lunes, 21 de noviembre de 2011

Other Lives de Peter Bagge o el destino de la generación X.

Poco a poco voy completando las reseñas de los cómics que incluí en mi top del año pasado, ahora le toca el turno a Other Lives, una novela gráfica de Peter Bagge publicada en España por La Cúpula.

¿Que configura nuestra identidad?, ¿quienes somos y quienes queremos ser son realidades compatibles?, ¿somos conscientes que las decisiones que tomamos van a configurar nuestras vidas? Estas preguntas son, entre otras las que asoman en el horizonte tras la lectura del último trabajo del creador de Odio visto por estos lares. Con su habitual socarronería y su dibujo caricaturesco y expresivo, Bagge nos cuenta una historia sobre personas que se niegan a asumir quienes son, que buscan encontrar vías de escape a su anodina realidad ya sea mediante un juego de rol virtual, tapando con alcohol desordenes alimenticios y un profundo odio a si mismos, inventándose pasados misteriosos o mintiéndose directamente sobre lo que se pretende conseguir.

El tema de la configuración de la propia identidad ya estaba presente en Odio, más que nada por que a medida que avanza la serie vemos crecer a Buddy y su entorno y asistimos de primera mano a la decisiones que harán que su vida sea como termino siendo. En Other Lives, Bagge es mucho más directo, o mejor dicho se centra más en este tema y lo hace a través un grupo de cuatro treintañeros que, en una edad en la que ya debían haber constituido sus vidas siguen jugando a ser adolescentes siendo aún incapaces de asumir su propia existencia. Todo esto claro, solo puede terminar en desgracia, teniendo en general la obra un tono mucho más pesimista y oscuro. Así si Odio suponía en cierta medida un reflejo de la generación X mezclado con tintes autobiográficos, Other Lives muestra el panorama de lo que ha pasado con los componentes de esa generación con el transcurrir de los años, dibujando un retrato desolador, que el tono de la obra, marcadamente ácido, no hace si no incrementar. Y es que el humor es aquí mucho más incomodo e incluso hiriente que lo que nunca resulto ser en la andanzas de Buddy y compañía.

El cómic, estructurado en forma de cuatro historias cruzadas que terminan creando un todo más grande y constituyendo un relato coral, puede ser visto, así y en cierta medida como una suerte de epilogo pesimista de Odio. Un Bagge con muchas menos ganas de bromas parece decir que si bien es divertido y hasta necesario hacer el tonto a los 20, seguir haciéndolo superados los 30 puede tener consecuencias desastrosas. Una lectura tal vez demasiado moralista y algo conservadora, pero que el autor consigue hacer funcionar a lo largo del relato, lo que no deja de tener su merito y más ante la sucesión de situaciones incomodas que el creador de Studs Kirby va presentando. Situaciones en todo caso pensadas para provocar una reacción en el lector, lo que sin duda consigue resultando complicado permanecer impasible ante lo que Bagge no esta contando.

Cabría destacar también, más como elemento anecdótico, pero no del todo desdeñable, el formato de publicación, que como no, es el de la tan traída y llevada novela gráfica., algo tal vez condicionado por la editorial tras la historia, ni más ni menos que DC, aunque eso si, a través de su sello Vertigo (realmente me cuesta pensar en este cómic como un cómic Vertigo, pero bueno ese es otro tema), que con este movimiento tal vez buscara un poco más de prestigio para una obra tan especial. El formato decía, es relevante desde el momento que el propio autor declara no sentirse muy a gusto con el mismo, pero en el que, por motivos comerciales se ve “obligado” a trabajar (¿esta es la libertad que traía consigo la novela gráfica?). La elección de este formato configura claramente la disposición del relato que pese a todo adopta por momentos una estructura capitular, como si el autor, consciente de que si quiere tener viabilidad comercial ha de adaptarse a lo que hoy pide el mercado, pero aún así listo para revindicar su parcela de libertad y dictando el ritmo de la obra como si esta se hubiera constituido en formato comic-book, un formato tan lleno de posibilidades como por desgracia, herido de muerte hoy en día. No hay más que ver la lujosa edición del clásico Death Ray de Daniel Clowes, publicado originalmente en comic-book y ahora reeditado a todo lujo para que pueda ser considerado, ahora si, una novela gráfica por derecho propio.

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