Uniendo un poco las dos series que han protagonizados lo lunes de las últimas semanas en el blog (Morrison y los 4F) y agradeciendo a Quemero que en los comentarios de los 4F de Hickman me recordó este cómic, que he de reconocer tenía bastante olvidado, he aprovechado para releer esta miniserie de cuatro números que unió los destinos de Morrison y la primera familia marvelita.
Antes de entrar en la obra en si creo que conviene contextualizarla un poco. Estamos en el año 2001 y se acerca el 40 aniversario de los 4F, la Marvel que asomaba a principios del nuevo siglo parecía sin embargo muy distinta a aquella que surgiría de las paginas del mítico trabajo de Stan Lee y Jack Kirby. A la altura del 2001 Joe Quesada apenas si llevaba un año como editor en jefe y Bill Jemas uno de los presidentes más intervencionistas en el aspecto creativo que se recuerda en la historia de Marvel, estaba empeñado en convertir la antigua Casa de la Ideas en una suerte de Vertigo que diera cabida a todo tipo de autores e ideas que jamas se hubieran asociado con Marvel. A cambio eso si de prescindir de cosas por entonces tan mal vistas como la continuidad o el concepto de universo compartido. Todo esto que hoy parece muy lejano (lo que vuelve a dejar claro la naturaleza cíclica de esta industria) permitió atraer a guionistas que era difícil imaginar en Marvel, entre ellos claro, estaba Grant Morrison.
El guionista de Animal Man venía de hacer una laureada y exitosa etapa en la JLA y mientras se disponía a hacer historia en los X-Men recibió el encargo de hacer una miniserie sobre los 4F que se suponía debía redefinirlos por completo en su cuarenta aniversario. La serie enclavada dentro del sello Marvel Knights (definido entonces como sello para “lectores maduros”, signifique lo que signifique eso) daría plena libertad a Morrison y contaría con lápices de Jae Lee. Un dibujante por entonces muy asociado al sello y que dejando atrás sus noventeros orígenes en obras como Factor X, había alcanzado un estilo fiesta, sucio y algo farragoso que si bien era adecuado para los Inhumanos se hacía algo difícil de digerir en un cómic de los 4F. Pero claro era, o parecía ser, un dibujo “alternativo”, distinto a lo que uno espera en un cómic de superhéroes y eso era justo lo que buscaba la editorial.
A medida que se iba anunciando el proyecto la expectación crecía, se decía que Morrison iba a marcar un antes y un después, que incluso iba a dar la vuelta a los 4F. Todas estas expectativas ignoraban quien era el escoces y como solía ser su trabajo. Acostumbrado a realizar etapas largas que le ayudan a hacer suyos personajes ajenos, construyendo complejos relatos-ríos que partiendo de la esencia de los personajes y respetando siempre a estos, consigue hacerlos crecer; se antojaba complicado que en una minserie de cuatro números Morrison diera la vuelta a un concepto con cuarenta años de historia. Y llego la miniserie y las expectativas se vieron defraudadas. No es que 1 2 3 4, sea un mal cómic, que no lo es, (aunque el dibujo de Lee, perjudicado por un color demasiado oscuro que daña su ya compleja narrativa, no ayuda), es que simplemente es un buen cómic de los 4F sin más. Un nuevo enfrentamiento entre estos y el Doctor Muerte, con la participación de Namor y El Hombre Topo, en el que Morrison lejos de revolucionar nada (apenas si tiene tiempo) traza un relato que si de algo puede ser acusado es de excesivamente conservador.
Morrison ahonda y exacerba en la características individuales de cada miembro: la auto compasión de Ben, la egolatría e inmadurez de Johnny, el sentimiento de alienación de Sue (genial el número dedicado a ella en el que esta casi todo el rato invisible reflejando sus estado de animo ante el desapego de su esposo) o la tendencia al aislacionismo y el egoísmo intelectual de Reed. Elementos todos ellos que Muerte usa para trazar lo que pretende ser su victoria definitiva (again). No es este el único tópico en el que cae Morrison. A lo largo de la miniserie, el Hombre Topo vuelve a la sempiterna búsqueda de una reina para su mundo subterráneo y Namor traza una débil y fugaz alianza con Muerte mientras que se vuelve a insistir en la evidente atracción mutua entre Sue y el Principe Submarino. Tópicos todos con los que Morrison pretende homenajear los 40 años de historia de un grupo de imaginautas que al final encuentras su fuerza en aquello que les une frente a los intentos de división de Muerte. Se puede acusar a Morrison de ser demasiado convencional, tal vez poco ambicioso (algo muy poco habitual en su carrera) pero no de no ser fiel a si mismo y a lo personajes con los que trabaja, y es que si algo falla en 1 2 3 4 es tanto la campaña de marketing de una editorial que alimento unos rumores infundados, creando así falsas expectativas, como la elección del dibujante, ya que este cómic pedía un artista de corte mucho más clásico.
2 comentarios:
¡Muchisimas gracias por la reseña!
De nadas hombre, cualquier excusa es buena para releer a Morrison, xd.
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