En los años 90 fueron muchos los autores que deseaban colaborar con Frank Miller, de ese deseo nacieron obras tan notables como Give Me Liberty, Bad Boy o la genial Hard Boiled, aunque también hubo autenticas mediocridades (Saves The World o Goes to the War), la colaboraciones de McFarlane y Miller en Spawn son más difíciles de clasificar.
Corrían los primeros años 90 cuando una panda de dibujantes hot en la cresta de la ola decidieron desafiar a las grandes majors (en especial a Marvel) y montarse su propio patio de juego, si, Marvel les había hecho millonarios, pero no veían ni la mitad del dinero que consideraban que era suyo y no querían seguir trabajando para una editorial que ponía a los personajes por encima de los autores, había nacido Image y con ellos había llegado la revolución, de todos los autores que se marcharon de Marvel, el que probablemente más se la jugo fue Todd McFarlane, él más que nadie había quemado los puentes con Marvel, él más que nadie sabía que si la cosa no salía como esperaba lo iba a pasar muy mal, tal vez por ello desde un principio Mc fue el más profesional de todos sus compañeros, y cumplió (salvo excepciones muy puntuales) con la periodicidad mensual autoimpuesta.
Su creación, Spawn, un engendro infernal con ganas de redimirse resulto un éxito absoluto a nivel de ventas, la aventura parecía que había salido bien y Mc respiraba tranquilo, más incluso, se alzaba como garante y exponente de los derechos de autor, había demostrado que un autor podía vender más que un personaje (es curioso como con el paso de los años Mc ha terminado haciendo lo mismo, o incluso peor de lo que acusaba a Marvel), así Image con todos sus defectos había puesto la primera piedra en un camino que traería sellos como Legends de Dark Horse y sus Sin City, Hellboy o Next Men, sin embargo no todo era felicidad, y es que desde un primer momento la critica fue despiadada con Image y especial con Spawn, los absurdos e insulsos guiones de Mc eran cuestionados una y otra vez por una critica que no le pasaba ni una, en esta coyuntura y un poco quemadillo, Mc opto por contratar lo mejor de lo mejor a los guiones para tapar la voces criticas, así, Alan Moore, Neil Gaiman, Dave Sim, y Frank Miller escribirán un número cada uno de la serie regular del personaje, tanto Moore como Gaiman, dieron una autentica lección consiguiendo en su solo número aportar más a la leyenda del engendro infernal que el propio Mc en 7, Sim por su parte autor de la independiente Cerebus opto por plasmar su propio mundo ( a la par que hacer todo un alegato en defensa de los derechos de autor) y Miller.....bueno Miller opto por pasárselo bien.
Frank Miller fue el guionista del número 11 de Spawn en el ya lejano junio del 93, los lápices corrieron a cargo como del propio McFarlane, la historia, que al contrario que el trabajo de Moore o Gaiman no tendría repercusión más allá de este número se centra en una muy particular guerra de bandas que acaece por el control del callejón donde Spawn y sus amigos vagabundos tiene su residencia habitual, un comic lleno de tiros, acción y personajes exagerados (villanos de opereta que dirigen cada una de las bandas, ciborgs gigantescos como guardaespaldas de estos, frases molonas y rotuladas de manera muy “peculiar” etc) que transforman el número en un mero divertimento por parte de un guionista que debió aplicar aquello de “toma el dinero y corre...” añadiéndole algo así como “...pero al menos diviértete por el camino”, y es que los excesos de Miller, acompañados por un acertado McFarlane (de nuevo Miller sabe para quien guioniza) resultan cuando menos entretenidos e incluso uno no puede si no dejar escapar una sonrisa ante tamaña sucesión de barbaridades, y es que Miller se lo paso bien haciéndolo y yo al menos me la pase bien leyéndolo.
No pasaría ni un año para que Miller, Mc y Spawn se volvieran encontrar teniendo en este caso como invitado a Batman en el que seria el primer encuentro entre ambos personajes, el comic en cuestión concebido para ser un superventas (¿Miller-Mc y Batman?, éxito seguro) apenas si sirvió para ver que personaje la tenía más grande (la capa no me sean mal pensada) y es que de nuevo Miller desarrolla una trama absurda (aunque en esta ocasión si se aprecian algunos de sus tics) según la cual una malvada excomunista se dedicaba a experimentar con vagabundos (muchos salidos, como no, del callejón de Spawn) para crear ¿superciborgs chungos?, de nuevo Miller se mueve en los excesos y destaca sobre todo su retrato de un Batman obsesivo hasta la medula y que desprecia a todo aquel que no es el mismo (como no podía ser de otra forma ambos personajes se dan de ostias a las primeras de cambio, con unos diálogos de Batman, absolutamente geniales), un Batman que exagera hasta el infinito lo ya visto en DK y que anticipa lo que veríamos en DK2 o (al parecer) lo que se esta viendo ahora en All Star Batman y Robín, Mc como siempre espectacular y (si no se analiza demasiado) eficaz, en un comic que desde luego no pasara a la historia en la carrera de ambos autores pero que al menos sirve (al igual que en el Spawn 11) para echarse unas risas ante las barrabasadas que es capaz de escribir un Miller que de nuevo y aun con el piloto automático puesto parece divertirse de lo lindo, se trata por tanto, de dos meras anécdotas en la carrera de Miller, pero que, oye, al menos te ríes de tanto preguntarte “¿pero que coño es esto?”.
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