Con dieciocho números americanos recopilados en España en dos tomos Pantera Negra, el hombre sin miedo (en sus últimos números Pantera Negra, el hombre vivo más peligroso) supone la principal, por no decir única, consecuencia de Tierra de Sombras más allá de Daredevil.
Heredera directa de la numeración original de Daredevil (el último número del anterior volumen de Daredevil fue 512, el primero de Pantera Negra, el hombre sin miedo fue el 513) a imagen y semejanza de lo que se hiciera con Hércules en Hulk tras World War Hulk o más recientemente con Journey into Mistery y Thor. Pantera Negra, el hombre sin miedo surge directamente de lo narrado tanto en Tierra de Sombras, donde DD necesita alejarse de Nueva York para replantearse su vida, como del anterior volumen de la Pantera Negra, donde tras destruir todas las reservas de Vibranium del mundo, Pantera se encuentra en una situación similar.
La elección de Pantera Negra como guardián temporal de La Cocina del Infierno tiene bastante sentido: por un lado el parecido estético entre DD y T´Challa es evidente, por otro su relación con Murdock siempre fue muy buena y ya en época de de Roy Thomas como guionista del cuernecitos se narro un encuentro entre ambos héroes donde quedo clara su sintonía y confianza mutua, no en vano el rey de Wakanda era entonces de los pocos que conocían la doble identidad de Matt. A esto hay que añadir que a lo largo de su trayectoria Pantera ha sido visto bajo muchos prismas: rey, político, defensor de los derechos civiles, líder carismático...Aproximarlo a La Cocina del Infierno, acercarlo al género negro y alejarlo de la corte de Wakanda era un oportunidad sin duda interesante para ver como se manejaba el héroe en un mundo que le quedaba ya muy lejos.
El escritor elegido para llevar a buen puerto el proyecto fue David Liss mucho más conocido por su labor como novelista que no por su trabajo en el campo de los cómics. En los lápices encontramos toda una pléyade de artistas de lo más variopinto, con gente como el italiano Francesco Francavilla (artista regular de la colección y dibujante de la primera y más interesante saga). Jeff Palo dibujante no especialmente dotado y más próximo a la caricatura. Shawn Martinbrough junto a Francavilla el dibujante más interesante que paso por la colección y Michael Avon Oeming, cocreador de Powers y cuyo estilo cartoon no termino de funcionar en exceso aquí. En todo caso, a nivel visual tal vez lo más llamativo sean las espectaculares portadas de Simone Bianchi.
La colección se inicia bastante bien con una saga llamada Jungla Urbana que asienta firmemente las bases de lo que será el proyecto. T´Challa fuera de su ámbito, ferozmente independiente (se niega aceptar la ayuda de sus amigos) se enfrentara a una organización mafiosa de origen rumano que pretende tomar el control de La Cocina del Infierno ante la ausencia de DD. La saga que se inicia con el “traspaso de poderes” entre T´Challa y Murdock, presenta los que serán los personajes secundarios de la colección (algunos heredados de Daredevil, otros nuevos) y marca un tono urbano y noir que sin ser nada del otro mundo, si suponen lectura agradable y amena. Algo que por desgracia se perderá a a partir de aquí. La segunda saga de apenas dos números, dibujada por un Jeff Palo de trazo bastante desagradable a la vista y en todo caso inferior a al de Francavilla, afronta las consecuencias de la primera y trae de visita a Tormenta, esposa de Pantera que no esta demasiado dispuesta a respetar la soledad autoimpuesta de su marido. La historia, que demuestra unas carencias en el dominio del medio que Liss no mostró en Jungla Urbana tiene como villano principal a Kraven, traído con una excusa cuando menos rocambolesca y que parece tener como único fin enfrentar a este con T´Challa en una lucha desarrollada y resuelta de manera un tanto ridícula.
El regreso de Francavilla no supone, por desgracia recuperar el tono y las intenciones de la primera historia, ya que la siguiente saga de tres números supone un crossover con Miedo Encarnado que por desgracia resulta tan flojo como este. La saga, que tal vez busque enlazar con los Jungle Action de Don McGregor de los 70, donde el mítico guionista uso a la Pantera como un vehículo para trasladar al papel sus preocupaciones sociales como la lucha por los derechos civiles o contra el racismo, resulta en cualquier caso decepcionante. El reflejo del miedo al extranjero, del racismo, exacerbado por la figura del Aborrecedor (un viejo villano del Capitán América) que busca una América “pura y blanca”, es mostrado aquí de la manera más simple posible, siendo apenas una excusa para desencadenar la acción y situándose por ello a años luz del trabajo de McGregor.
Con la colección ya herida de muerte creativa y comercialmente y con Daredevil presto a la vuelta de la esquina a recuperar sus puesto, el cambio de nombre a El hombre más peligroso vivo no supone más que cosmética para una serie que vive sus últimos momentos y que consciente de ello trata de despedirse a lo lo grande sin lograrlo del todo. Tras un par de números intrascendentes (uno de ellos cruce con el evento arácnido Spider-Island, otro un point one, un intento desesperado y tardío por atraer público), la última saga, iniciada con un capitulo premonitoriamente titulado “El Kingpin de Wakanda”, busca enlazar las dos almas que conviven en la colección: por un lado La Pantera Negra y su mundo y por otro Daredevil y el suyo. Así la trama comienza cuando Kingpin, que sigue siendo líder de La Mano (estatus heredado de Tierra de Sombras), pretende hacerse con el control del banco nacional de Wakanda para apoderarse de las riquezas del país. T´Challa decidido a impedirlo a toda costa y dejando atrás sus ideas de soledad contara con la ayuda de Lucke Cage, el Halcón, Tormenta y la nueva Pantera Negra, soberana actual de Wakanda. La historia aunque parte de una buena idea carece de ritmo y nos muestra a unos Kingpin, Lady Bullseye o Maria Tifoidea que rozan lo patético ante su incapacidad para hacer nada bien, en ningún momento parecen una amenaza seria y creíble. Especialmente sangrante es el caso de Fisk, que es mostrado como un patético y enamoradizo enclenque que poco tiene que ver con el maquiavelico conspirador que conocemos. La Mano, por su parte, vuelve a ser mostrada como poco más que carne de cañón, lejos de la temible organización criminal centenaria que se supone es.
La historia ahonda en las limitaciones de Liss en el medio, con errores de racord sonrojantes (un cómic acaba con una rehén en manos de Lady Bullseye y la Pantera Negra en una situación comprometida, el siguiente empieza ya con el rehén libre en manos de T´Challa quien domina claramente la situación) y deja a la claras que la colección surgió apenas si como un parche y con una fecha de caducidad no muy prolongada. Un lastima, por que la primera historia es realmente interesante, aunque visto lo visto esta claro que solo fue un espejismo.
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