en el género o al menos no tanta como The Authority por ejemplo.
Publicar un comentario