
Publicada originalmente en forma de miniserie de 6 números entre 1995 y 1996, Sin City: Ese Cobarde Bastardo supone la cuarta incursión larga de Miller en su Ciudad del Pecado.
Se ha dicho en muchas ocasiones que las mejores obras de Miller son aquellas que te agarran por el cuello desde el principio y no te sueltan hasta que terminas su lectura, no apelan a la cabeza, al ser racional, si no que apelan al corazón, a las visceras: bajo este punto de vista Ese Cobarde Bastardo, es sin duda uno de los mejores trabajos de Miller.
La obra vuelve (como en sus mejores trabajos) a reflejar todas las obsesiones del autor americano, el “héroe” incorruptible con una moral a prueba de bombas, el mal insondable e intocable, corrupto en su esencia, impoluto en su forma, el sacrificio definitivo etc. La principal diferencia con otros Sin City, es que Hartigan protagonista de la obra, si es en este caso un autentico héroe, un hombre que no busca la venganza o la retribución si no que solo quiera salvar al menos la vida de una niña, un policía honesto e integro en una ciudad donde serlo es un casi un pecado (bajo este prisma estamos de nuevo ante un clásico del género negro, un policía honrado que trata de hacer las cosas bien dentro de un sistema corrupto hasta la medula), Hartigan se convierte así en el prototipo de héroe (en el pleno sentido de la palabra) “milleriano”, duro, honesto, fuerte y con una resistencia sobrehumana, esta dispuesto a lo que sea necesario para hacer las cosas bien aunque ello implique la perdida de algo más que su vida en un sentido físico.
La historia se inicia cuando Hartigan apenas a unas horas de jubilarse descubre una pista sobre el secuestro de una niña de 11 años por parte de Roark Junior, un cruel y bienparecido violado, maltratador y asesino, que ha sido responsable de la muerte ya de varias niñas. Hartigan pese a los ruegos de su compañero decide intervenir, salvando la vida a la niña y dejando medio muerto a Junior, a partir de ahí la vida de Hartigan se acaba, el padre de Junior, el todopoderoso senador Roark, utiliza toda su fuerza y poder político para acusar a Hartigan de todas las muertes de las niñas, además se le amenaza con que si cuenta la verdad toda su familia y amigos serán brutalmente asesinados, Hartigan calla. Hartigan se queda solo su familia y amigos dispuestos a ayudarle interpretan su silencio como síntoma de culpabilidad, y así Hartigan es condenado a la más horrible de las cárceles victima de la más horrible de las torturas (Miller vuelve a mostrar aquí su desconfianza en el poder, no ya tanto en la figura del senador Roark como si en la del sistema judicial que Miller presenta una vez más como cómplice y lacayo del poder establecido), sin embargo y pese a todo ello se niega a firmar la confesión de culpabilidad, podrían falsificar la firma, podrían amenazar a su familia, pero no, quieren doblegarle, quieren que se rinda, Hartigan se niega a renunciar a su última parcela de libertad (un rasgo también común a muchos personajes millerianos) y por delate le esperan ocho largos años de tortura y cautiverio, donde solo las cartas de Nancy (la niña que salvoque firma bajo el nombre de Cordelia para protegerse), le sirven para mantener la cordura.
A partir de ese momento se desencadena la segunda parte de la trama, Junior, desfigurado, horrible y amarillo (por eso el That Yellow Bastard del titulo original), reaparece en la vida de Hartigan, sobrevivió a su encuentro, pero quedo profundamente marcado, horriblemente desfigurado, es curiosos de nuevo como Miller juega con los tópicos de maniqueísmo, Junior, representante del mal absoluto en la obra, aparece primero con un joven bien parecido, el diablo con disfraz de ángel, sin embargo tras su encuentro con el bien absoluto (representado en este caso por Hartigan), ya no puede mantener la fachada y su propio cuerpo se convierte en un reflejo de la maldad y deformidad de su alma. Sea como sea, su aparición preludia el desastre, ya que da a entender a Hartigan que ha descubierto quien es la misteriosa Cordelia y este desesperado, firma la confesión de culpabilidad buscando y consiguiendo salir de la cárcel, a partir de ahí Hartigan busca a Nancy a la que localiza en el bar de Sin City, Nancy no es otra que la stripper que ya ha aparecido en otros Sin City, sensual, preciosa el trazo de Miller, (que en esta obra vuelve a ser majestuoso alejándose del feísmo de la dos anteriores y superando en fuerza a El largo adiós), parece cobrar vida en las curvas y la belleza de Nancy, que reconoce a Hartigan de inmediato, le cuenta que esta perdidamente enamorado de él (Hartigan vuelve a mostrar su calado moral, tan tipico de los héroes millerianos, al negarse acostarse con Nancy de la que podría ser su abuelo), que en todo este tiempo no ha podido olvidarle, es entonces cuando se descubre la trampa, han dejado salir de la cárcel a Hartigan para descubrir quien es Codelia y matarla, de nuevo Hartigan ha de rescatar a Nancy de las garras de Junior, pero en esta ocasión la cosa será distinta, pondrá a Nancy a salvo definitivamente, no puede haber dudas “un viejo muere, una joven vive, un trato justo”, un disparo, fin. Miller que grande eres.