Desde que Frank Miller los enfrentara en la mítica saga Child's Play los encuentros entre Daredevil y El Castigador han sido muchos y rara vez amistosos. Panini publica en un tomo el último de ellos que recopila una miniserie de cuatro números surgida por la influencia de al segunda temporada televisiva de Daredevil.
El enfrentamiento ente ambos personajes siempre ha tenido un hondo calado moral debido a sus casi antitéticas visiones del vigilantismo y condicionadas por el hecho de que Murdock es consciente de que esta a un mal día de convertirse en Castle. Así las cosas las mejores historias entre ambos personajes son las que ponen frente al espejo sus métodos y los que muestran la ambigüedad en las que en no pocas ocasiones se ve obligado a moverse Daredevil frente a la contundencia de los actos del Castigador, que bajo el punto de vista de Matt no es más que otro villano, aunque en el fondo tema que sea más bien un retorcido espejo en el que mirarse.
No ha sido este el enfoque por el que ha optado Charles Soule, a la sazón guionista regular de Daredevil y que aquí se limita a contar un cómic de acción donde Daredevil y su protegido Punto Ciego tratan de llevar a un asesino al aeropuerto de Nueva York para que sea juzgado en Texas mientras que Castle trata de impedirlo para acabar definitivamente con el asesino a la par que este cuenta con sus propios mercenarios que buscan liberarlo.
La estructura que recuerda poderosamente a la película Ruta Suicida o lo que Scott Snyder y John Romita Jr. están haciendo en All Star Batman ofrece un cómic entretenido pero olvidable donde la acción prima por encima de todo y donde el conflicto que alimenta la relación entre los personajes centrales apenas si esta esbozado, pese a tener un fondo con mucho interés y que va a la esencia de los personajes. No contribuye nada a que el cómic sea memorable el dibujo a medio camino entre los desconocidos Relly Brown (el único que parece salvarse), Simon Kudranski y Mast diciendo muy poco a favor de Marvel y sus expectativas para con este cómic que ni siquiera hayan conseguido que un solo dibujante fuera el responsable artístico de una miniserie de tan solo cuatro números.
Con todo la historia mientras se mantiene a ras de suelo con Daredevil y Castle tratando de superarse mutuamente mientras Punto Ciego se ve atrapado en medio de una situación donde hay también mucho ego en juego, el cómic no funciona mal del todo. Son sobre todo los dos primeros números donde además los bocetos de Relly Brown, más crudos y realistas son bastante más interesantes. Sin embargo la presencia de Dinamo Carmesí queda totalmente fuera de scope y no solo no aporta nada si no que parece un pegote sin sentido, que además resta credibilidad a su resolución ya que resulta complicado creer que Daredevil o Punisher puedan derrotar a un enemigo así.
Lo curioso es que de fondo, y como decíamos antes, hay un tema interesante que apenas es explotado en un par de diálogos pero que si va al centro del conflicto entre ambos personajes. Matt sabe que en Texas es muy probable que el acusado sea sentenciado a muerte, al fin y al cabo el destino que le ofrece Punisher aquí y ahora, el propio Punisher le pregunta que cual es la diferencia. Pero claro Matt pese a todo cree en el sistema y si el asesino ha de pagar con su vida por sus crímenes no serán ni él ni Castle quienes lo determinen si no un jurado y un juez tras un proceso debido, esa es realmente la diferencia y lo que para Matt separa a la sociedad de convertirse en una jungla donde impere la ley del más fuerte. Aunque muy de fondo ese el tema central de la miniserie, la que le confiere algo de interés y la que impide que sea el desastre absoluto que en sus dos números finales esta muy cerca de ser.
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