miércoles, 25 de marzo de 2009

Lo mejor del 2008: Fabulas, hijos del Imperio.

Nos vamos acercando a la parte final del top con el primero de los dos tomos que el año pasado salieron en nuestro país de Fabulas, los dos sin duda entre lo mejorcito de lo que se pudo leer durante 2008.

Es curioso lo de Fabulas, si obviamos Hellblazer es la serie más veterana de Vertigo, ha generado un spin-off, no parece tener un final cercano (ni por el momento ha fijado un número final en el horizonte, algo bastante raro en Vertigo) y ha revelado su “gran misterio” (la identidad del Emperador) en mitad de la serie y no como conclusión de la misma, algo tan común en muchos proyectos de Vertigo, si a esto sumamos que su principal fuerza motriz, el guionista Bill Willingham no duda en usar la serie como plataforma para expresar sus muy conservadoras ideas políticas, y que fuera de este sello se ha mostrado como un autor cuando menos mediocre (Shadowpact, El Día de la Venganza, la infame Crímenes de Guerra o Salvation Run), no deja de resultar sorprendente que después de los casi 70 números de la colección publicados en España, a lo que se suma el maravilloso especial de las 1001 noches de Nieve; la colección, no solo mantenga el interés del principio si no que parezca mejorar número a número, a lo que sin duda ayuda plantel de dibujantes que acompañan a Willingham entre los que destaca un sobresaliente Mark Buckingham, amén claro de las magnificas portadas de James Jean, que hacen de Fábulas un producto identificable a simple vista.

Centrándonos en el tomo que nos ocupa, Hijos del Imperio recopila los números originales USA 52 a 59 y tiene como elemento central los planes del Imperio para atacar el mundo mundano y acabar con Villa Fabula de una vez por todas, la historia nos describe con crudeza la crueldad del Imperio dispuesto a arrasar y esclavizar el mundo mundano solo para acabar con sus enemigos, Pinocho será el que ponga las cosas claras mostrando la inviabilidad del proyecto mientras en Villa Fabula dispongan del inmenso potencial mágico que tiene en ese momento, por lo que en vista de la imposibilidad de la acción armada se decide enviar al Gran Inquisidor Hansel como embajador del Imperio en Villa Fabula con el objetivo, de destruir el arsenal mágico que poseen, aquí Willingham no duda una vez más en mostrar su faceta de “halcón”, con un claro desprecio por la diplomacia, a la que muestra apenas como una tapadera para ocultar otros objetivos (y no es la primera vez), más allá de esto, la historia que se nos muestra es impactante (en la parte en la que se nos describen los cuidados planes del Imperio), y épica (en la parte en la que se nos muestra la posible resistencia de los mundanos aliados con Villa Fabula), lo que sin duda hacen de esta parte lo mejor de un tomo que se completa con unas historias de navidad (con Papa Noel incluido), el enésimo desencuentro de Lobo Feroz con su padre, el Viento del Norte, (en una historia de dos partes ilustrada por el gran Mike Allred), y un número de relatos cortos con gran diversidad de dibujantes que responden a diversas preguntas formuladas a lo largo de la serie, todo esto además de sembrar las bases de lo que será el siguiente tomo, El buen Príncipe, con diferentes referencias a Papamoscas, que recupera sus recuerdos sobre la pérdida de su reino y su familia.

En definitiva este, Hijos del imperio, aunque probablemente no sea el mejor de los tomos de la colección si es una más que interesante lectura, que ayuda a situar las estrategias de los dos bandos enfrentados y que cuenta con momentos realmente magníficos, sin duda con Fabulas estamos ante una de las propuestas más interesantes que llegan del otro lado del Atlántico.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fábulas es una serie que engancha, muy atractiva, de gran calidad, pero para mí donde explota y llega a sus más altas cotas es con El buen Príncipe.

J.A.Rubio dijo...

Sin duda una gran serie.
Me la recomendó un amigo, porque a mi en principio no me llamaba y me he encanchado.

fer1980 dijo...

Si una colección que merece muy mucho la pena, y si coincido que en el buen Principe alcanza cotas muy altas.