Capitán América: La muerte de un sueño. ¿El fin de una era?

La última vez que hablamos por aquí del Capitán América de Brubaker, los planes de Lukin y Cráneo Rojo estaban a punto de cumplirse, y los héroes lo único que hacían era correr de un lado a otro como pollos sin cabeza conmocionados aún por al muerte de Steve Rogers.

Si uno analiza la etapa de Ed Brubaker desde su número 1 hasta el 42 (el 43 en su edición española) descubre una historia río con tres claras fases con un objetivo común; jugar con la figura del Capitán América (tal vez el personaje más icónico de la Marvel, aunque sea una iconicidad cuando menos localista) para averiguar si lo importante es el símbolo o lo es la persona que esta detrás del mismo, la tercera fase de esa etapa (la primera serían los 14 números iniciales con el regreso de Bucky y la segunda iría del 15 al 24 con el nuevo estatus de los principales enemigos del Capitán América y el avance en la gran conspiración de Cráneo Rojo) se inició en el ya mítico número 25 de la colección con la muerte de Steve Rogers, y culmina ahora en el número 42 con la derrota de Cráneo Rojo y el paulatino asentamiento de Bucky como el nuevo Capitán América.

La muerte de Rogers trajo consigo el surgimiento de un gran arco argumental en tres actos que bajo el nombre de “La muerte de un sueño” ha configurado la colección durante los 18 últimos meses, del grueso del arco ya hemos hablado por aquí, por lo que ahora apenas si quedaría reseñar brevemente su conclusión, una conclusión que fuera como fuera era bastante difícil que resultara plenamente satisfactoria, y es que los planes de, Cráneo, Lukin, Zola y Fausto, parecían tan bien elaborados y habían obtenido ya tantos éxitos (desde al muerte de Rogers, al creciente sentimiento de desconfianza en la fuerza de seguridad publicas, pasando por un candidato a la presidencia que parecía tener todas al de ganar) que su derrota se antojaba complicada y difícil de explicar; Brubaker, tal vez consciente de ello, y como lleva haciendo desde el principio de la colección, recurre a uno de los tópicos más clásicos del género superheroico, y es que los villanos forjan su derrota más que en la actuación de los héroes (bastante desconcertados casi hasta el final), en su propia incapacidad para trabajar juntos, siendo la figura de Fausto clave a la hora de desmontar todo el chiringuito

Así, la resolución, aunque coherente con el género en el que se encuadra el comic, si resulta en cierta medida insatisfactoria en relación con la expectativas creadas, y más aún ante la facilidad con la que los planes de Cráneo (que parecían ajustados al milímetro) son desmontados; aún y así, Brubaker juega muy bien sus cartas, y deja varios asuntos pendientes (que pretendía hacer Cráneo con Sharon o porque Fausto se comporta así al final) , además de conseguir su principal objetivo, asentar a Bucky como el nuevo Capitán América.

Visto lo visto, y jugando un poco a advino, parece que el futuro pasa por ver como asume Bucky su nuevo rol tras su primera gran victoria...y por el previsible regreso de Rogers (algo que todos teníamos claro que antes o después iba a pasar), que permitirá dar una nueva vuelta de tuerca en torno al premisa inicial que parece haber configurado toda la etapa (la ya mencionada dicotomía entre el símbolo y su portador), ¿más allá de eso?, difícil saberlo, pero sin duda habrá que leerlo, no en vano el Capitán América de Ed Brubaker se ha convertido por meritos propios en un comic clave para el genero en el siglo XXI, y es que con su grandezas (muchas) y sus miserias (pocas y centradas sobre todo en su, en ocasiones excesiva morosidad narrativa), esta obra, es probablemente la colección regular más trascendente (en cuanto a calidad y relevancia) de lo que va de década, tanto en Marvel como en DC, y por ello, una de la que más se recordará con el paso del tiempo.