Tras un parón de más de un año Pda por fin se ha puesto las pilas y la publicación de esta magnífica serie avanza a buen ritmo en España, así toca ahora reseñar el séptimo tomo de la colección.
Tras su espectacular inicio, con unos cuatro primeros tomos magníficos y que rozaron la perfección (por no decir que contenían un principio y un final en sí mismos, ya que ese ¡¡Nosotros somos los Muertos Vivientes!!, expresaba a las claras que era la serie y se antojaba como un colofón perfecto a la misma), Los Muertos Vivientes llevan ya un tiempo sin alcanzar el mismo nivel, algo natural en función de la calidad de los primeros comics de la colección, aún y con esas cada nuevo tomo de la serie es motivo de alegría ya que su calidad suele ser como mínimo alta, y este La Calma antes de…, no podía ser menos.
Si bien los dos últimos tomos, habían estado más centrados en la acción y la casquería que no en la profundización de las relaciones interpersonales y en la exploración de las personalidades del variopinto grupo protagonista, en este adecuadamente llamado La Calma antes de… sucede exactamente lo contrario, y así los diálogos y la evolución de los personajes centran el contenido de un comic que pese a su ritmo lento aparece como mucho más interesante que los anteriores, habiendo ya asumido el grupo que la cárcel en la que se encuentran es el medio más seguro para conseguir su supervivencia, los quehaceres cotidianos impregnan un tomo donde pese a que en apariencia pasa poca cosa, asistimos a un nacimiento, un suicidio, una boda y un final espectacular que promete una tempestad de órdago de cara al próximo tomo.
Es curioso como las cosas cotidianas y el cómo afrontar un mundo enloquecido vuelven a ser los puntos fuertes de una colección que avanza a golpes de interesantes planteamientos (el niño que acaba de nacer nunca ha conocido el mundo anterior a la llegada de los zombis, ¿le permitirá eso ser más feliz y aceptar las cosas como son, o se verá condicionado por el recuerdo y el dolor de sus padres, incapaces de despegarse de la idea de que las cosas no siempre han sido así?, si se tiene elección ¿es moralmente aceptable traer un hijo a un mundo así?) mezclados con abundante casquería y algo de acción, elementos estos últimos que se tornan en menos interesantes (aunque necesarios y en muchas ocasiones catalizadores para que la trama avance) ante lo ambicioso y bien llevado del planteamiento inicial.
Por lo demás si acaso señalar que el tomo incluye los números americanos 37 a 42 de la colección USA (lo cual habla muy bien de Kirkman y Adlard, ya que conseguir mantener un nivel como mínimo de notable durante más de 40 números no es tarea fácil) , que de nuevo Pda escatima las portadas (de acuerdo, como en los tomos USA, pero allí tienen la grapa para si quieren adquirir las portadas, ¿aquí que opción tenemos?), y que una vez más Adlard cumple a la perfección en un comic donde Kirkman es la incuestionable estrella,
En fin una nueva entrega de una colección que siempre está entre lo mejorcito del año y donde Kirkman vuelve a demostrar una vez más el abismo que para la calidad de su obra supone trabajar por encargo (lamentable su etapa en los Ultimate X-Men) o hacerlo con personajes de creación.
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