Siguiendo con el repaso a lo mejor del 2008 no podía faltar el segundo tomo de Fábulas que salió publicado a finales del año pasado y es que si Hijos del Imperio era bueno, El buen Príncipe se sitúa incluso por encima.
Por regla general Fábulas en un buen comic por su original planteamiento, por su gran desarrollo y caracterización de personajes, porque nada parece realmente sagrado y porque dentro del comic de vocación comercial (y por mucho que trate de disfrazarlo eso es lo que, en la mayoría de los casos es Vertigo, lo cual, todo sea dicho, no tiene nada de malo) es una lectura amena, entretenida, y agradable, todo esto es ya muy interesante de por sí; sin embargo a veces Fábulas se supera a sí misma, sobrepasa el mero entretenimiento y se convierte en algo más, ahí tenemos las maravillosas historias de las 1001 y una Noches o esa gloriosa historia titulada El Último Castillo, pues bien, El Buen Príncipe entra en esta categoría.
La historia arranca precisamente de las 1001 y una Noches donde descubrimos el pasado de Ambrose, el cual no pudo hacer nada ante la violación y asesinato de su mujer e hija a manos de los esbirros del Imperio y su implacable conquista, y es que Ambrose lastrado por una maldición que le convertía en rana cuando se ponía nervioso tomo tal forma ante el ataque imperial, lo que le impidió realizar cualquier tipo de acción, sin embargo por suerte para Ambrose, todo esto había quedado bloqueado en su memoria durante años y años…hasta los hechos narrados en Hijos del Imperio.
Recuperar su memoria sumió en la más honda de las tristezas a Ambrose, al borde de la desesperación y dispuesto a emprender una suicida y solitaria acción de represalia contra el Imperio, Ambrose, encontró una respuesta donde menos la esperaba y es que Willingham jugando con habilidad sus cartas, supo mezclar los mitos artúricos con el mundo que había construido y convirtió a Ambrose en príncipe de un ejército de desesperados que buscaban una imposible victoria en el corazón del Imperio.
Así Ambrose, armado con una poderosa armadura mágica una mítica espada, y una fe inquebrantable en lo que había de hacer, se convirtió en líder de un ejército de olvidados (aspecto este que recuerda poderosamente a Aragorn y su ejército de malditos en el Señor de los Anillos) que iba a poner en jaque al Imperio e igualar el equilibrio de poder con Villa Fábula.
Willingham juega con temas clásicos, sacrificio, redención, destino, lucha ante un enemigo en apariencia invencible, y lo hace con la suficiente habilidad como para que el planteamiento y su desarrollo no resulten ni manidos ni aburridos, al que contribuye un gran Buckingham que sabe reflejar a la perfección tanto la epicidad que la historia transmite cuando es necesario como también los rigores del sacrifico al que Ambrose ha de someterse, un comic lleno de fuerza que tiene un arranque algo lento, pero que una vez pisa el acelerador no frena hasta llegar a su asombroso destino, que consigue realmente sorprender ante la importancia de este para el status quo de la serie, y que deja esta con un futuro tan esplendoroso como difícil de prevé, sin duda una magnífica noticia para una serie que con casi 70 entregas consigue reinventarse a sí misma sin repetirse y no solo mantener sino incluso incrementar el interés que despertó en sus comienzos.
4 comentarios:
Pues dí, a mí también me encantó este tomo, un auténtico hito de calidad y de maestría en el desarrollo de la serie. Por cierto, Buckingham cada vez me gusta más.
Si la verdad es que es un pedazo de comic, y si Buckingham cada vez mejor.
Yo empecé a leer "Fábulas" casi por casualidad y ahora es una de las series a las que estoy abonada... En mi opinión de lo mejor del mainstream USA en la actualidad.
EEL buen príncipe" además tiene el añadido de coger a uno de los habituales secundarios y ponerlo bajo los focos de manera maestra. Supongo que despues de esto el bueno de papamoscas es uno de nuestros personajes favoritos ;D
Si, de lo mejorcito del comic comercial USA, si señor, y si la verdad es que depúes de este tomo se le coge aún más cariño a papamoscas.
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