miércoles, 6 de mayo de 2009

Ex Machina: Ex Cátedra, Vaughan y el Papa.

De la mano de Norma y como novedad del mes de marzo llega la séptimo entrega de Ex Machina que en esta ocasión recopila los números 30 al 34 de la colección original USA (apenas a 16 números del final según el planteamiento inicial de sus autores).

Como suele pasar en no pocas de las obras de Vaughan, Ex Machina empezó de manera muy potente con un planteamiento inicial más que atractivo (en un mundo de corte realista, una suerte de superhéroe con capacidad para controlar las maquinas, termina colgando el disfraz y es elegido alcalde de Nueva York), y con momentos de autentica sorpresa (el papel de Hundred en el 11-S resulta impactante incluso leído hoy en día), a estas alturas de la película, con un periodicidad más que discutible, y con un trabajo que en no pocas ocasiones parece realizado con el piloto automático puesto, Ex Machina se antoja una serie interesante que sin embargo promete mucho más de lo que termina dando.

Este séptimo tomo en concreto se compone de una saga de cuatro números y un nuevo suelto que sirve para profundizar en la comisaria Amy Angotti y su peculiar relación con Mitchell Hundred; la saga, parte principal del tomo, aborda la delicada cuestión de la relación entre la religión y la política, cuando Hundred recibe una invitación del Papa para hablar con él, las cosas se complicaran cuando ya en el Vaticano, Hundred es acusado de ser el anticristo, además de ser objeto de una suerte de control mental con el fin de que intente asesinar el Papa, para que tenga éxito o no, quede desprestigiado para siempre.

Vaughan, mantiene la estructura inicial de la obra, con unas primeras páginas que a modo de flashback nos muestra la época de Hundred como superhéroe, abordando temas que guardan cierta relación con la trama central, como es el caso del político que intenta suicidarse al quedar su carrera destruida tras reconocerse abiertamente como ateo (“¿por qué el último prejuicio aceptable es odiar a los ateos?”, se pregunta entre resignado y furioso el suicida), una vez más Vaughan deja caer temas interesantes y de clado (los sentimientos religiosos del alcalde, el papel, o la falta de este, de la religión en la política etc) sin profundizar demasiado en ellos, teniendo además el problema de que en ningún momento consigue hacer fluir la trama con naturalidad, concluyéndola de forma un tanto precipitada.

En fin, desde luego no es el mejor tomo de una colección que parece desinflarse por momentos, al menos Tony Harris continua realizado una excelente labor, con un trazo realista y una solida narrativa que no esconden sin embargo la parquedad de sus fondos (y eso que últimamente la colección de regular no tiene nada), un dibujo en todo caso de calidad y que compensa en parte la poca solidez de los guiones de un Vaughan que parece lejos de sus mejores épocas, sea como sea, falta por ver como acaba la colección, que ya no queda mucho, y Vaughan suele concluir muy bien sus obras, pero de momento la cosa que empezó de notable alto apenas si llega al aprobado raspado.

2 comentarios:

Lamasthu dijo...

Yo deje la serie en el segundo tomo que publico Norma. Si bien no estaba mal del todo no le veía mucho futuro... creo que le falta gancho. Aunque una vez acaba Y, El Último Hombre uno parece también darse cuenta de que había mucho relleno de por medio...
Es decir que Vaughan es de estos guionistas que no me desagradan sus propuestas pero su desarrollo...

fer1980 dijo...

Si, la verdad es que en este caso la idea tiene potencial, pero el desarrollo..., como dices es un poco como Y, solo que allí, pese al relleno la cosa era interesante, aqui cada vez menos, en fin a ver como acaba.